Se cuenta que fue Antonio Gramsci quien puso nombre a la revolución industrial de la producción en serie, especialmente relevante en las factorías de automóviles Ford. El fordismo, además de traer consigo a la cinta transportadora como icono de este proceso, esto permitió especializar a los trabajadores para realizar todo tipo de tareas mecánicas. Se ganaba en productividad, y no se necesitaba que todos los empleados supieran todas los pasos en la construcción de un automóvil.
El año pasado empecé a jugar a la saga Madden de Fútbol Americano, encontrándome con una experiencia ideal para empezar a entender las dinámicas, reglas, e incluso, algo perfecto para engancharme al deporte real. Este año, con Madden 23 me lo plantee de forma distinta. En vez de dedicarme al modo Franquicia, donde aprender cosas sobre contratos, fichajes y juego ofensivo general, decidí probar suerte en Face of the Franchise, el modo en el que controlas a un único jugador.
Y, además, no haría lo que intenté el año pasado de ser Quarterback, el jugador estrella que lanza la pelota en las jugadas ofensivas. Esta temporada me iba a tocar un rol mucho más concreto, con una tarea repetitiva y casi hasta primitiva: correr con el balón y chocar sin parar. Esta temporada iba a ser Running Back.
Todo empieza con una fantasía
Como toda partida a un juego de deporte, tal y como conté en uno de mis textos de Football Manager, se empieza con una historia de rol. En esta ocasión iba a crear a una auténtica mole de más de dos metros de altura que base su estrategia en una única cosa: despreciar la velocidad punta y hacer uso de la fuerza como única herramienta para la victoria.
Los Running Backs han de ser fuertes, porque van al choque y no suelen disponer de campo abierto para correr, pero también deben contar con un punto de agilidad para esquivar algún que otro placaje y conseguir unas yardas extras. Mi amigo Romeo Saints (sí, esto va por el Rey de la Bachata), es lo contrario. Si logra pasar de la línea rival, el resto de defensores no podrán tirarlo al suelo siquiera.
La compartimentación de las responsabilidades
Hace un tiempo os comenté el valor que tiene para mi un juego como MLB The Show, que casi llega al slow gaming al hacernos repetir una tarea tan mecánica como es golpear a la bola con un bate. Aunque pueda parecer aburrido, y ciertamente no sea la cúspide de la diversión, sí que hay una satisfacción en ir mejorando poco a poco en un área tan pequeña; en progresar sin ser abrumado con novedades.
En Madden, al jugar como RB o HB tenemos ese mismo sentimiento. Es cierto que aquí hay un poco más de espacio para la variedad de experiencias, ya que seremos nosotros mismos como jugadores los que marquemos las jugadas ofensivas del equipo. La mayor parte de las veces buscaremos las opciones simples y egoístas, como es dársela a nuestro avatar para que corra.
Pero poco a poco, y gracias a pequeños detalles como la cámara centrada en nuestro jugador, podremos ver huecos en la defensa a lo largo de las jugadas, pequeñas manías en su cobertura o incluso puntos débiles. Quizás, hasta se nos ocurra sorprender con un dibujo de carreras que nos ponga a nosotros como receptores. Con un par de partidos, aprenderás incluso más que con ese minijuego de botones que es ser Quarterback.
FIFA nos deja más libertad, y eso es peor
Quizás la razón por la que el modo en el que encarnamos a un único jugador en FIFA ha tenido tan poco éxito comparado con juegos como NBA 2K o el propio Madden, más allá de que la experiencia cinemática es bastante pobre, está en que "siempre seremos el Quarterback". Aunque nos hagamos un lateral, acabaremos subiendo al ataque o intentando locuras, porque la cabra siempre tira al monte. Jugamos de lo mismo, pero en otra posición del campo.
Puede ser divertido regatear todo el rato y marcar goles, pero esa libertad acaba siendo más repetitiva que la seducción de conseguir una yarda extra, o intentar nuevas jugadas contra la defensa de un equipo concreto de nuestra división. En Madden tengo mis responsabilidades muy claras, pero también los objetivos. Y eso, en un videojuego deportivo, es mucho más interesante.