Tras haber fijado su cita una semana antes, el día 2 de octubre de 2018 el periodista Jamal Khashoggi acudió al consulado de Arabia Saudí en Estambul con la intención de lograr los papeles necesarios para contraer matrimonio con una ciudadana turca. Allí le esperaban un grupo de asesinos que lo asfixiaron, ataron y desmembraron. Todos procedentes del reino absolutista y muchos de ellos desplazados en aviones propiedad del Public Investment Fund (a partir de ahora Fondo Soberano Saudí), organización dependiente del gobierno arábigo liderada por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
Defendido en su momento por el propio Khashoggi al haberse presentado como la alternativa moderada y reformista a una monarquía absoluta sin visos de terminar, bin Salmán ya se ha puesto al día y acumula varias infracciones a toda la legislación internacional. Bajo su mando se han vulnerado los derechos humanos más básicos y se han cometido crímenes de guerra. Una personalidad que ahora se mezcla con los esports por accidente después de que el Fondo Soberano Saudí del que es el máximo mandatario decidiese comprar ESL y FaceIt a través de una empresa subsidiaria denominada Savvy Gaming Group.
Este grupo está liderado por Brian Ward, uno de los máximos responsables de la era más oscura de Activision Blizzard (2004-2012) también autoproclamado como líder del lobby que preservó las apuestas online en los Estados Unidos. Por supuesto, su relación con los esports hasta ahora es la misma que ha tenido el Fondo Soberano Saudí: ninguna en absoluto. Él y Kadri Harma, ligada a empresas relacionadas con el desarrollo de videojuegos en Suecia (residencia fiscal de ESL), son los únicos occidentales que han querido hacer público en su perfil de LinkedIn que forman parte de la nueva aventura.
Una lavadora de miles de millones
Las organizadoras de torneos de deportes electrónicos no son conocidas por tener unos grandes resultados financieros. La empresa hasta ahora propietaria de ESL (Modern Times Group) cerró en negativo sus últimos ejercicios. Solo en el tercer trimestre de 2021 alcanzó unas ganancias netas de 45 millones de coronas suecas (cuatro millones de euros) que no compensan los seis meses de ejercicio previos a lo largo del año fiscal. Es cierto que crece en cuanto a ingresos totales, pero… ¿por qué el Savvy Gaming Group ha pagado 1.000 millones por ella?
La decisión está motivada por los grandes resultados que han tenido los vecinos de Arabia Saudí con sus diferentes inversiones en el ecosistema del entretenimiento mundial. La gran iniciativa es la del City Football Group. Bajo este nombre se agrupan una decena de clubes de fútbol repartidos por el mundo. El más destacado es, por supuesto, el Manchester City entrenado por Pep Guardiola. El club fue adquirido por el jeque Mansour bin Zayed en 2008, medio hermano del presidente de los Emiratos Árabes Unidos.
Aunque el Manchester City es un conjunto histórico del fútbol inglés llevaba décadas sin ser exitoso. Tras varios dueños desastrosos que no pudieron explotar uno de los equipos mejor situados gracias a geografía e infraestructura, llegó el jeque Mansour. Desde entonces los ‘citizens’ se han convertido en el equipo del mundo con mayor gasto neto en los últimos 20 años. Esta métrica hace alusión a la deducción entre el gasto en fichajes y los ingresos obtenidos por medio de la venta de los jugadores. El balance total es de unos -1.800 millones de euros. Por supuesto, dinero que sirvió para ganar la Premier League en repetidas ocasiones.
Si merecía la pena o no se demostró en 2018. En ese año, un ciudadano británico llamado Matthew Hedges fue condenado por espionaje en Emiratos Árabes Unidos en un proceso judicial que, para sorpresa de nadie, no cumplió con las garantías internacionales. En las redes sociales y los foros de opinión no tardaron en surgir las voces de ciudadanos británicos que desconfiaban de su compatriota y mostraban su fe en la justicia de los Emiratos. Muchos de ellos procedentes de la ciudad de Manchester y, en un nuevo enunciado sin sorpresas, habituales del Etihad Stadium en el que disputa sus partidos el City.
