Nos costó asumirlo, pero quizás los Worlds 2020 sean los primeros en los que se le ha perdido el miedo a los equipos coreanos. Sin embargo, hasta que Invictus Gaming levantó la Copa de Invocador en el año 2018 había pasado un lustro de dominio que se intercambiaban SK Telecom T1 y Samsung para convertir en referencia al League of Legends del sur de la península asiática.
La historia comenzó en el 2013. Un mundial al que llegábamos con mucha inocencia y en el que, con contadas excepciones, nadie sabía demasiado del nivel de los equipos. Los fans más dedicados apenas podían seguir tres competiciones y la mayoría de las regiones llegaban sin retransmisión oficial. Hubo que esperar a la fase de grupos para calibrar el nivel de los equipos y, aunque brilló Fnatic, todos los focos se centraron en un solo conjunto y su jugador estrella.
Lee Sang-Hyeok, al que conoceréis como Faker, comenzó a brillar desde bien pronto. Llegó a los Worlds como debutante en un segundo equipo de SK Telecom T1 que ya había adelantado por su derecha al quinteto principal. A sus 17 años apenas tardó unas cuantas partidas en acaparar los focos y convertirse en un mito del League of Legends internacional. El jugador estuvo imperial cuando fue el momento de sacar adelante los encuentros más igualados.
El mundial de 2013, cuya final se celebró en el Staples Center, tuvo como colofón un encuentro en el que SKT se medía con Royal. Un China contra Corea histórico en el que los de Faker fueron capaces de imponerse. Casi pareció un paseo militar y el mapa definitivo apenas duró veinte minutos que culminaron con el mid laner recogiendo la copa y levantándola al cielo de Los Angeles. El primer capítulo de una historia que, aunque entonces no lo sabíamos, no era la última vez que íbamos a vivir.