Incluso en los desiertos más inmensos podemos encontrar un oasis, y en el caso de Activision Blizzard la última parada para llenar las cantimploras ha sido Diablo 2 Resurrected. La revisión de la segunda entrega de una de sus sagas más destacadas ha llegado a PC, Switch, PlayStation y Xbox para darle a los fans de la compañía que quieran hacerse con el juego la alegría que tanto necesitan.
Sin embargo, estamos aquí para rebatir el argumento de la nostalgia. Es imposible tener perspectiva histórica de algo que no se ha vivido y lo cierto es que, como os confesé en mis primeras impresiones, hasta ahora no me había llegado el momento de enfrentar la saga. Una situación que me hizo sentir sobrepasado en primer término y que sirvió para hacerme comprender por qué todos acabasteis perdidamente enamorados de Blizzard.
El primer impacto de Diablo 2 Resurrected
La primera sorpresa de Diablo 2 Resurrected llegó al mismo momento de comenzar la partida. Pudiendo seleccionar personaje de entre siete clases bastante variadas con sus propias afinidades en cuanto a armas y estilo de juego, me quedé con la Amazona solo para ver como me dejaban tirado en un campamento extraño en el que no tenía ni la más remota idea de que debía hacer. No hay indicadores, instrucciones claras, ni una lista de tareas secundarias.
El objetivo de Blizzard ha sido cambiar lo mínimo posible para crear una experiencia idéntica al original. Una decisión que muestra un enorme respeto por el clásico y que ni mucho menos estaba dispuesta a romper con la premisa del ‘búscate la vida, chaval’. Tocaba charlar con los personajes de esta singular fortificación hasta recibir la primera tarea y comenzar a descubrir sus mecánicas. Todo progresaba con normalidad, pero luego tuvimos que salir del campamento.
Comenzar a combatir no fue nada excepcional. Las peleas son simples y, aunque la cosa termina por complicarse un poco, basta con dos movimientos: golpear y moverse. Repetiremos esta tarea sin parar mientras vamos desbloqueando nuevas piezas para lanzar combos que combinen ataques y magia sin dejar de llevar a cabo estas dos acciones básicas. Lo realmente sorprendente al respecto es, sin embargo, que jamás te cansas de hacerlo.
Blizzard ha sido capaz de convertir la monotonía en arte y nos descubre una de las claves de diseño que ha marcado la historia de desarrolladoras como Riot Games, Psyonix o Electronic Arts. Si las actividades que más repetimos son genuinamente divertidas da igual cuantas veces tengamos que llevarla a cabo. Una máxima de la que Diablo 2 fue uno de los máximos exponentes hace un par de décadas y que, gracias al afán continuista de la compañía, no ha cambiado ni un poquito.
Diviertiéndome sin pretensiones
Dicen que los juegos se disfrutan más cuando tienes la habilidad suficiente como para sentir que tus acciones se ven recompensadas. Quizá por eso siempre acabo dejando el multijugador de las nuevas entregas de FIFA para centrarme en el Modo Carrera o abandonando Escape from Tarkov. La diferencia en este caso es que, en el momento en el que más perdido estaba, fue cuando llegó esa epifanía en la que me di cuenta de la calidad del juego que realmente tenía entre manos.
La tercera misión del primero de los seis actos del juego nos exige buscar un encontrar un pasadizo secreto, más tarde un árbol y después transportarnos a otro lugar para completar La Búsqueda de Caín. No estoy dispuesto a confesar el número de horas que perdí antes de encontrar el pasadizo, pero solo son comparables al tiempo que tardé en darme cuenta de dónde estaba el árbol o pensar que las piedras podían estar en el Campo Pedregoso.
Mientras me daba cuenta de que el juego y yo no estábamos hablando el mismo idioma decidí seguir avanzando plenamente consciente de que era un error. Afrontar los problemas como un adulto también consiste en huir hacia delante y postergarlos. No era la mejor estrategia, pero no me arrepiento de ninguno de mis pasos: durante esas horas de exploración descubrí buena parte de lo que Diablo 2 Resurrected podía ofrecerme.
