Si tengo que deciros los dos juegos a los que más he jugado en mi vida, el segundo seguramente sería League of Legends, pero el primero sin dudas es la saga Football Manager. Para mí, es una tradición subir con cada nueva entrega del juego de gestión deportiva de Sports Interactiva al Sporting/Avilés a primera división, a un club de última inglesa a la Premier, o conseguir algún hito concreto.
Después de tantos años, los retos se me estaban acabando. Ya he conseguido ganar la liga china, una de las más complicadas por lo duro de sus reglas de inscripción, crear una dinastía con un equipo de la liga serbia sin apenas recursos en el primer año, o vencer en la MLS norteamericana con el Atlanta United. Por eso, tuve una idea, casi una perversión, que estoy llevando a cabo durante los últimos meses. Hoy os vengo a confesar que he hecho trampas a Football Manager 2022.
Un millonario compra el Kaiserlautern
En uno de mis análisis de Football Manager, concretamente el de 2020, comenté algo que creo que me viene muy al pelo. Comencé el texto hablando de que para mi, Football Manager no es sólo un juego de gestión deportiva, sino que es un juego de rol: "Quizás lo tradicional es considerar que un juego de rol, en especial en el mundo del videojuego, es uno que versa sobre asuntos fantásticos [...] Pero la definición de "rol" es ponerte en una nueva piel y actuar en consecuencia, ser uno más en un mundo distinto. Y sí, para muchos ser el entrenador del equipo de fútbol de tu ciudad es una fantasía."
Dado que este juego no deja de ser un "excel" bastante detallado, la recompensa que logramos tras cada victoria es mucho más grande en nuestra cabeza que en la pantalla. La "película que te montas" al vencer en una liga complicada es mucho más poderosa que la animación de tus monigotes levantando una copa frente a confeti poligonal. No hay debate ahí.
Por ello, un día me levanté con una idea, quizás soñada esa misma noche, que era la de ser el manager en un proyecto hiperambicioso. ¿Qué pasaría si un multimillonario comprase un equipo en última división?, dado que el ascenso se da por hecho, ¿Qué retos encontraría un entrenador en ese proyecto?... Me parecía algo realmente interesante, y por eso me puse manos a la obra.
Uní el que nunca he entrenado a un equipo en Alemania y que sé que desbancar al Bayern de Múnich es todo un reto, así que bucee en la tercera y última división disponible de dicho país en Football Manager. La sorpresa fue encontrarme a todo un histórico como el Kaiserlautern en la 3.Liga. Abrí el editor y le puse unos 500 millones de euros en el banco y un nuevo presidente millonario.
Una forma diferente de jugar
Quizás lo más divertido de esta partida es que se juega de forma distinta a como yo siempre he jugado a Football Manager. Mi objetivo, además del obvio de ascender a la Bundesliga en el mínimo de años posible, era no despilfarrar el dinero e intentar pensar en cada euro que gastaba en una inversión. Iba a arrasar en tercera y segunda, sí, pero también buscaba crear un proyecto estable; pensar en el dinero añadido en el editor del juego como un préstamo que debería devolver.
De esa forma, no me volví loco fichando, ni descuidé apartados como mejorar las instalaciones o el equipo de empleados. De igual forma, el contar con tanto talento y prácticamente la capacidad de firmar a casi cualquier jugador del nivel necesario para ascender, me permitió desarrollar mis estrategias propias. He dedicado más tiempo que nunca a ajustar las alineaciones, los saques a balón parado o los entrenamientos.
Además de esto, era plenamente consciente de que llegado el momento, necesitaría contar con jugadores desarrollados en Alemania y con canteranos de mi club para poder participar en competiciones europeas; así como necesitaría cumplir con el Fair Play Financiero. De nada serviría comprar jugadores por 100 millones y ganar la liga, si se castiga al equipo sin competir en Europa, donde está el verdadero subidón económico que asienta a tu equipo en la élite. El proyecto ha de ser viable.
El cariño a los jugadores
Una base vital de Football Manager es el encariñarte con tus jugadores. Claro que es divertido fichar a los mejores Wonderkids del juego año tras año, pero cuando tienes tantas horas como yo en el juego, lo verdaderamente satisfactorio es ver como tus jugadores se convierten en élite total delante tuyo. Un ejemplo sería Donny Van de Beek, que firmé libre del Manchester United tras no tocar pelota allí. Después de un año, se revalorizó en los 50 millones y lo devolví a la élite con un traspaso.
También tengo wonderkids, no os penséis que no. Marlon Pulgarín, firmado por un millón de euros desde un equipo colombiano, es ahora uno de los mejores jugadores del planeta. Lorenzo Lucca, que me llevó a la Bundesliga con más de un gol por partido, se quedó sin sitio en el Arsenal a pesar de los 100 millones que me pagaron, tras firmar estos a Haaland en mi partida; ya con la Bundesliga bajo el brazo, lo volví a firmar por unos 60.
Ahora ya puedo ir al mercado y firmar a un Camavinga que se hartó de esperar su oportunidad en el Real Madrid o a un Trent Alexander-Arnold que busca nuevos retos tras ganarlo casi todo en el Liverpool. La evolución del equipo fue algo más que económica, y eso me hace feliz.
Y una moraleja
La moraleja que ha aprendido tras esta aventura con el Kaiserlautern es que esto no va de seguir las reglas del juego, sino de divertirte usando el armazón que este te proporciona. A lo que he jugado es, en esencia, un mod de Football Manager. Quizás no sea tan ambicioso como aquel que originó The Forgotten City, pero es tan válido como cualquier otro por una simple razón: me lo he pasado bien.
No debemos sentirnos culpables si queremos hacer trampas, cambiar el juego o usar trucos. Siempre que sea un juego monojugador que no arruine la experiencia de otras personas, debemos ser fieles a la segunda parte de la palabra "videojuego".
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