Tras los desastres de Aphelios y Senna, Riot cambió la forma en la que lanzaba nuevos campeones a League of Legends. La desarrolladora comenzó a tomar una perspectiva algo más conservadora y prefiere que los personajes tengan algo menos de poder cuando llegan a la Grieta del Invocador para ir ajustándolos en positivo desde el momento de su debut y pensando en el largo plazo más que en la inmediatez.
Esta filosofía no tardó en ponerse a prueba con Volibear, que llegó con un porcentaje de victorias ridículo que desde Riot supieron ajustar. Fue, sin embargo, el lanzamiento que peor salió de todos los que estaban planeados y puso en jaque los planes de la desarrolladora. Pese a ello, echando la vista atrás y con este borrón en su historial, han tenido buenas sensaciones con el resto de los campeones que han lanzado últimamente.
En general, las cosas empezaron regular. Antes de Volibear llegó Fiddlesticks, que necesitó algunos cambios, pero alcanzó muy pronto un buen estado de forma. Desde entonces, se ha ido redirigiendo el timón. El lanzamiento de Lillia en el pasado parche 10.15, por ejemplo, es considerado como el mejor en mucho tiempo y el único con el que Riot se permite el lujo de ponerse un sobresaliente.
Yone, el último en llegar a la Grieta del Invocador, también demuestra estar bastante equilibrado. En el caso del hermano de Yasuo ha habido que quitarle algo de poder, pero en términos generales Riot se ha quedado muy cerca de la perfección.
Los ajustes tendrán que seguir llegando, pero esta filosofía de cara a los nuevos campeones está siendo el acercamiento correcto. Necesitamos más nuevos personajes que salgan en el estado de Lillia que en el de Volibear, pero son pasos en la buena dirección.