Me genera un poco de rechazo el purismo que hay en cierta parte del sector de los videojuegos. Especialmente, el que viene por parte de aquellos que intentan dar lecciones a los que llevamos más de 30 años viviendo entre cables y mandos. Así que, para esa gente, va lo siguiente: me he pasado Sifu en su nivel más fácil y no tengo ningún reparo en confesarlo.
Como sabéis, el juego de Sloclap se equiparó con los Souls o Elden Ring por su elevada exigencia. Pero, a diferencia de la obra de Hidetaka Miyazaki, el estudio indie responsable de este videojuego de artes marciales se ha querido acercar a más público. Por eso, hace unas semanas lanzaron una actualización añadiendo el modo "Estudiante", que rebajaba considerablemente el nivel de dificultad de la obra.
Sifunciona, se puede cambiar igualmente
Respeto profundamente la visión creativa de los estudios y que, como en el caso de los juegos de FromSoftware, la dificultad se vea ligada al contexto del juego, y al aprendizaje. Algo similar ocurre en Sifu, debido a sus particulares mecánicas de envejecimiento, donde pasan los años cada vez que nos matan y, si llegamos a cierta edad, aparece el Game Over. Una técnica de prueba y error que aquí sí que se penaliza, no como en los Souls, donde podemos morir en infinitas ocasiones sin que afecte a nuestra partida.
Cuando salió Sifu, empecé la partida. Lo estaba disfrutando muchísimo, pero me quedé atascado en el boss del segundo de sus cinco escenarios. Sé que con paciencia y empeño lo habría sacado adelante, como me ha pasado con Sekiro o con tantos otros juegos. Pero, a veces, los videojuegos son momentos y en esa época estaba bastante saturado mentalmente por asuntos personales. Además, había muchos lanzamientos como Horizon Forbidden West o el propio Elden Ring. Así que, simplemente, no me apetecía gastar energías en un juego que realmente me lo podía quitar de encima en una tarde.
Los videojuegos son un estado mental
Simplemente, ha sido un ejercicio que he llevado a cabo gracias a conocer mi cuerpo y estado mental. Ya hice la prueba de cómo era Sifu y me gustó, pero me iba a costar un tiempo para dedicarme en pleno a un juego que requiere exigencia y una predisposición. Porque, como todos sabemos, lanzarnos a ciertos videojuegos depende de factores externos, como el ánimo o el tiempo disponible. Al igual que no he empezado Persona 5 Royal porque no veo de dónde sacar 150 horas, tampoco me puse con Sifu en su nivel normal porque mis ánimos no son los adecuados para esa tarea; y no sé cuándo iban a serlo.
Podía haber esperado, pero ya ves. Al igual que me relancé a Returnal gracias a su modo cooperativo, he querido ver por qué la gente hablaba tan bien de Sifu. Quería llegar hasta el final, sin tener la necesidad de superar un reto personal, que ya bastantes tengo en mi vida. También entraba en juego la parte profesional, en la que completar el máximo de juegos posibles para estar mejor documentado para hacer mi trabajo; especialmente con aquellos que entrarán en las quinielas a los GOTY.
Y sí, los puristas me diréis que jugando en su modo fácil no he llegado a sentir el ambiente climático que querían transmitir sus creadores, a la hora de llevarme a un aprendizaje místico en el que aprender cómo esquivar golpes, lanzar contraataques y machacar a todos los enemigos a los que tenía que hacer frente. No digo que no podáis tener razón, pero me da bastante pereza ese debate, porque el disfrute es relativo. Y yo, de esta forma, he disfrutado mucho Sifu, porque en este punto de mi vida, no me apetecía generarme ansiedad simplemente por pasarme un videojuego.
No todos somos iguales
Aquí también entra en juego los problemas de accesibilidad que pueden tener ciertas personas a la hora de encarar un videojuego; esto ampliaría el debate considerablemente, pero creo que está bien que personas con menor movilidad o algún tipo de discapacidad, tengan más facilidades para acercarse a juegos que le llamen la atención. Al fin y al cabo, esto es para todos.
En mi caso, estoy de acuerdo que la dificultad es un elemento de transmisión de sentimientos a la hora de pasarme un videojuego. Como he dicho antes, con Sekiro dejé casi mi vida a un lado para cargarme a Genichiros y Monos sin Cabeza. No es cuestión de no poder, sino de ganas o de volvernos más selectivos a la hora de dedicarle esfuerzos a algo en la vida. Sé de sobra que, con tiempo y ganas, me podría haber pasado Sifu en su máxima dificultad; pero no me apetecía meterme en esa lucha. Y no me da ninguna vergüenza admitirlo. Hay muchos motivos por los que optar por una decisión así.
Por eso, creo que hay que eliminar un poco el estigma de los modos fáciles. No pasa nada por pasarte un videojuego de esa forma si lo que te interesa de esa obra es su historia o, simplemente, quieres "quitártela de encima" de tu lista de pendientes. Al fin y al cabo, el único purismo que debe importarnos es lo que nos haga sentir bien a nosotros mismos. No vas a ser peor jugador por ello.
Y Sifu me ha parecido increíble, por cierto.