Hideo Kojima es uno de los creadores más pioneros en la historia de los videojuegos, y hay muchos ejemplos que lo refrendan. Tanto en los Metal Gear de MSX -majestuosos, por cierto- como en Metal Gear Solid y Metal Gear Solid 2, se presenta a Big Boss como el villano de la aventura.
En los Metal Gear de MSX es el enemigo a batir, incluso en la secuela, pensando que ya está muerto. Es el líder de una revolución que tiene en jaque a los Estados Unidos y Solid Snake, el mejor soldado y su descendiente genético, debe acabar con él. En Metal Gear Solid (PlayStation, 1998) el objetivo principal es el de recuperar los restos de su cuerpo.
Un personaje demonizado al que, de repente, se le otorga pleno protagonismo en Metal Gear Solid 3: Snake Eater. Un juego dedicado a profundizar el papel y a ver por qué acabó "descendiendo a los infiernos", aunque luego, a lo largo de las aventuras, se descubre que quien peor ha actuado en muchas ocasiones ha sido el propio Solid Snake, debido a estar siendo controlado como una marioneta por Los Patriots.
Finalmente, MGS3 es considerado por muchos como el mejor juego de la saga y Big Boss un personaje al que se le tiene más estima que incluso al propio Snake, con el que muchos conocieron la saga. Una forma magistral de utilizar los grises; ni nadie es tan bueno, ni nadie es tan malo.