Menos mal que trabajo desde casa y que cuando respondo correos electrónicos no se me puede ver la cara, porque de lo contrario todo el mundo se podía haber dado cuenta de cómo se me desfiguró cuando me dijeron que tenía que probar un teclado sin apartado numérico. “Tenkeyless” es una idea de marketing de esas que no va a convencer a todo el mundo y yo era el negacionista más absoluto de eliminar el espacio matemático. Sin embargo, el trabajo es trabajo y había que dejar de lado los prejuicios para probar esta versión del Razer Huntsman V2.
No todos los días se tiene la oportunidad de darle un tiento a un producto premium y menos de una marca en pleno proceso de reconstrucción. Históricamente, Razer ha ido asociada a las lucecitas led y los switches con ruidos juguetones. Sin embargo, algo está cambiando en la compañía estadounidense, que ya no solo compite por hacer los productos más chulos y resultones, también por unos estándares de calidad elevadísimos que justifican un uso práctico y no necesariamente llenaran nuestra habitación de colorines.
La traición de la memoria muscular
Mi primer contacto con el Razer Huntsman V2 Tenkeyless no fue el más apropiado. En cuanto llegó el repartidor decidí conectarlo. Todavía tenía media jornada de trabajo por delante, pronto me di cuenta de que este periférico y yo íbamos a tener un problema. El tamaño reducido y la ausencia de “num pad” me hicieron pulsar varias veces sobre el escritorio esperando poder atinar en el “Enter” de un teclado numérico que no existía. También me dieron problemas algunos artículos que requerían matemáticas o escribir mucho números. Afortunadamente son una minoría, pero uno de mis debuts con este teclado recopilaba curiosidades numéricas sobre la próxima campeona de League of Legends.
Es un proceso de adaptación extraño. Aunque estos teclados se llamen “tenkeyless” en referencia al hecho de contar con diez teclas menos, lo cierto es que se le han sustraído unas cuantas más y, durante los primeros días, vamos a intentar pulsarlas en muchas ocasiones. Es una tarea automática que llevamos a cabo tirando de pura memoria muscular. Igual que cuando llevamos tiempo jugando a la consola, no necesitamos estar constantemente pensando dónde están los botones. Nuestro cerebro – y nuestras manos – saben exactamente cuál es el movimiento necesario en cada instante.
La memoria muscular es traicionera y no es fácil abandonar una costumbre que hemos mantenido durante años. Si todavía no conoces los teclados “tenkeyless” como este modelo del Razer Hunstaman V2 vas a sufrir un poco. Sin embargo, os puedo adelantar una conclusión antes de que encasilléis el periférico en un “no me lo compro” de manual. En cuanto han pasado un par de días o si directamente no trabajáis delante del ordenador, os vais a dar cuenta de que siempre os han sobrado unas cuantas teclas.
En cuanto a teclados, menos es más
Puede que estéis de acuerdo– y puede que no – con la idea de que un buen ordenador es, con mucha diferencia, la mejor plataforma para jugar a videojuegos. Sin embargo, la obviedad es que el público de PC ha cambiado con el paso del tiempo. Cada vez hay más personas que utilizan este sistema solo para divertirse y, cuando lo pensamos, resulta bastante ridículo que utilicemos para esto el mismo teclado que en una frutería o despacho de contabilidad. Ahora profundizaremos en esto, pero simplemente no estamos eligiendo el periférico más eficiente para lo que queremos hacer.
Es algo que se ha ido solucionando con el tiempo en cuanto a funcionalidad. Una amplia variedad de los teclados de Razer además de este Hunstman V2 cuentan con switchs ópticos que ofrecen una tasa de respuesta de 0,2 milisegundos y diferentes configuraciones para que podamos pulsarlos con una fuerza mínima o teclas de doble inyección. Sin embargo, en este proceso muchos nos hemos olvidado de un básico que un básico que no requiere tecnología punta ni obliga a las empresas a contratar un departamento de investigación y desarrollo: la ergonomía.
Si somos capaces de mantener las funcionalidades de un teclado y unas buenas dimensiones que lo haga cómodo para las tareas más habituales, cuanto más seamos capaces de reducir su tamaño, mejor. Más todavía si tenemos en cuenta que el 99% del tiempo que lo estamos utilizando solo hacemos uso del núcleo central que incluye las teclas, la fila numérica superior y los símbolos básicos de escritura. A estas funciones hay que sumar unos añadidos no tan habituales, pero imprescindibles. Teclas como F5, F4, Imprimir Pantalla o flechas de dirección pueden hacernos un apaño al que no queremos renunciar.
Sin embargo, contar con funciones duplicadas solo por si acaso no es la mejor de las ideas. En cuanto renunciamos a ellas gracias a los “tenkeyless” nos damos cuenta de que podemos mover el teclado, girarlo en una posición más cómoda para jugar o que el movimiento que repetimos cien veces al día de pasar la mano derecha del periférico de escritura al ratón es mucho más ágil. Parece una tontería, pero al final del día podemos repetir ese gesto unos cuantos centenares de veces y que todo sea más compacto es una verdadera bendición.
¿Merece la pena el Razer Hunstman V2 Tenkeyless?
Tras casi dos semanas de uso extensivo tanto para jugar (sobre todo a shooters) como para trabajar, yo tengo claro mi veredicto. Solo cambiaría el teclado que amablemente nos ha proporcionado Razer para hacer esta crítica por uno personalizado. Es cierto que el precio es elevado, aunque no desproporcionado si tenemos en cuenta sus prestaciones. Sin embargo, hace apenas medio año que había comprado mi último teclado, habiendo desembolsado 150 euros por él. Ha estado cogiendo polvo las últimas dos semanas y mucho me temo que así será hasta el fin de los tiempos.
Foto: Digitaltrends