Si os soy sincero, no entendía las críticas hacia Riot Games durante estas últimas semanas por el estado del metajuego de Teamfight Tactics. Tras unos cuantos meses de esta beta, todos estamos de acuerdo en que el hastío por parte de los jugadores para con el título era más que justificado. Sin embargo, era el momento de que viéramos el bosque y no los árboles.
Y es que si nos detenemos a admirar la big picture, está claro que desde hace unas semanas, todo en TFT giraba alrededor del nuevo set perteneciente a "los elementos se alzan", la temática de esta pretemporada en League of Legends. 51 nuevas fichas (vale, alguna repite), nuevos orígenes y clases, además de un tablero nuevo y cambios al sistema de juego eran un cambio necesario.
Optimización de recursos
Poco sentido tendría tener a gente trabajando en mantener fresco y balanceado un set de fichas que apenas duraría un parche más desde el anuncio del 16 de octubre. Sería un desperdicio de recursos incluso para Riot Games, empresa que cuenta con cerca de 2500 trabajadores, centrarse en algo que tenía los días tan contados como era el primer set de Teamfight Tactics.
El desarrollo en paralelo del estudio californiano es una práctica conocida, y más cuando nos han mostrado hasta seis nuevos juegos hace apenas una semana. Eso sí, los estándares de la comunidad y de la propia Riot hacen necesario cierto número de personas testando y limpiando los bugs de algo que tiene que salir dentro de unos baremos admisibles.
El posicionamiento de las fichas
Pero vamos más allá del golpe de aire fresco que supone el simple cambio de las fichas y sus ventajas, que no es pequeño. El Set 2 tiene la ventaja de contar con meses de experiencia con el juego por parte del equipo de balance; y al tratarse de un cambio tan drástico, se atreve a cortar de raíz problemas que ya estaban siendo evidentes también para los jugadores de Teamfight Tactics.
Uno de ellos es el posicionamiento de las unidades. Hasta ahora apenas existían un par de formas de distribuir a tus fichas por el tablero: o en un paquete en una esquina, o en una fila en la parte trasera. Los Hextech llegaron para solucionar esto al bloquear el efecto de los objetos en un área, pero demostraron ser la prueba viviente de la expresión "matar moscas a cañonazos".
El Set 2 responde a esto con dos cosas. Por un lado tenemos una fila en cada lado del tablero, dando más posibilidades al jugadores; y por otro las casillas elementales. Esta última novedad hace que haya hexágonos concretos que cuenten con ventajas para las fichas depositadas allí como regeneración de maná o % de esquive. Un factor más a tener en cuenta, pero no negativo como el Hextech, si no positivo para quien le saque partido.
Más variedad que nunca
Metámonos en el meta. Podemos señalar dos problemas principales a la hora de balancear el primer set de Teamfight Tactics: por un lado las pocas combinaciones viables entre ventajas y por otro lo poco rentables que eran las sinergias de pocas fichas frente a los tiers superiores. ¿Para qué tener dos cazadores cuando puedes tener cuatro o tres yordles cuando puedes usar seis?
Es evidente que aún es muy pronto para que todos tengamos claro que tácticas son las que están muy por encima del resto, por lo que la variedad en composiciones tiene todo el sentido del mundo. Sin embargo, es evidente que la cantidad de maneras en las que podemos mezclar a los campeones es muy superior al Set 1; y si no lo creéis, preguntadle a Qiyana y Lux con su origen fluido. Y esa variedad repercutirá en el tiempo que tardarán en aburrirse los jugadores de este "TFT 2".