Escape from Tarkov se ha convertido en una de las sensaciones del momento. Uno de los juegos que más predomina en Twitch, siendo el más visto, y triunfando entre los jugadores por sus altas exigencias. El juego lleva desde 2016 en desarrollo y ya pudo probarse en su alfa por aquel entonces, pero ahora regresa renovado y más mejorado con una beta cerrada para aquellos jugadores que reserven el videojuego de Battlestate Games.
Escape from Tarkov parte de la premisa de querer funcionar, tanto como le sea posible, como un simulador de guerra. El realismo y la supervivencia son el estandarte del juego y lo que lo hace tan desafiante, pero al mismo tiempo divertido y entretenido si somos seguidores del género. Escape from Tarkov funciona como una especie de battle royale pero con objetivos. Esto es, que no solamente se trata de matar a todos los jugadores de la partida, sino en cumplir unos objetivos determinados y conseguir llegar a la zona de extracción para poder abandonar el mapa y “ganar” la partida. Básicamente, completar raids será nuestro deber.
En cada raid que seleccionemos tendremos un tiempo determinado para poder llevar la tarea que se nos encomiende a cabo. Y, mientras lo intentamos, tendremos que lidiar con otros jugadores, que serán los que, grosso modo, nos proporcionen una mayor experiencia para ir subiendo de nivel -si logramos eliminarlos, claro-. Puede que uno de los motivos por los que el videojuego está teniendo un éxito de escándalo en las plataformas streaming es porque, en sí, ha captado la esencia de los battle royale pero le ha dado la vuelta, marcando una serie de retos para los jugadores que no solo sea el matar constantemente.
De hecho, podemos terminar partidas sin la necesidad de disparar ni una sola bala. Aunque, siendo realistas, es algo bastante improbable teniendo en cuenta que, tanto si queremos como si no, vamos a toparnos con otros jugadores por el camino. En el campo de batalla de Tarkov no hay amigos, ni aliados. Solo enemigos a los que hacer frente como nos sea posible.
Escape from Tarkov no es como cualquier otro first person shooter. Aquí no importa lo bueno que seas en ningún Call of Duty, Battlefield o el control que tengas sobre la alta velocidad de cámara de Doom. Escape from Tarkov, en ese sentido, es como un reset para los jugadores que estén habituados a jugar a FPS. Puede que ni siquiera la precisión sea algo que tengas que traer aprendido de casa, porque aquí todo cambia radicalmente.
El título de Battlestate Games apunta a querer ser una especie de simular en el que los jugadores sientan que realmente están sumergidos en un ambiente de guerra. Sentir que, de verdad, corren peligro y que con una simple bala pueden caer al suelo y perderlo todo. El objetivo de Escape from Tarkov es precisamente ese; el de querer parecerse lo máximo posible a la realidad para que su experiencia sea única y le permita diferenciarse del resto de first person shooters multijugador que hay actualmente en el mercado y que son relativamente “nuevos”.
La sensación de movimiento es tremendamente pesada. A cada paso que damos podemos sentir cómo nuestra arma nos ralentiza y hace que tengamos que andarnos con mil ojos al cruzar cada esquina o cada vez que cambiemos de habitación. No vamos a encontraros con jugadores corriendo por el mapa como pollos sin cabeza matando disparando desde la cadera, cortando recargas con bugs o saltando de un sitio a otro. En Escape from Tarkov todo es lento y premeditado. Los jugadores son conscientes de que pueden recibir un tiro desde prácticamente cualquier lugar del mapa, puesto que, sorpresa, no hay minimapa y estamos “sueltos” por el escenario a merced de cualquiera. Por lo que prestar atención al sonido será de vital importancia.
Además, las armas en Escape from Tarkov tienen mucha más importancia que en cualquier otro juego. Es decir, que por mucho que portemos una AK-47 si el enemigo a está a una distancia bastante larga no nos servirá de nada. Del mismo modo que si nos encontramos un rival a un par de metros de distancia y él lleva una escopeta. Las categorías y características de las armas son cruciales para determinar el resultado de los enfrentamientos. Debemos conocer el terreno sobre el que nos movemos; si es estrecho, si tiene pasillos, si hay zonas cerradas, si debemos movernos haciendo rodeos etc, para poder asegurarnos realizar alguna baja y no morir en cada cara a cara que tengamos.
Del mismo modo, tampoco sirve aquello de sprayear a diestro y siniestro y repartir balas por todas partes como si de Terminator se tratase. Las cadencias y retrocesos de las armas determinan cómo podremos hacer frente a cada enemigo. Por ejemplo, si llevamos una arma corta, como una pistola, sí que tenemos la posibilidad de vaciar al cargador lo más rápido posible machando el botón de disparar sin detenernos. Ahora bien, y volviendo al AK-47, si queremos utilizarla como es debido y dar alguna bala al enemigo, la única opción viable es hacer ráfagas corta -o incluso tiro a tiro- para atinar en lugares donde realmente podamos hacer daño: como el pecho o la cabeza.