Tampoco debemos irnos tan lejos para entenderlo. Xavi Hernández aseguró que el sistema de Qatar funciona mejor que aquí y que se trata de un país en el que es muy fácil vivir. “Cómodo, acogedor y seguro” fueron las palabras elegidas por el técnico del FC Barcelona para hablar de una nación que compró ser la sede del próximo mundial de fútbol de la FIFA y dejó miles de muertos en el proceso de construcción de estadios. Sin embargo, también han fichado a Messi para el PSG y desde entonces en París ya nada importan los ‘accidentes laborales’.
Arabia Saudí llevaba intentado limpiar su imagen desde antes del asesinato de Khashoggi. Llegaron a acuerdos con la FIA, el Rally Dakar e importaron la Supercopa de España. Sin embargo, el proceso no funcionaba demasiado bien. Por eso reconocen abiertamente que la estrategia del Fondo Soberano Saudí de 2021 a 2025 consiste en realizar inversiones estratégicas que “incluyan el sector del entretenimiento”. Un proyecto que comenzó con la compra del Newcastle United hace unos meses y que sigue adelante con la adquisición de ESL por parte de Savvy Gaming Group.
El chantaje emocional como arma
La práctica que acabamos de describir se conoce como “sportswashing” y hace referencia al lavado de imagen que genera para un país, corporación o individuo su participación en el deporte (aunque es ampliable a todo el entretenimiento). Sin embargo, prefiero pensar en ella como un chantaje emocional a gran escala. Nada funciona como cuando Alemania quiso organizar los Juegos Olímpicos en 1936. Ahora, las grandes potencias quieren estar presentes en el día a día introduciéndose en grupos de pertenencia a los que hemos dedicado parte de nuestras vidas de forma que no podamos simplemente deshacernos de ellos.
La adquisición del Newcastle por parte del Fondo Soberano Saudí es un caso ejemplar. No solo se han hecho con uno de los grandes clubs de fútbol del panorama inglés, si no que se han convertido en su salvación. El anterior propietario era Mike Ashley. Este empresario se convirtió en uno de los más exitosos de todo Reino Unido con una cadena de tiendas especializadas en artículos deportivos llamada Sports Direct. Sin embargo, llevaba años sin invertir ni un solo euro en el club y utilizándolo para su beneficio personal. También perdió juicios por abusos laborales e incluso fue condenado por discriminar a Jonas Gutierrez, un futbolista muy importante para el club que sufrió cáncer testicular.
La llegada del Fondo Soberano Saudí se sintió como una liberación para los aficionados del Newcastle United, que se despedían del gran villano al frente del club. El grueso de la hinchada apoyó la compra y en los días posteriores pudimos ver a los fans de las urracas utilizar caretas con la cara de bin Salmán o acudir con vestimenta tradicional de Oriente Medio a St. Jame’s Park. Incluso la bandera nacional del país arábigo, que luce el lema “No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta”, fue mostrada en las gradas. Entre los que lo hacían, por pura estadística, podemos confirmar que había algún habitual de las misas dominicales.
La trampa de las compras por parte de clubs estado es sencilla. No se somete a las normas empresariales porque su intención no es obtener beneficio inmediato. La inversión es un plan a largo plazo para normalizar su existencia y modo de vida a ojos del resto del mundo con la esperanza de no cambiar sus tradiciones. Lo único que pretenden es tener a los aficionados contentos para que cuando el próximo Matthew Hedges sea condenado a cadena perpetua no haya demasiado ruido, para que se pueda impedir a las mujeres conducir o que todos los derechos de las personas homosexuales estén marcados con una cruz bien roja en Wikipedia que viene acompañada de una calavera en referencia a la posible pena de muerte.
