Un juego precioso, pero con un trasfondo verdaderamente cruento. En la piel de un protagonista que realmente es el villano, pero no nos vamos dando cuenta hasta el final del juego.
El jugador asume que los colosos son seres malvados solamente por su enorme tamaño, pero nada más lejos de la realidad. Son entes únicos que habitan en los parajes con tranquilidad, y que lo único que hacen es defenderse de los ataques.
Wander, el personaje al que encarnamos, tiene la creencia de que matando a los 16 colosos recuperará a su princesa moribunda. Al final se desvela que ni siquiera es su amor ni una dama en apuros. Pero solo seguimos las órdenes de una deidad que nos dice lo que tenemos que hacer, en un acto que no tiene nada de amor romántico y tiene mucho de egoísmo y crudeza.