Al ver el segundo Acto de Arcane no podía dejar de pensar en la primera trilogía de Mistborn, en concreto en el primer y segundo libro: 'El imperio final' y 'El pozo de la ascensión'. El primero de ellos es una presentación de mundo y de personajes realmente interesante, mientras el segundo amplía el mundo de una forma enorme, y pasamos a hablar de su política, el día a día de los habitantes de Scadriel o un tono más maduro. Eso es exactamente lo que sentí al ver los capítulos 4, 5 y 6 de Arcane.
Si el primer Acto de Arcane fue una presentación de mundo y personaje sublimes, el segundo nos sumerge de lleno en una historia con más ramificaciones. Los personajes son más complejos que antes tras los 10 años que han pasado, permitiéndoles crecer y añadir nuevas pulsiones e intenciones a sus actos y pensamientos. Pero también ha crecido el mundo: ahora los bajos fondos se han radicalizado bajo el yugo de Silco, y el oropel de Piltover parece haberse manchado por una corrupción tan evidente como enquistada en su núcleo.
Es como si ese primer Acto hubiera sido visto desde los ojos infantiles (aunque curtidos en los bajos fondos) de Powder y Vi, o los soñadores de Jayce. Tras el giro dramático del tercer episodio, la mirada ha cambiado. Los personajes ya no son gente ilusionada por el futuro o contenta con su presente; son personas con un bagaje emocional tremendamente abultado y que están, o bien directamente rotos como Powder/Jinx, o en camino de hacerlo.
De hecho, el primer golpe de efecto en el cuarto episodio o es otro que una demostración de que Powder apenas está con nosotros. Jinx pasa al mando y causa estragos hasta el punto de llevar rápidamente la situación entre los diversos actores implicados en la serie a un punto de no retorno. Y de fondo, vemos como aparece un nuevo grupo como son esos luchadores con aerodeslizadores de los que no sabíamos nada.
Aunque la trama entre Vi y Jinx es bastante arquetípica, ya sorprendió por su crudeza en el primer Acto. Esto lo podemos ver amplificado, porque Jinx tiene ahora unos episodios mentales mucho más acentuados que los que vimos en los momentos traumáticos del primer acto, y porque Vi es ahora alguien incluso más fuerte, a la vez que tremendamente solitaria.
Eso sí, donde el tono cambia por completo es en la trama de Piltover. De la ceremoniosidad de los tres primeros episodios, pasamos a un aroma a podrido, casi a bomba de castillo de naipes que sólo necesita una racha pequeña de viento para desmoronarse. Toda la tecnología y el crecimiento de la Hextech se ha puesto sobre un soñador sin perspectiva como Jayce, un científico cansado de estar en la sombra como es Viktor, y un consejo que sólo ve las oportunidades económicas sin detenerse en la desigualdad creciente entre Piltover y Zaun.
Pero más allá de esto, a nivel personal me quedo con el quinto episodio. Dejando de lado mi querencia por League of Legends y sus personajes, este capítulo es de lo mejor que servidor ha visto a nivel audiovisual en todo el año 2021. La conjunción de momentos clave para muchos personajes, atrevimiento a la hora de tomar decisiones arriesgadas con ellos y una presentación visual directamente descollante, completa el trato.
Más allá del momento 'Eyes wide shut', el crecimiento de Silco como villano y su relación con Marcus o el equipo tan interesante entre Vi y Caitlyn que todos estábamos esperando, venimos a hablar de esa escena clave para Viktor y Jayce. La superposición de imágenes entre lo que le está sucediendo al niño mimado de Piltover y al socio en la sombra de este, es brillante. Mientras uno consuma un acto que no tiene vuelta atrás con Mel, el otro empieza a verse sin tiempo para desarrollar todo lo que quiere.
Ese uso de dichas escenas a la vez es lo que permite narrar de forma visual la diferencia que ya hay entre uno y otro, pero también unirlas mediante un elemento como es la sangre, como es el fluido vital. Mientras uno se eleva a los cielos con esa metáfora celestial usada, el otro desciende a los infiernos para encontrar una solución que de sentido a su vida, pero que también permita alargarla. Un momento que define lo ambicioso que han sido Riot y Fortiche con Arcane, y que esta serie está lejos de ser un producto creado por la mercadotecnia del videojuego.