Quedan pocas cosas por decir de The Forgotten City. Nacido de un mod de Skyrim tremendamente exitoso, fue lanzado el pasado año como título independiente, cosechando un gran éxito de crítica y público. Une el uso de los ciclos temporales al estilo Outer Wilds, la investigación similar al genial Return of the Obra Dinn o la necesidad de dialogar para encontrar respuestas como si de Disco Elysium se tratase; pero usa una ambientación romana no tan vista en los videojuegos y un diseño tremendamente elegante. Uno de los mejores juegos del pasado año.
Pero mientras lo jugaba ayer del tirón, no podía dejar de pensar que, a su modo, era la mejor adaptación a un videojuego de la serie Perdidos. Vale, no salen Locke, Shepard, Sayid y el resto de personajes de la rompedora serie de principios de milenio, pero es imposible no ver la enorme cantidad de paralelismos entre el juego de Modern Storyteller y Lost.
Una isla y un misterio
En The Forgotten City tardamos unos pocos minutos en llegar a una ciudad subterránea poblada por ciudadanos romanos. No hay forma de salir, y poco a poco vamos viendo que este lugar alberga muchas más preguntas que las que nos responden los habitantes. Todos ellos llegaron de la misma forma, tras un hecho traumático; la mayoría tras el incendio de Roma del 64 después de Cristo. Y todos recordamos el vuelo 815 de Oceanic.
Más allá de la llegada de estas personas, la realidad es que lo interesante es cómo el escenario es un personaje más. En Perdidos, la isla es un misterio que no deja de crecer con cada capítulo, hasta irse desvelando en las últimas temporadas. En The Forgotten City, pasa lo mismo, ya que tras una capa superior de "OK son unos romanos aislados del resto", está la "Regla de Oro".
Los habitantes de la ciudad están sometidos a una especie de castigo comunitario: si alguno de ellos comete un pecado, todos serán convertidos en estatuas de oro. En Perdidos tenemos la sombra del señor de negro y el humo, un depredador que siempre mantiene la tensión entre los supervivientes.
De filosofía y personajes
En Perdidos iban bastante de cara. Todos los personajes cuentan con una referencia hacia un filósofo en su nombre. Desmond Hume, John Locke, Rousseau o Faraday, son sólo algunos de los que usaron durante la serie; buscando además que sus teorías filosóficas impregnen al propio personaje ficticio. En The Forgotten City se nos presenta en todo momento un debate filosófico tremendamente rico y bien planteado.
Temas como el castigo grupal, la diferenciación del bien y del mal, la naturaleza de los dioses o incluso si el entorno es quien marca las reglas o ha de ser uno mismo... Todo esto está en The Forgotten City. No es que citen a grandes sabios del mundo antiguo y reciten sus obras, aunque el bueno de Horacio destaca por hacerlo, si no que te hacen estar en ese debate y ser parte de él.
Hay un momento muy elocuente nada más llegar a la ciudad en el que Sencio, el magistrado de la misma, te argumenta porqué cosas como la esclavitud, el trato diferenciado a hombres y mujeres o la batalla a muerte en los coliseos, son perfectamente legales (y para él, no pecaminosos). Es una cuestión de perspectiva. Por cierto, Sencio acaba siendo bastante similar a Linus, el líder de "los otros". Llega a secuestrar a su propia hija para impedir que la gente se vaya de la ciudad, seguir siendo su líder y mantener la Regla de Oro.
Pero más allá de la filosofía, lo que quizás es más Perdidos de todo el juego son los personajes. Perdidos no iba tanto sobre porqué había un oso polar, o porqué Dharma quería tal cosa, si no de cómo interactuaban los personajes entre ellos, sus hilos comunes y las decisiones que les han llevado hasta donde están.
En The Forgotten City pasa justo esto. Llega un punto en el que de forma paralela al gran misterio, tenemos una gran historia de personajes. Todos ellos tienen un pasado concreto, pero también un rol en esta nueva sociedad utópica de algo más de 20 personas. Hay relaciones amorosas, odios, estafas y hasta acuerdos firmados que doblan la Regla de Oro.
Es imposible no encariñarse con Galerio, Duli o Georgio, a la vez que Malleolo seguramente no te caerá bien. Esta sensación de interconexión, de que realmente es una comunidad, se produce porque el juego está diseñado para que al avanzar en una misión secundaria, logres pistas para hasta otras cuatro tareas.
La religión y un final muy similar (spoilers)
Tanto en Perdidos como en The Forgotten City hay un momento en el que la religión toma protagonismo. En la última parte de la serie de J.J. Abrams y Damon Lindelof, se nos revela un relato sobre Jacob y el Hombre de Negro, muy bíblico, que habla sobre los "dioses" de la isla. Si nos vamos al juego, acabamos teniendo la presentación de Plutón, Hades, Osiris o Nergal, el verdadero creador de la Regla de Oro y responsable de este experimento sociológico con forma de apuesta llevado a cabo con su particular Caronte.
En el final canon, es decir, el que lleva más tiempo desbloquear y que es considerado como el "verdadero" por el creador del juego, llegamos a algo realmente interesante. Después de lograr vencer al Dios mediante la palabra y un pequeño truco al estilo Dormammu en Doctor Extraño, tenemos una reunión con la mayoría de los habitantes de la ciudad en un museo.
Es imposible no pensar en el final de perdidos y en esa iglesia en la que tenían cabida toda las religiones. Y lo cierto es que funciona como un final tremendamente satisfactorio. Es cierto que, como en la serie, no responde a todas las cuestiones, pero sí te da un final para todos los personajes tremendamente emotivo. Una última reunión en el teatro, pero esta vez cambiándolo por el museo de historia de Roma.