Queda algo menos de un mes para el lanzamiento de Digimon Survive. Para los que nos consideramos fans de los monstruos digitales, se trata de un evento esperadísimo, ya que lleva anunciado desde 2018 y parecía estar en un infierno de desarrollo que podría haber acabado con su cancelación.
Los videojuegos de Digimon, con la salvedad de los celebrados J-RPGs Digimon Story: Cyber Sleuth y Hacker's Memory, son títulos con varios puntos en común: apelan a la nostalgia, no suelen ser brillantes, y marcaron a una generación. Pueden parecer puntos inconexos, pero la realidad es que a pesar de contar con una licencia enorme detrás, no han acabado de saber sacarle partido para hacer juegos inapelables, quedándose, como mucho, en la barrera de los disfrutable si se analizan a día de hoy y desde un prisma no manchado por los recuerdos de la infancia.
Pensando en Digimon Survive me acordé de mi infancia jugando a Digimon World y Digimon World 3 en PSX. Del primero ya os conté que era un juego que ni siquiera tenía final en occidente por culpa de un bug, pero del segundo nunca hemos hablado. Y lo cierto es que era un título del que guardo un gran recuerdo, quizás algo propio de alguien que lo compró de salida cuando tenía 10 años.
Muy distinto a los otros Digimon World
Mientras Digimon World era un mundo estanciado en el que necesitábamos reconstruir Ciudad Digimon combatiendo con nuestro compañero en luchas semi-automáticas, en la segunda parte pasamos a tener un Dungeon Crowler en el que nos movíamos por mazmorras hasta encontrarnos con enemigos, a los que combatíamos en el clásico combate por turnos 3vs3.
Ese combate se mantiene en Digimon World 3, pero la navegación por el mundo nos recuerda a otros J-RPGs clásicos con vista isométrica, fondos prerrenderizados y sprites sobreimpresionados. De hecho, la historia no es la de un niño elegido, sino la de uno que va con sus amigos al mundo digital para vivir aventuras como si de un MMO en realidad virtual se tratase. El problema es que unos ciberterroristas atrapan al jugador y a sus amigos en el mundo digital.
Para un niño de mi edad por entonces, esto ya era un gancho potente. Si hay algo que tienen en común las tres grandes historias de mi época (Digimon, Pokémon y Harry Potter), era que te hacían creer que tú podrías ser protagonista. Que un día un móvil te llevaría al mundo digital, que si hubieran Pokémon en este planeta te irías de casa para ser entrenador, y que a los 11 años podría llegarte la carta de Hogwarts.
Una gran lista de Digimon y la espectacular ADN digievolución
Al empezar se nos daba la opción de elegir el pack de Digimon que nos acompañará en la aventura. No era una decisión definitiva, porque podríamos encontrar otros o evolucionar los nuestros, pero sí que nos recuerda de forma inequívoca al clásico Bulbasaur, Charizard o Squirtle. Teníamos tres opciones:
- Pack Potencia: Agumon, Monmon y Renamon
- Pack Maníaco: Guilmon, Bearmon y Patamon
- Pack Balanceado: Kotemon, Patamon y Renamon
Por supuesto, teníamos evoluciones a nivel Campeón, Ultimate, Mega y, quizás lo más espectacular: las ADN Digievolución. A diferencia de las evoluciones normales, estas sólo se podían usar para hacer un ataque potente antes de volver a contar con nuestros digimon "componentes".
Lo que recuerdo son dos cosas: eran unos ataques espectaculares... Bastante más que el daño que acababan haciendo. Estas ADN Digievolución me conquistaban por apelar a un niño al que Digimon 2 se grabó a fuego en su cerebro, incluyendo este tipo de evolución aparecida en esa segunda serie animada. Pero al final un ataque normal de uno de tus compañeros bien entrenados acaba por hacer más daño.
Un juego de cartas adictivo
No sé estimar la cantidad de horas que dediqué a Digimon World 3 en PSX, pero sí os puedo decir que una buena parte fue jugando a Card Battle. Siguiendo la estela de Final Fantasy VIII y su genial Triple Triad, Digimon World 3 incorporó un juego de cartas que nos dejaba desafiar a multitud de NPCs. Para sorpresa de muchos, no era en absoluto un juego simple y adictivo, sino que era realmente profundo.
Teníamos varias fases de juego, cartas de muchos tipos y la posibilidad de reaccionar a las jugadas del rival. Por si esto fuera poco, había sobres, tiendas de cartas y la dificultad aumentaba a medida que mejoraba el carisma de nuestros digimon.
Luego aprendí que tenía problemas graves, ya que no dejaba de ser un cara o cruz por empezar a jugar antes a causa de su sistema de contras. Si usas una carta para eliminar un digimon que acaba de invocar, te pueden contraatacar con otra... Y entonces ahí se acaba. Pero a pesar de esto, era un añadido profundo y que acompañaba a la historia durante no pocas horas.
La crítica acabó con él, pero los fans lo recuerdan con cariño
Es evidente que era un juego con unas animaciones mejorables, un ritmo bastante lento en la mitad de la historia, y recuerdo haber tenido bastantes problemas a la hora de saber a dónde me tocaba ir en cierta parte de la misma... Y a pesar de eso, jugué una enorme cantidad de horas. Pues parece que en la época no gustó en absoluto.
Según Metacritic, el juego alcanzó un 47 de 100 al hacer la media de las notas de las 6 críticas disponibles. Una de ellas, la revista oficial de PlayStation de Estados Unidos, decía lo siguiente: "Profundamente mediocre, el tipo de juego que sólo los digi-fans hardcore apreciarán".
Con 232 reviews de jugadores, el título se va hasta el 8.6 de media, evidenciando las diferencias entre esos fans de Digimon y la crítica. Quizás haya veces en las que la nota no significa más que si algo nos gusta, eliminando todo tipo de raciocinio del proceso. Por si acaso, no sé si volveré a jugar a Digimon World 3, porque puede que me guste más el juego que hay en mi memoria que el del CD.