Exploré, encontré cantidades ingentes de enemigos de tantos tipos que no los podría enumerar y comencé a desbloquear habilidades. Si medimos la inversión del tiempo en los resultados que obtuve lo cierto es que el resultado haría temblar a los partidarios de la ética protestante. Sin embargo, antes de darme cuenta habían pasado unas cuantas horas en las que me di cuenta de que estaba sucediendo algo que no pasaba desde hace bastante tiempo: me divertía sin ninguna pretensión adicional.
La situación mejoró conforme entré en sintonía con el juego. Ir progresando en la trama y descubrir la historia por medio de las conversaciones con personajes que utilicé para bajar el ritmo entre las diferentes misiones hasta que se conviertió en un ritual atrapante para cualquiera que este buscando un inmenso lore que debemos de ir averiguando mientras prestamos atención al título y montando en nuestra cabeza una sucesión de actos que fácilmente llenan las lagunas de no haber jugado a la primera entrega.
Una decisión dolorosa
Estas sensaciones positivas se refuerzan con un apartado gráfico más que solvente para lo que esperamos de un juego de vista isométrica y unas cinemáticas cuya tecnología si que es diabólica. Porque algún tipo de pacto con deidades oscuras se debe necesitar para conseguir que un jugador atiborrado de triple a como yo se sorprenda al ver el rendimiento de la compañía en una asignatura que la industria del videojuego parece tener completamente dominada. Esto, además, jugando a una resolución de ‘solo’ 1080P.
Aún así, no todas las decisiones están al mismo nivel. Aunque a estas alturas sería absurdo ocultar que Diablo 2 Resurrected me ha enganchado, de nada valdría la honestidad previa si ahora os ocultase unos cuantos defectos muy marcados. Particularmente desesperante el sistema de control en teclado. Puede que por los sistemas no pase el tiempo, pero la interfaz y el control han recorrido un camino de agradecer a lo largo de las dos últimas décadas que le hubiera venido fenomenal.
Con teclado y ratón tenemos un sistema de doble asignación la mar de extraño. Vinculamos cada habilidad a una tecla y pulsamos esa tecla para equiparlas en los botones del ratón. Un lío de grandes dimensiones que no cumplió con mis expectativas. Esperaba algo similar a League of Legends donde pulsar una tecla significase lanzar una habilidad. Algo cómodo que incidiera en la idea de hacer divertido lo monótono.
Lo más llamativo fue que todo se resolvió enchufando un mando. En ese caso si disfrutaremos de una interfaz renovada con atajos a todas las habilidades que queramos utilizar que nos permiten lanzarlas directamente. No fue un proceso particularmente traumático ya que es el dispositivo de control al que estoy acostumbrado, pero no le quitaría la razón a nadie que viese en esta decisión un inconveniente prácticamente catastrófico. Más todavía sabiendo que Blizzard tenía la solución en casa y podría haber añadido esta segunda interfaz como alternativa en los controles de teclado y ratón.
La única queja adicional viene de la decisión de diseño de no ampliar el inventario. Los regresos al campamento serán constantes. Son bastante rápidos gracias a un objeto y no perdemos progreso, pero nadie quiere levantarse al baño aunque pueda pausar la película. Son pequeños detalles que no hacen que deje de ser un alumno de sobresaliente, pero si evitan que pueda llevarse la matrícula de honor.
Ficha técnica y consideraciones adicionales
- Título: Diablo II Resurrected
- Desarrolla: Blizzard Entertainment y Vicarious Visions
- Distribuye: Blizzard Entertainment
- Idioma: Voces y textos en español
- Fecha de lanzamiento: 23 de septiembre de 2021
- Plataformas: PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X|S, Nintedo Switch y PC
- Precio: 59,99 €
Nota: Hemos dedicado la mayor parte del tiempo a jugar en modo local para tratar de tener esta primera experiencia con la saga. Algunos jugadores han manifestado problemas de conexión que nosotros no hemos percibido en nuestras pruebas. Además, el análisis se eralizó en su versión de PC con un equipo que contaba con las siguientes características clave:
- Procesador: AMD Ryzen 7 2700X
- Tarjeta Gráfica: Nvidia GeForce RTX 2070
- Memoria RAM: 16 GB