Vivimos tiempos extraños en la industria de los videojuegos. Estamos dejando atrás una pandemia que ha provocado que todo cambie. Es lógico. Los eventos y las presentaciones se han vuelto digitales, algo que a la prensa nos resulta bastante más cómodo y práctico, pero también tiene menos encanto. Pero, no solo eso, también ha cambiado la forma de comunicar y, en un sector en el que cada día es una lucha por destacar ante la multitud, resulta difícil comprender algunas decisiones.
Vivimos unos días en los que recientemente se ha anunciado la cancelación del E3 2022. La feria de videojuegos por antonomasia necesitaba un cambio de rumbo drástico y todo lo derivado por el coronavirus ha acabado por rematarlo. Ya llevaba años terminal debido a que las grandes editoras preferían organizar sus eventos propios para evitar que anuncios en los que llevaban años trabajando quedasen enterrados por otros en cuestión de minutos. Aunque es algo terrible para los juegos indie, que pierden un altavoz inmenso para ser descubiertos, y no lo tienen tan sencillo como los AAA.
El cambio de tendencia comunicativa es evidente en el sector. Parece evidente que todo es muy diferente a como lo era hace algunos años. Y no es nuestro objetivo ponernos nostálgicos diciendo que antes todo era mejor. Pero sí que se pueden hacer las cosas con bastante más alma. Eso se está perdiendo y los videojuegos sin ese sentimiento, sería algo así como el fútbol sin afición. Como eran los estadios vacíos en plena cuarentena.
La era del mínimo esfuerzo
Todo esto viene porque he visto un tuit del compañero y amigo Dani Acal, redactor jefe de la mítica revista PlayManía, con el que estoy muy de acuerdo, a colación de los últimos anuncios que han tenido lugar en el mundo de los videojuegos.
Creo que no somos pocos los que sentimos que hay cierta desidia a la hora de comunicar, y esto trata de generar ilusión desde el principio. En los últimos días hemos visto cómo se ha confirmado el desarrollo de un nuevo Tomb Raider casi de tapadillo en mitad de un vídeo sobre las bondades de Unreal Engine 5, y el remake de los dos primeros Max Payne en un comunicado de prensa más frío que la Finlandia de Remedy.
Vale que son dos sagas reconocidas en todo el mundo y que se bastan con algo tan simplista para generar expectación. Pero también creo que es una falta de respeto a los fans de ambas licencias que, anuncios tan esperados, tengan una puesta en escena tan triste. Es cierto que, si no tienen nada más que mostrar, no pueden hacer demasiado, pero son anuncios que pueden hacerse esperar hasta tener algo tangible con lo que ilusionar.
Saber que están ahí no es suficiente. Tampoco lo es un simple teaser de 10 segundos con el logo del juego, como hemos visto en los últimos tiempos con The Elder Scrolls 6 o Metroid Prime 4, para después estar años sin saber absolutamente nada más. No estoy pidiendo que todos los juegos tengan jueguecitos de marketing como algunas de las presentaciones lideradas por Hideo Kojima, que llegó a juntarnos a miles de personas en una página web para desbloquear el visionado de un tráiler. Tampoco despropósitos aberrantes como lo de Abandoned. Pero sí algo más de hype e intentar transmitir ilusión desde el principio. Un señor desconocido hablando a cámara diciendo que ya están trabajando un nuevo Tomb Raider, no lo hace.
Queremos emocionarnos, por favor
Creo que aquí, los streamers más populares del mundo pueden ser un ejemplo y están tomando, no solo el relevo de la televisión a la hora de comunicar, sino que están explorando lo bueno hecho por los videojuegos en los últimos años y se lo están llevando a su terreno. Uno de los mejores ejemplos es la expectación generada por TheGrefg en el evento de presentación de algo tan simple como una skin de Fortnite.
Si los streamers más populares están demostrando que es posible que incluso nos emocionemos con carreras de karts o combates de boxeo sin haber visto una velada en nuestra vida, no entiendo cómo los estudios de videojuegos se limitan, simplemente, a poner un tuit diciendo que una de sus sagas más queridas tiene una nueva entrega en desarrollo. Esa frialdad me preocupa, y más cuando tiene lugar en pleno auge de la era audiovisual y la comunicación. Algo me falla.
Creo que los videojuegos tienen la función de entretener, y no solo una vez que arranquemos los títulos en nuestro sistema. Todo comienza desde la ilusión que se muestra desde su presentación. Como cuando tu equipo favorito quiere hacer un fichaje estrella y empiezas a imaginártelo con su nueva camiseta en el estadio, hasta el momento en el que por fin lo ves. Anunciar videojuegos es igual. En este caso, se trata de animar al consumo y pensar día y noche en el momento en el que por fin estarás a los mandos de esa aventura. Sinceramente, dudo que en dos semanas me acuerde de que hay un nuevo Tomb Raider o un remake de Max Payne en desarrollo.