La ESL One Cologne será el primer torneo presencial de Counter-Strike desde que comenzó la situación de pandemia. Una situación especial que desde ESL han querido celebrar de una forma muy peculiar que no ha terminado de convencer a todos los aficionados: la creación de “tokens” no fungibles o NFT. Autoproclamadas piezas de arte digital vendidas por la compañía que nos aportan el derecho de propiedad de un bien que queda registrado en nuestra cartera de criptomonedas.
El milagro del blockchain, sin embargo, no ha convencido a toda la comunidad de CS:GO. La guía de compras ha requerido de un extenso tutorial en cuatro pasos que, entre otras cosas, nos obliga a disponer de la divisa Ethereum (nada de dólares o euros) para transformarlas en Polygon mediante una operación llevada a cabo en nuestra cartera de criptomonedas. Un proceso en el que por supuesto se nos cobran tasas por la conversión.
Si hemos superado este traumático proceso, podemos obtener a cambio unas cuantas pegatinas similares a las que Valve ofrece en cada Major. La diferencia es que en este caso el precio oscila entre los 23 y 46 dólares y no se la podremos pegar a las armas de nuestro inventario. Todo de lo que disponemos es de un certificado de propiedad digital como, por otra parte, ocurre siempre con este tipo de productos catalogados como NFT.
Desde ESL han asegurado que el proceso se ha llevado a cabo de esta forma para minimizar el impacto ambiental e incluso han hecho una importante donación a una organización ecologista alemana para que se planten árboles “que sobradamente compensen la huella de CO2” de la creación, venta y blockchain de los NFTs vendidos. Algo que no ha evitado que la decisión sea criticada.
Criptomonedas, NFTs y apuestas están siendo capaces de proliferar en los deportes electrónicos y han encontrado en Counter-Strike un reducto perfecto. Mientras que otros esports prohíben estos patrocinios por su naturaleza peligrosa o nociva para el consumidor, Valve no parece dispuesta a regular su mercado.