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Después de ocho expansiones, la última a mitad de camino, ya se va viendo una escala en el contenido de World of Warcraft. Las aventuras que nos han llevado a explorar Azeroth y más allá nos han acompañado a lo largo de 17 años de altos y bajos en el contenido que Activision Blizzard, actualmente, ha producido. Aunque a priori iba a contar con la versión Vanilla/Classic/Base su contenido es demasiado tosco y su primera expansión resume su sistema y jugabilidad. He preferido obviarla y centrarme en su contenido adicional, donde reside toda la fuerza de este clásico MMORPG.
8. Battle for Azeroth
Lanzada en agosto de 2018, la penúltima expansión tiene el dudoso honor de ser la peor expansión de todas. Se lo ha ganado a pulso, no solo por introducir las barreras de tiempo para limitar el contenido disponible, si no también por ser una expansión en la que confluyen un montón de hilos deshilachados de historia, reviviendo la vieja rivalidad entre la Horda y la Alianza que a estas alturas estaba más que superada. Su poca originalidad la hace la más irrelevante de todas las expansiones.
7. Warlords of Draenor
Lanzada en noviembre de 2014, a pesar de aportar mucho en cuanto a un trasfondo desconocido, tener un sistema de misiones bastante agradable y algunas ideas positivas, su historia introdujo unos viajes espacio-temporales con reglas que ni sus desarrolladores se aclaraban en su funcionamiento. La fortaleza a pesar de ser una buena idea cobró demasiada importancia dando lugar a problemas relacionados con las profesiones. La guinda se la llevó con varios recortes de contenido que dejaron a esta expansión atada a la monotonía.
6. Shadowlands
Lanzada en noviembre de 2020, Shadowlands está todavía en proceso, lo cual la hace susceptible de cambios, sin embargo las bases están puestas y no son demasiado halagüeñas. Al principio parecía ser una expansión llamada a la redención, sin embargo poco a poco se ha quedado muy atrás. Las barreras de tiempo hacen que jugar con tu personaje favorito sea casi imposible si no te dedicas a hacer lo mismo día tras día. Su historia, aunque interesante, se hace aburrida cuando tienes que esperar meses a que suceda algo y cuando sucede es irrelevante o una imitación barata de historias anteriores. Lo bueno es que trae cosas interesante como la creación de legendarios o Torghast, pero su ejecución y las limitaciones lo dejan en un quiero y no puedo.
5. Legion
El ENEMIGO (con mayúsculas, si) Sargeras, el Titán corrupto, el azote que ha estado hostigando Azeroth desde el inicio de los tiempos está aquí para acabar de una vez por todas. Esto ya de por si debería hacer temblar las piernas de todos los fans de Warcraft, sin embargo Legión, lanzada en agosto de 2016, se quedó algo corta en su ejecución. Fue una expansión divertida de jugar y con buenas ideas, sobre todo después de la ya mencionada Warlord of Draenor, pero la forma en la que se desarrolló, la simplificación en cuanto a lo que era el trasfondo de los demonios y el uso de los artefactos de una manera tan exagerada no terminó de cuajar, se condensó mucho en muy poco tiempo. Se introdujo a los Cazadores de Demonios como nueva clase, una novedad bien recibida, sin embargo su manejo y mecánicas nunca han sido tan satisfactorias como en otras clases, siendo la única que sólo tiene dos ramas de talentos, tanque y daño.
4. The Burning Crusade
Acaba de llegar su modo Classic y en su día, hablamos de enero de 2007, fue una auténtica revolución en el trasfondo de World of Warcraft, introduciendo las primeras razas extras jugables que a su vez contaban con clases únicas que hasta ese momento estaban reservadas para la otra facción. Fue una buena expansión en su momento, todo lo malo viene heredado de lo tosco que era el juego base. Su historia enlaza directamente con la expansión de Warcraft 3, Frozen Throne, y trae de vuelta el carisma de Illidan, la desdicha de los elfos de sangre y a unos peculiares Draenei, aparte de aportar un nuevo contenido enorme con la zona de Terrallende y una nueva profesión que se volvió muy útil como es la joyería.
3. Cataclysm
Esta expansión, lanzada en diciembre de 2010, literalmente explotó el mundo de Azeroth, destrozandolo y añadiendo muchísimo contenido, nuevas razas y nuevas opciones de clases para las ya existentes. Esta expansión cambio el juego por completo y eso hace que sea una de las mejores expansiones que haya tenido WoW, sin embargo también nos deja el regusto de lo que podría haber sido una versión del MMORPG reformulada, un WoW 2. Su narrativa falló para los jugadores más casuales, el gran enemigo Alamuerte era un desconocido para la gran mayoría de los fans y mucho de su contenido se lanzó en forma de libros o contenido adicional, dejando muchos parches. Eso sí, todo el contenido que llegó al juego tuvo una gran acogida y reformó muchas de la mecánicas del juego para hacerlo más sencillo.
2. Mists of Pandaria
Vilipendiada por muchos que veían en los pandas una referencia a la película de Kung Fu Panda, cosa que sí era cierta, pero que también tenía sus razones dentro del trasfondo de Warcraft, fue una bocanada de aire fresco en muchos de sus aspectos. La adición del monje como clase, unas mazmorras y bandas entretenidas, y nada pesadas, y unas facciones interesantes cargadas de detalles hicieron de esta expansión algo verdaderamente disfrutable. Aunque también es la expansión donde empezaron a usar una diana para decidir el sino de sus personajes, su final y el desenlace del Jefe de la Horda Garrosh dejaron mucho que desear, un sinsentido que se ha vuelto a repetir con pelos y señales con Sylvanas. Se lanzó originalmente en septiembre de 2012.
1. Wrath of the Lich King
La mejor expansión con diferencia, lanzada en noviembre de 2008. No sólo acaba la historia presentada en el Warcraft 3, dando el broche perfecto al mejor villano de World of Warcraft, si no que añadió multitud de mecánicas nuevas y contenido que lo diferenciaban bastante de lo tosco anterior. La zona de Rasganorte era amplia y satisfactoria, las mazmorras y bandas dejaron de ser un trámite para tener un verdadero peso y la historia se llenó de referencias y matices. Fue la expansión donde se hecho el resto, donde acabó el gancho del RTS que lo precedía y hubiera sido el punto perfecto para terminar y volver con fuerzas renovadas y nuevos ganchos que seguir recogiendo.