Lillia fue uno de los estrenos de campeones que dio la razón al modelo a largo plazo de Riot en League of Legends. Durante meses, fue considerada por muchos como el personaje perfecto, al mantenerse en unas estadísticas aceptables sin haber recibido cambios desde su llegada a la Grieta del Invocador. Sin embargo, su excesiva presencia competitiva ameritó un cambio a la cervatilla que, desde entonces, la ha situado en lo más profundo de la clasificación si atendemos a su ratio de victorias.
Unas estadísticas desastrosas, pero insuficientes
Actualmente, la campeona se sitúa en una media de victorias del 44,83% en la jungla atendiendo a toda la distribución de rangos del juego. Un dato nada esperanzador que solo mejora hasta el 45,98% si ponemos el ojo en los jugadores situados en las ligas de platino o superior y hasta el 46,73% en los rangos que Riot Games reconoce como élite a la hora de realizar ajustes a campeones (Diamante 2 y superior).
La situación es problemática. Pese a sus desastrosas estadísticas en lo referido a victorias, la campeona no cumple con todos los requisitos impuestos por Riot Games para decidir cuando es necesario aplicar una mejora. Su presencia en la fase de selección en las categorías más elevadas del juego y en la escena profesional imposibilitan llevar a cabo modificaciones de cara a la versión 11.8 en caso de que la desarrolladora quiera ajustarse a las normas establecidas.
Así, Riot Games parece ser presa de sus propios criterios y estar atada de manos a la hora de cambiar a Lillia. Esta situación ya ha acontecido a lo largo de lo que va de temporada 11 en League of Legends. Fue con Kai’Sa, un caso inverso en el que tardaron semanas en aplicar reducciones de poder debido a su propia normativa sobre cuándo deben entrar en acción los ajustes. ¿Debería la desarrolladora revisar estos parámetros?