Escape from Tarkov está todavía en una suerte de acceso anticipado para PC. Ajeno a las disputas entre Steam y Epic Games, el juego funciona con su propio cliente de Battlestate. Un shooter entre shooters que se sitúa como una de las alternativas más frescas del mercado, pero que es capaz de ser el mejor y el peor juego que podemos encontrar en la actualidad.
Escape from Tarkov y los cánones del videojuego
Te compras un juego, lo instalas, bajas los parches de día uno y juegas. Tu historia comienza con un tutorial más o menos evidente que trata de enseñarte las mecánicas básicas del título, te dice quién eres y qué debes hacer. No es una fórmula única e ineludible, pero es la habitual. Hay muchas formas de reinventarla para crear esa aclamada curva de dificultad capaz de hacer agradables los títulos más complicados del mundillo.
La inmensa mayoría de títulos están regidos por una lógica genérica. Esa lógica bien podría ser considerada un abecedario con el que los videojuegos conforman su propio lenguaje. Nos dan diccionarios, nos enseñan algunas palabras y van preparándonos poco a poco para el examen final. Está claro que hay unos profesores más duros que otros, pero si nos esforzamos acabaremos aprobando aunque no seamos alumnos aventajados.
En definitiva, existe un canon que las desarrolladoras suelen seguir para llevar a cabo sus proyectos y que generen buenos resultados de crítica y venta. Los elementos transversales a estos universos de texturas y códigos son relativamente sencillos de descubrir. Al fin y al cabo, todos los barriles rojos explotan, ¿no?
Esta receta mágica para crear videojuegos y que puedan triunfar en el mercado no es ni mucho menos negativa. Los grandes títulos históricos del medio siguen buena parte de ese canon. No es un desprecio. La idea de una serie de universos con una lógica común en los que podemos ejercer cierto control funciona y es buena. No aburre y tampoco repite, haciendo que podamos mantener el interés.
En Escape from Tarkov os podéis olvidar de todo eso: ni tutorial, ni lógica, ni abecedario. Un crudo invierno soviético que te hace sentir en tus carnes el frío de un destierro a Siberia. Solo existe un mantra y te lo lanzan directamente a la cara sin cortesías o medias tintas: “juega y espabila”. El shooter es capaz de echar del título a cualquiera que no quiera enfrentar una situación tan injusta y, la verdad, quién abandone el mundo de Tarkov antes de tiempo tiene motivos de sobra para hacerlo.
Un pésimo pero maravilloso juego
La frase “este juego no es para todo el mundo” tiene varios significados. Casi todos podemos entender que se refiere a un producto de nicho con unas particularidades positivas y que tiene la virtud de no dejar indiferente, pero da cierta rabia escucharla. Fortnite es un juego de lo más exitoso y no es para todo el mundo, tampoco lo son el League of Legends, FIFA o Final Fantasy.
En cualquier caso, sí, Escape from Tarkov está todo lo alejado del mainstream que puede. La mecánica central del juego es la muerte. Recibir un único tiro mortal de necesidad en esa zona de la cara que no está cubriendo el casco es tremendamente doloroso. Todo tu equipamiento en el que has invertido tanto tiempo y dedicación puede esfumarse en un instante y pasar a manos de un jugador que llevaba un arma polvorienta que si viéramos en primera persona apostaríamos que es incapaz soltar plomo.
El problema del título no es su premisa, es su ansia por exigir al jugador voluntad por progresar y mejorar. A Escape from Tarkov le da igual que aprendas. Si lo haces será por tu cuenta y sin que el título ofrezca ninguna herramienta para ello. Hay una cantidad de armas ingente que a su vez pueden acoplar un número extenso de cargadores que pueden llenarse con seis o siete tipos de munición. Por si fuera poco, cada arma puede acoplar hasta una veintena de accesorios según su categoría.
Es un conocimiento que va mucho más allá de ese adolescente de Texas que flipa con las armas. Aprender los diferentes tipos de munición durante el comienzo del juego es complejo. Esto, que ya suena tremendamente negativo, no es tampoco el mayor de sus problemas. Lo realmente preocupante de Tarkov es que no te deja jugar.
Dos modos de juego, dos juegos
Para poder comprender el verdadero problema de Escape from Tarkov debemos tener en cuenta dos aspectos. El primero y menos relevante es la compra del título. Dependiendo de la versión del juego con la que nos hagamos nuestros primeros pasos serán más o menos sencillos. No es excesivamente preocupante y es una ventaja que apenas durará durante los primeros tres o cuatro niveles, pero se hace notar.
