Me gustaría poder abriros las puertas de mi corazón y contaros lo muchísimo que deseaba la llegada de Diablo 2 Resurrected, pero cuando Blizzard lanzaba la secuela de una de sus grandes sagas apenas tenía cinco años. Sin embargo, para eso sirve el viaje de vuelta que estamos viviendo en los medios audiovisuales al que esta desarrolladora se ha sumado con euforia. Un retorno completo con reediciones de todas sus sagas que busca revivir los años de esplendor en los que forjó la buena imagen que tanto le está costando mantener.
Pese a ser ajeno a la perspectiva romántica, sí hay cierto aura de misticismo cuando toca enfrentarse a los juegos a los que mi madre no quería que jugase. Una añoranza que recuerda a los momentos de descubrimiento de un arsenal de títulos que tuve que perderme durante años. Así, las sagas de Blizzard hacían tanto de agua bendita como de fruto prohibido y quizá por eso las expectativas estaban por todo lo alto a la hora de recibir el código de acceso anticipado a la beta que se lanzará el próximo 20 de agosto para el grueso de seres humanos.
El primer contacto con Diablo 2 Resurrected
Dispuesto a asumir la responsabilidad de traeros estas primeras impresiones de Diablo 2 Resurrected, la sensación inicial fue similar a la que esperaba. Es casi imposible haberse mantenido completamente ajeno a la saga si te han interesado los videojuegos, y por mucho que nunca lo hubiera disfrutado en primera persona, he tropezado con él en más de una ocasión durante los años de ir al ciber y tomarse un Monster a escondidas. La misma perspectiva isométrica de siempre con un escenario familiar.
Todo llega adaptado a los tiempos que corren, ofreciendo una experiencia gráfica aceptable teniendo en cuenta el género al que pertenece. Sin embargo, lo más destacado del apartado visual es que se ha mantenido prácticamente intacto. Los tonos lúgubres se alejan de experiencias más novedosas como Diablo 3 y Path of Exile. Una novedad agradable a la que será fácil adaptarse para los jugadores que llegan a esta edición remasterizada como primera experiencia y un regreso glorioso para aquellos que, quizá, ya hayan peinado su primera cana.
Sí lucen espectaculares las cinemáticas, área en la que Blizzard siempre ha demostrado superar con mucho a la media y en la que ha querido gustarse. A estas alturas, cualquier jugador que lleve un par de décadas consumiendo novedad tras novedad tendrá difícil sorprenderse con una escena de video. Sin embargo, lo detallado de los personajes y efectos que se muestran en ellas incluso lleva a error durante sus primeros fotogramas. Un impacto inicial extraordinario y poderoso que prepara para lo que viene después.
Vamo a jugar
Tras la cinemática inicial, la elección de una de las cinco clases disponibles en la beta y un par de vueltas por el campamento hablando con todos los NPC para sacar las primeras conclusiones del apartado visual; toca empezar a disfrutar del juego. La legendaria aventura que mereció la pena rescatar veinte años más tarde y que miles de fans han estado esperando se mostraba ante mí generando una sensación inicial que, en un nuevo ejercicio de transparencia, fue de desconcierto.
La impresión de estar perdido ante un universo entero todavía por descubrir es un clásico de los títulos añejos. Sin embargo, tocaba enfrentarse a unos menús algo toscos y a ese no saber qué hacer o a donde ir que puede hacer sufrir durante los primeros minutos a los jugadores menos versados. No voy a negar que lo primero que pensé es que me hubiera gustado tener una mano amiga que me hubiera ayudado a superar esta pequeña barrera de entrada, pero tampoco que tras hacerlo cambiase de opinión.
Sumergirse en Diablo 2 Resurrected es increíblemente fácil. La sensación de descubrimiento y libertad se combinan con una curva de dificultad bien ajustada durante los primeros capítulos. Incluso si no sabes muy bien qué hacer o a donde ir, pone de su parte para que el proceso de descubrirlo sea gratificante. Recompensas constantes, aumentos de nivel y una sensación jugable extraordinaria que sorprende teniendo en cuenta que el sistema de combate es clavado al original al haberse construido este remaster sobre el código de la entrega lanzada en el 2000.
El control con mando era otro de esos puntos en los que tenía cierto recelo. Sin embargo, fue sorprendentemente cómodo. Apenas se perciben problemas con respecto a la decisión de qué objetivo golpear ni tampoco a la hora de recoger objetos del suelo, obteniendo la ventaja de un movimiento más preciso y controlado sin que parezca que estamos sacrificando nada en proceso. De esta forma, tengo claro que será mi método de control predilecto en cualquier futura experiencia con el título.
Pese a todo, lo viejo no es necesariamente mejor. El inventario se convirtió en uno de los elementos más tediosos de la experiencia de Diablo 2 Resurrected. Es de lejos la característica que peor ha soportado el paso del tiempo y obliga a hacer demasiadas vueltas al campamento que, aunque son rápidas, hacen perder el ritmo hasta un punto en el que la mejor decisión se convirtió en dejar muchos elementos sin recoger perdiendo una cantidad exagerada de recursos para poder seguir disfrutando de la exploración o las mazmorras.
Se trata de un elemento negativo de por sí que, además, se acentúa con la incerteza de no saer exactamente a que enfocarse. Ser nuevo en un juego una cantidad de conceptos tan desmesurada hace que te sientas perdido, y el hecho de tener que gestionar la recolección de forma tan exigente sin base ni enseñanzas previas ha sido una de las pocas partes que he encontrado realmente desagradables sin que se solucionasen en apenas unos minutos.
Sí han sobrevivido de forma correcta los enemigos y su ubicación por el mapa, que tienen buena parte de la culpa de que un sistema tan simple durante las primeras horas genere una sensación tan buena. La disposición de los rivales y la mezcla entre categorías hace que tengamos que establecer objetivos claros fáciles de identificar y que ofrecen incentivos para tomar riesgos que acaben de una vez por todas con el combate.
Tampoco funciona la estrategia de utilizar el mapa a nuestro favor ya que si nos alejamos demasiado es posible que activemos una segunda horda que nos haga de pinza hasta que tengamos una oleada descontrolada. En general, una jugabilidad capaz de engancharte que utiliza el truco de la recompensa constante para que nunca sientas que estás perdiendo el tiempo y siempre tengas más zonas por explorar en búsqueda de la siempre necesaria mejora de equipo.
La fidelidad a la experiencia original de Diablo 2 Resurrected quedó clara al observar el proceso de creación de Blizzard y la han contrastado los miembros de la comunidad y compañeros profesionales que han tenido acceso a la beta. Sin embargo, la desarrolladora también ha conseguido resucitar un sistema menos anticuado de lo que parece que, a excepción de un par de elementos algo más ásperos, se mantiene como el primer día. Puede que no le diese la oportunidad en el año 2000, pero no me cabe duda de que se queda en mi lista de deseados para acabar 2021.
Nota: Algunos jugadores han manifestado tener problemas de conexión durante la fase de beta, sin embargo, nosotros no los hemos experimentado durante nuestras sesiones de juego más allá de momentos puntuales.