En una industria del videojuego que parece que cada vez vira más hacia la monetización y hacia que los objetos que posees determinen la experiencia, con sistemas como los NFTs, la Blockchain y los Metaversos, o viejos conocidos como los micropagos y las cajas de loot, cada vez echo más de menos esos momentos de descubrimiento; las experiencias.
Esa es una de las razones por las que cada vez valoro más experiencias de mundo abierto sistémicas como Breath of the Wild, locuras como Inscryption y delicias desde el gamefeel como Halo Infinite. Quiero sentir cosas en los mandos, descubrir mundos que no sean un hub de iconos y jugar de formas distintas a cómo lo he hecho durante estos últimos años. Y la Parte II de Caves & Cliffs en Minecraft es una de las cosas que lo ha conseguido.
Un cambio de paradigma
Por resumir un poco los cambios, Caves & Cliffs Parte II es una de las actualizaciones más esperadas de la historia de Minecraft. Esto es así porque se añaden un montón de cambios realmente profundos y que afectan a la estructura misma del mapa. No es sólo que se añadan nuevos biomas, que eso ya se ha hecho en el pasado, sino que se añaden bloques al mundo para ampliar tanto la profundidad como la altura del mismo.
De los 256 bloques que se podían poner desde la bedrock hasta el límite del cielo, se pasan a los 384 actuales de la versión 1.18. Este hecho ya altera por completo el cómo se juega, porque obliga a retocar la posición de los distintos minerales, claves en el avance de la partida. Pero por si esto fuera poco, también se aplica un nuevo sistema para la creación de cuevas y accidentes geográficos, llegando incluso a fusionar de una forma mucho más creíble los distintos biomas del juego. Minecraft ha pasado de ser un mundo digital, a una recreación digital de uno mucho más real.
Se acabó jugar en automático
Pero volvamos a la importante: Minecraft ahora se juega distinto. No es que se haya añadido una mecánica nueva que nos permita luchar mejor contra el Dragón del End, o que se permita una nueva granja de cierto material gracias a un bloque adicional. Lo que tenemos entre manos es un mundo completamente distinto, y que nos hace jugar de forma distinta desde el primer minuto.
La abundancia de las cavernas hace que buscar minerales ahora sea mucho más plataformero, que no sea posible vaciar chunks en busca de diamantes sin tener en cuenta los acuíferos, y que donde pongamos nuestra base ahora se relacionará con más biomas y construcciones propias del juego. Ya no tiraremos de automático, sino que toca pensar en cómo es el mundo para casi cualquier acción.
La misma sensación una década después
Recuerdo mi primera partida a Minecraft, hará unos 10 años. Me hice una modesta casa en la ladera de una colina, conseguí carbón y un poco de hierro antes de que un creeper acabase con todo. En ese momento no sabía qué era una mesa de crafteo o que cómo era la receta de la pala, y eso hacía que cada minuto de partida fuese un descubrimiento constante.
Ahora ya sabíamos la capa de los diamantes, cómo hacer 20 granjas de mil recursos y hasta el Dragón del End es casi un paseo tras todos estos años. La realidad es que esto no cambia, que esos conocimientos siguen ahí, pero la sensación de descubrimiento ha vuelto a Minecraft. Y creo que volveré a hacer una casa en una ladera una década después.