Vicente nació hace 93 años. De chaval vivió lo que en Asturias se llamó "la fame" y en el resto de España la posguerra, por lo que muy pronto comenzó a trabajar en uno de los sitios que más representan esta tierra y que más miedo dan a quienes no somos superhombres: en la mina. Su cuerpo tiene los achaques que todos podéis prever, y más habiendo superado un ictus ya retirado, pero su cabeza es una de las más lúcidas que conozco. Lejos de esperar pacientemente eso que nadie quiere que llegue, Vicente es un ejemplo para mí por sus ansias de aprender aún a esa edad.
El pasado miércoles, como uno de muchos de otros días, fui con mi pareja a ver a su abuelo. Sin embargo, no era una fecha cualquiera. Precisamente acudimos a la casa en la que viven tanto él como Nieves para felicitarle por su cumpleaños y darle el pertinente regalo (teníais que haber visto la ilusión con la que abrió su sorpresa). Tras charlar un rato con ambos, nos pusimos a "zappear" y dí con algo que me permitió sentirme más unido si cabe con alguien que me llama nieto.
Como en muchas otras plataformas locales de televisión como Euskaltel o R, Telecable cuenta con un nuevo canal centrado en deportes electrónicos. Mediapro presentó U-Beat hace ya unos meses, su canal 24 sobre videojuegos e esports y es precisamente ese con el que dimos tras unos minutos usando el mando a distancia. En ese mismo momento se estaba emitiendo en directo el partido entre Penguins y G2 Heretics, correspondiente a la jornada de Superliga Orange de League of Legends.
Tras esta sorpresa, le dije a Vicente que eso era un partido "de lo que yo trabajo". Mi pareja me sonrió y se mantuvo callada mientras nosotros dos nos disponíamos a ver este encuentro. Tanto él como Nieves saben que yo escribo aquí como forma de vida, aunque para ellos soy un periodista que se ocupa de tareas un poco difusas (un día soy comentarista, al otro corresponsal cuando me toca viajar y otros un redactor de noticias de "maquinitas"). Era la ocasión perfecta, por inmediata y visual, de mostrarle los deportes electrónicos.
Lejos de decir "Ay, yo de eso no se. No me lo expliques que no lo voy a entender", Vicente puso cara de estar concentrado intentando entender algo que, a todas luces le iba grande a un nonagenario, pero con la mente abierta que produce saber más de la vida que cualquiera que estábamos en ese salón. En muchas ocasiones él me cuenta cosas de la vida durante la guerra o sobre su trabajo en la mina, y soy yo el que pregunta curiosidades; ahora tocaba invertir papeles.
La partida estaba en fase de picks y bans, por lo que el punto para arrancar la explicación era evidente. Me preguntó por "esos dos con micro que están hablando", a lo que le respondí que eran los narradores, al igual que los del fútbol que tanto le apasiona. Tras eso, le aclaré que el terreno de juego era virtual y le dí una de las claves que más le gustaron, la procedencia de los equipos.
A Vicente no le gusta ver el fútbol de Primera División y mucho menos la Champions. Segunda o Segunda B le gustan mucho más por dos razones. Por un lado, ahí están los equipos asturianos que reconoce y sigue, mientras que por otro, en estas competiciones están clubes de localidades que ha visitado durante su vida. Esa rivalidad entre ciudades o pueblos le encanta, y por eso le gustó que le aclarara que un equipo era de Ourense y el otro de Madrid.
Los tres minutos de delay entre el fin de la selección de campeones se fueron muy rápido mientras Vicente me contaba sus aventuras por Galicia. Tras eso, le expliqué el funcionamiento de la anterior fase que habíamos visto como un momento en el que los equipos muestran sus estrategias y los personajes que van a usar durante los 30 minutos que suele durar la partida.
Hubo tiempo también para explicar que cada equipo jugaba desde sus casas. "¿Juegan con un mando?" me preguntó rápidamente, a lo que le respondí que usan un teclado como el de su máquina de escribir para usar las habilidades de cada "muñeco" y un ratón para moverlo por el mapa. Ni un ápice de extrañeza, al contrario: "Pero entonces, tienen que ser muy finos para ser buenos... Y entrenar mucho".
Una vez ya empezó al acción, la curiosidad de Vicente se acrecentó e hizo una pregunta que me desarmó: "Cuándo hay esas explosiones y esas luces... ¿Es que un equipo pierde la pelota?". Ese momento lo tomo como una cura de humildad ante la que no pude hacer más que reírme. Claro, que una vez que le expliqué que la última final del mundo la vieron millones de personas, sus ojos se abrieron de par en par y dijo uno de sus clásicos "me cago en la leche", acompañado de las manos en la cabeza.
"No, lo que hacen es pegarse, como en el boxeo. Al matar a los rivales, que vuelven a nacer al rato, consiguen oro con el que mejorar al muñeco y avanzar hasta tirar su base, que es cuando ganan". Una explicación tan simple como difícil de entender para alguien que nunca ha tenido contacto con los videojuegos, pero que fue interiorizada de una manera brutal por su parte. "Hay golpes, pero también estrategia... Es como un ajedrez virtual", terminé de explicarle mientras él asentía satisfecho por empezar a entender lo que pasaba en la pantalla.
Apenas un minuto después de este último diálogo, hubo una pelea multitudinaria en el carril central. Lejos de preguntar que estaba pasando ahora, Vicente volvió a sorprenderme: "Mira, ahora mataron a dos de los de rojo". Esa frase la dijo con una sonrisa en su boca, consciente de que además de aprender algo que pocas personas de su edad podrían haber conseguido, entendía un poco más a que se dedicaba su nieto.
Como diría Hideo Kojima, nuestra especie se ha convertido en el homo ludens. El juego, y por ende el deporte y los videojuegos, cuentan con características que son parte de nosotros. Tanto el aprendizaje, como el ocio o el trabajo están repletos de gamificación. Que Vicente haya podido entender una partida profesional de League of Legends responde a que los deportes electrónicos comparten valores del deporte tradicional tales como emoción, identificación con un equipo, el rito social que supone ver un partido junto a otro fan.
Según el último Estudio de Audiencia de esports de España realizado por ESL y Movistar, el perfil del usuario medio es una persona de 24 años, pero la franja que más crece es la que va desde 25 a 34. El consumo y la participación en los deportes electrónicos no parecen finalizar a una edad concreta, sino que avanzan simultáneamente con la edad y motivaciones de sus consumidores. Los esports tienen seguidores que los han visto crecer desde sus comienzos, siendo esa la razón (que es una industria tan joven), la que hace que los abuelos no estén dentro y no que sean inaccesibles, tal y como ha demostrado Vicente.
Artículo publicado originalmente en Xataka Esports.