Pequeños detalles que en realidad no hacen sino aumentar esa sensación de realismo a la que estamos sometidos constantemente. No podemos olvidarnos en ningún momento del tipo de juego al que estamos jugando porque al mínimo error, seremos duramente castigados.
Si en otro tipo de videojuegos, como Dark Souls o cualquiera de la saga FromSoftware, nos echábamos a llorar cada vez que moríamos, porque se perdían las almas conseguidas o parte de la experiencia conseguida para subir de nivel -en el caso de Sekiro: Shadows Die Twice-, con Escape from Tarkov querremos tirarnos de los pelos en más de una ocasión, puesto que si morimos en el campo de batalla perderemos prácticamente todo nuestro equipo: armas, municiones, equipo, etc. Nos quedamos sin nada cuando volvamos al menú principal. Y las existencias cada vez se reducen más y más si no exploramos el mapa, recolectamos ítems y conseguimos escapar de las zonas en las que aparecemos. De modo, que antes de iniciar cada raid tocará escoger adecuadamente nuestro inventario.
Para que os hagáis una idea más concreta, es un concepto parecido al de Tibia, de CipSoft GmbH,en el que si moríamos perdíamos el equipo que llevábamos y lo dejábamos en el lugar de nuestra muerte con la posibilidad de poder recuperarlo si íbamos más rápido que nadie. Ahora bien, en Escape from Tarkov eso es imposible. El que muere no puede conseguir sus ítems de nuevo a no ser que los recolecte de los distintos mapas que hay disponibles.
Battlestate Games no quiere que su juego se convierta en el siguiente battle royale habitual en el que no importa si morimos veinte veces, porque solo hay que volver a buscar partida y todo vuelve a estar como antes. Incluso, si resultamos heridos, debemos curar a nuestro personaje para que este inicie las partidas con la vida llena y las condiciones físicas en perfecto estado. Y, claro, como podréis deducir, las curas también se gastan, y toca sacar nuestro carnet de explorador para encontrar más. Aunque, tranquilos, que no todo es tan grave. Si morimos muchas veces seguidas -que, tranquilos, es lo que va a pasar- Battlestate Games nos genera un avatar nuevo cada X tiempo -como las vidas de Candy Crush Saga, que se regeneran pasado un tiempo concreto- para que podamos seguir jugando con normalidad y con un mínimo de armas, vendas, aguas y demás objetos importantes.
En cuanto a los mapas disponibles, hay una variedad bastante satisfactoria. Podemos elegir entre un bosque con grandes explanadas, una fábrica con pasillos cerrados que es como una ratonera, un centro comercial abandonado, y algunos otros que no vamos a desvelar para no hacer muchos spoilers y que podáis encontraros con la sorpresa. Ninguno de los mapas, zonas o escenario que podemos elegir sigue una estructura marcada ni obliga al jugador a tener que ir por un camino concreto. Reaparecemos en un punto aleatorio del escenario y debemos “acoplarnos” a la situación que otros jugadores han planteado en el escenario. Por lo general, a no ser que esté muy colapsado, siempre por el inicio.
Podemos entrar en una partida y no dar demasiados pasos y ya ser disparados por un francotirador. O, por el contrario, encontrar algún enemigo de espaldas que debe hacer reaparecido recientemente en nuestra zona y masacrarlo sin piedad. Puede que porque estamos en una versión beta, o puede que porque Battlestate Games quiera que esto funcione así, pero el sistema de respawn no da cuartel . No hay protección ni tampoco puntos “seguros”. En el momento en que pasamos de la pantalla de carga a la partida, todo está en nuestras manos.
Gráficamente, a pesar de que estamos en una beta, Escape from Tarkov luce de forma espectacular. Las animaciones puede resultar algo toscas y puede que no terminen de convencernos, pero en lo que respecta a iluminación y composición, el juego de Battlestate Games muestra una calidad deslumbrante. Cosa que, claro, solamente puede mejorar, puesto que esto todavía no es la versión final del videojuego.
Todavía queda bastante para que podamos disfrutar de una versión final del videojuego, pero, por el momento, nos contentamos con esta beta que ha superado con creces cualquiera de nuestras expectativas. El mayor "pero" estaría orientado a esa dificultad un tanto elevada que puede frustrar la experiencia de muchos jugadores y hacer que la gran mayoría no quieran ni acercarse al título. O hacer que se deje de lado para poder centrarse en juegos más sencillos. Nosotros os invitamos a adentraros en esa dificultad y aprender con cada error para mejorar poco a poco e ir degustando paulatinamente este FPS de supervivencia.