La verdadera problemática está en sus modos de juego. En Escape from Tarkov tenemos la oportunidad de jugar como SCAV o como PMC. Como PMC utilizamos nuestro propio personaje y equipamiento. Mochila, casco, chaleco táctico, arma, cuchillo y chaleco antibalas que pueden esfumarse si fallamos un tiro que no debemos. En el caso de los SCAVS, son bots autogenerados por el juego que podemos controlar. El equipamiento es totalmente aleatorio y, si sobrevivimos, podremos entregárselo a nuestro personaje principal.
Como premisa suena bien. El SCAV funciona como un salvavidas cuando necesitamos extraer equipamiento para jugar con nuestro personaje principal, pero existe un enfriamiento de unos 20 minutos entre cada uno de esos personajes secundarios autoequipados. Este punto se hace irrelevante a partir de nivel diez a poco que seas mínimamente habilidoso, pero arruina toda la experiencia previa.
Genera en el jugador una sensación de desventaja que va más allá de dar privilegios a los que llevan meses rompiéndose la cabeza por conseguir el equipamiento que necesitan. El SCAV es la única forma durante los primeros niveles de conseguir funcionar de manera competente, pues antes del nivel 10 no tenemos acceso al mercado del juego y los NPC que venden objetos solo trabajan con armas nefastas y a unos precios infladísimos.
El Dark Souls de los shooters
Cuando un juego es complicado se tiende a compararlo de forma constante con los títulos de Miyazaki. La saga Souls y Bloodborne guardan un par de buenas similitudes con Escape from Tarkov, pero no vamos a acudir a este símil por lo complicado de estos. De hecho, las obras de From Software sí cumplen con el mencionado canon, aunque llevándolo a otro nivel para crear una de las curvas de dificultad más satisfactorias del sector.
Si habéis llegado al final de la primera entrega de Dark Souls quizás os sorprendierais con la banda sonora de la última pelea. La situación es tremendamente tensa y salvo que hayamos prestado atención y nos hayamos esforzado en seguir una historia contada de una forma un tanto extraña no vamos a entender nada. Conocer el lore de Dark Souls exige quietud, voluntad y esfuerzo. No hay cinemáticas para que la historia avance y puedes acabar el juego sin leer más diálogos que los imprescindibles. Miyazaki quiere que sepas cómo se baila su tango, pero te lo tienes que currar.
Es en ese sentido en el que Escape from Tarkov se convierte en el Dark Souls de los shooters. No en la jugabilidad si no en la demanda de atención. Si aprendes será por ti mismo y tu esfuerzo, no porque el título trate de enseñarte nada. Te deja un rescoldo ínfimo de la cuerda para que puedas tirar, pero la decisión sigue siendo tuya.
De la potencia al acto
Escape from Tarkov es maravilloso si superas sus escollos. El potencial que muestra desde el principio, cuando el juego todavía parece un simulador de recibir tiros en la cabeza y ordenar tu inventario. La experiencia te endurece y es algo complicada de entender, pero comienza a mostrarse como una idea seductora si la premisa te parece la adecuada.
Con el mercado comunitario la cosa empieza a marchar, ya que te ahorra el trámite de los vendedores. Consultar el calibre de las balas se convierte en una tarea sencilla y elegir cuales son las mejores depende de cuánta carne quieras poner en el asador en el siguiente despliegue. Seguirás teniendo que mirar alguna tabla de Excel, pero será mucho más intuitivo.
Tendrás contenedores para ahorrar en tu limitado espacio del inventario y poder hacer acopio de bienes que sabes que serán útiles en el futuro. Habrá armas competentes disponibles por cantidades de dinero relativamente bajas y aprenderás jugando, porque si algo tiene bueno el juego es lo bien que funciona el gunplay.
El problema es que, en términos aristotélicos, pasar de la potencia al acto es una travesía que se puede prolongar fácilmente durante unas veinte horas. Tras eso, Escape from Tarkov se convierte en un shooter maravilloso y una evolución que lleva el battle royale entre lo esperable y lo gratamente sorprendente.
Supongo que Escape from Tarkov es un juego de nicho con unas particularidades positivas y la virtud de no dejarte indiferente. No es un juego para todo el mundo….