Volviendo a Savvy Gaming Group, su apuesta principal será Counter-Strike: Global Offensive. Aunque el shooter táctico sigue en buena forma, arrastra problemas regionales desde hace años. Para mejorarlo han llevado a cabo una serie de promesas entra las que está luchar contra los tramposos, estabilizar la situación del competitivo en Norteamérica, mejorar la escena semiprofesional e incluso ampliar sus ligas femeninas. Una reconstrucción a fondo perdido que los fans de CS:GO venían demandando y que ahora podría convertirse en realidad.
Es el mismo truco que hemos visto, pero reinterpretado para aplicarse a un nuevo sector. De nuevo no podemos pedir a quienes llevan 20 años disfrutando del competitivo de CS:GO que se retiren de él, igual que es imposible exigir a ese joven que iba con su abuelo a ver al Newcastle United que ahora repudie al club que lo conecta con un familiar quizá fallecido. Un problema que se hace más grave conforme pasa el tiempo y vamos olvidando la intención última. Perdonamos a quienes son buenos con nosotros, sin darnos cuenta de que solo nos utilizan para su beneficio personal. ¿A quién no le suena esa historia?
La respuesta arrebatada
Cuando Arabia Saudí trató de entrar por primera vez en los deportes electrónicos patrocinando la LEC de League of Legends, tanto la comunidad como muchos empleados de la desarrolladora reaccionaron de forma tan negativa que Riot Games no tuvo más remedio que deshacer el acuerdo. Pero esta vez estamos ante una situación distinta: ante la imposibilidad de participar mediante inversiones de patrocinio, el gobierno de Arabia Saudí ha tirado las piezas del tablero para apropiarse de él. No solo ha comprado ESL, si no que ha despojado de respuesta a los fans del competitivo de los diferentes juegos en los que opera.
Frankie Ward es uno de los casos paradigmáticos. Vinculada a la escena competitiva de Counter-Strike desde 2018 y habiendo participado en las retransmisiones de decenas de torneos, ha anunciado que abandona todo aquello que tenga que ver con ESL, DreamHack o FaceIt. Asegurando que en este caso “no hay marcha atrás”, ha decidido despedirse “de su mayor cliente”. Dimisión en diferido por culpa de unos cuantos acuerdos publicitarios firmados antes de que el acuerdo entre ESL y el Savvy Gaming Group del Fondo Soberano Saudí tuviera lugar y que le obligarán a crear unos cuantos contenidos que no tardarán en vincularse a una supuesta aceptación de la nueva realidad.
Los esports nunca han escapado a las normas del mercado. Como el deporte espectáculo, su evolución está ligada al concepto de la monetización del ocio. Las empresas quieren ganar dinero convirtiendo en negocio lo que era pura pasión. Esta situación no necesariamente era negativa mientras éramos tan pequeños que no le importábamos a nadie. Sin embargo, ha derivado en nuevas amenazas provocadas por un mercado sin regulación concreta. No se amparan por el interés general y su naturaleza plurinacional impiden evitar que las empresas lleven a cabo este tipo de operaciones.
Callejón sin salida aprovechado de una forma particularmente hábil por quienes cuentan con la ‘expertise’ requerida en este tipo de operaciones. La naturaleza privada hace casi imposible que surja un órgano regulador que pueda decidir sobre este tipo de asociaciones o tenga poder para frenar operaciones que supongan la venta de nuestros principios. Mohamed bin Salmán, la misma persona a la que decenas de organizaciones internacionales señalan responsable de ordenar asesinar y descuartizar a Jamal Khashoggi, es ahora uno de los mandamases de los esports. Todo gracias a un elaborado plan del mismo gobierno saudí que se reserva el derecho a condenar a muerte a homosexuales
Mejor será que lo recordemos la próxima vez que ESL muestre en su perfil de Twitter banderas a favor del movimiento LGTB.
Para que alguien gane, alguien tiene que perder. Y seguramente Excel se ha cansado de ser de los segundos. Así vemos uno de los fichajes del año en League of Legends.
