Hace tiempo que los videojuegos dejaron de ser solo entretenimiento. Es indiscutible que la función principal de la industria puede ser esa, pero de rebote han conseguido mejorar la vida de muchas personas. Historias de este tipo las hemos visto en grandes cantidades. Tanto el potencial integrador como la vía de escape que nos ofrece el medio han sido suficientes como para convertirlo en una experiencia relevante con connotaciones sociales y psicológicas tremendamente positivas.
Una más de estas historias historias es la que protagoniza Ruyji Urabe. Este japonés de 93 años se ha hecho viral en internet gracias a su tardía pasión por los videojuegos. Una afición adquirida gracias a su nieto y que, en cierto modo, le ha permitido recuperar la pasión por la conducción que desarrolló a lo largo de toda una vida al volante. Sin embargo, los años no pasan en balde y hace ya unos cuantos que el señor Urabe entregó voluntariamente su carné.
Así pues, el hecho de que su nieto se hiciera con un volante como dispositivo de control fue suficiente como para comenzar a disfrutar de los simuladores automovilísticos. Era la oportunidad perfecta para que el hombre pudiera reconciliarse con una tarea usurpada por la vejez. Al final, el volante era familiar a los que tantas veces había puesto en sus manos a lo largo de su vida, las físicas también y no había posibilidad de que su edad le jugase una mala pasada mientras conducía.
En el video, el nieto de Ruyji Urabe explica cómo la vida de su abuelo se había convertido en pasar de la cama al sofá y de vuelta a la cama ante la falta de alternativas de ocio, especialmente en la época de pandemia. Sin embargo, esta nueva afición le ha vuelto más enérgico ofreciéndole además la capacidad de volver a conducir aunque sea a través de un videojuego, asegurando también que ha reforzado la relación entre ambos y ahora “disfruta más la vida”.
Por si fuera poco, las aventuras de este jugador pueden verse en YouTube, donde ha acumulado videos con más de tres millones de visitas. Un ejemplo más de como los videojuegos pueden ser un refuerzo positivo para nuestras vidas, incluso llegando como una pasión adquirida cuando parece que descubrirla fuera a ser imposible.
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