Gran parte del terror que infunde la muerte a los humanos deriva de dos cuestiones enfrentadas entre sí. La primera es saber que en cierto momento nos moriremos sin un remedio posible, y la segunda es que no es posible saber a ciencia cierta cuándo será. Quizás esta amarga ironía es la que haya hecho que tantas y tantas obras artísticas hayan jugado tanto con el concepto de muerte.
Xenoblade Chronicles 3 nos presenta el mayor de los tópicos en la historia de la fantasía y la ciencia ficción como son dos reinos enfrentados en una guerra eterna, pero deja un único cabo suelto en su presentación que es suficiente para que queramos saber más: todos y cada una de las personas de los dos reinos tiene un máximo de 10 años de vida.
En las Impresiones de las primeras horas con el juego, os comentaba lo que me recordó a Lost Odyssey por su primera escena. Con el juego ya terminado, os puedo decir que pronto veremos más trazos de aquel maravilloso J-RPG de Sakaguchi-san. Porque la muerte es un pilar sin el que no se entendería el juego. Lo frágil que es la vida y su valor también se tratan aquí.
Sólo esto ya tiene unas implicaciones en la construcción de mundo, en la narrativa y en la psique de los personajes que me haría jugar sólo por saber lo que sucede. Pero creedme cuando el resto del juego acompaña y está al nivel. Vamos con el análisis de Xenoblade Chronicles 3, uno de los grandes títulos del año.
Xenoblade con las medidas justas
Si un problema ha tenido la franquicia Xenoblade es lo excesivos que pueden llegar a ser sus juegos. El primero te soltaba en un mundo demasiado grande, X se pasaba de frenada con las misiones de estilo MMO de recoger objetos y acabar con enemigos, mientras el segundo apostaba por mecánicas gacha que aún duelen a día de hoy.
Pero Xenoblade Chronicles 3 es la moderación, la templanza y la medida justa de todos sus ingredientes. No deja de ser un J-RPG densísimo, con un sistema de combate profundo y la promesa de una gran cantidad de horas a los mandos de tu Nintendo Switch, pero sí que es como esa cuarta vez que haces un arroz con marisco, en la que no se te queda aguado ni especialmente seco.
Es el mimo al detalle, las ganas de dejar de ser un videojuego compuesto por unos y ceros, o una fórmula creada en el laboratorio de los juegos de rol japoneses, y pasar a ser una obra que quiere hablar de unos temas concretos de la mejor forma posible. Consigue que siempre tengas una pregunta en la cabeza, y no sólo durante las cinemáticas. Algo que sin lugar a dudas ha de ser considerado un éxito.
De lo enorme a los detalles más pequeños
En Xenoblade Chronicles 3 interpretaremos a un grupo de 6 jóvenes, 3 del Reino de Agnus y 3 del Reino de Keves. Por azares de la vida, acabarán vinculados entre sí y con una misión en mente: liberar el mundo. Porque además del reloj figurado de 10 años que pesa sobre la cabeza de cada persona de Aionios, está el reloj físico que reina encima de cada colonia y que se alimenta con las muertes de los enemigos. Si se agota, es el fin de dicha colonia.
Hay una escena concreta del juego, justo tras comprobar los dos "bandos" del grupo de protagonistas que les toca ir juntos a pesar de que eso contradice todo lo que habían vivido hasta ahora, en la que sobrevuela una pregunta: "¿Qué os gusta hacer?". Es una pregunta básica, pero que desarma a todo el grupo. Resulta que tus enemigos mortales tienen aficiones como coleccionar flores, la música o hacer ejercicio. Resulta que nada os diferencia más que el color de vuestra ropa.
Gracias a una mecánica como la de descansar en ciertos lugares como campamentos, cantinas o incluso barracones, podremos realizar varias acciones concretas como comer, entrenar, crear gemas o charlar. No dejan de ser sistemas de un menú que nos permiten conseguir mejoras temporales, usar puntos de experiencia adicionales para subir de nivel o activar misiones secundarias.
Pero que todas estas opciones que bien podrían ser cajas de un menú tengan su reflejo en alguien cocinando, el grupo poniendo sillas en círculo para hablar de cierto asunto o que alguien aprenda a usar el aparato que crea las gemas, le da un contexto propicio para alumbrar pequeños detalles.
No es poca cosa lo que acabo de contar, como ya demostró Final Fantasy XV. El juego de Square Enix fue casi hasta vilipendiado por su aspecto de road movie con unos chicos un poco edgy, pero quienes jugamos hasta el final sabemos que hasta el más mínimo detalle de esas charlas junto al fuego o las fotos realizadas por Prompto la verdadera razón por la que lloramos como magdalenas en esa conclusión del juego. Xenoblade Chronicles 3 recoge ese testigo para hacer algo incluso más interesante teniendo en cuenta las afiliaciones de los dos subgrupos de nuestro equipo.
El título de Monolith Soft demuestra una mayor madurez que las anteriores entregas, algo clave para que el juego no desbarre. Quizás lo que más me ha sorprendido de Xenoblade Chronicles 3 es que todo en el juego tiene el suficiente grado de seriedad como para que no tomemos a broma algo tan profundo como lo que se nos quiere contar. Claro que hay momentos relajados, y son claves para la trama, pero no tenemos instantes embarazosos que nos saquen por completo. Sí, Xenoblade Chronicles 2 y tu "waifismo", te estoy mirando a ti.
De hecho, esta madurez impregna muchas más cosas que la trama o el guion. No me esperaba en absoluto el manejo de la cámara y de ciertos recursos en no pocas cinemáticas. Tenemos travelings, planos cenitales o búsqueda de detalles que nos dicen cosas de los personajes. Hay un trabajo por querer contar más cosas que la acción misma que está pasando; buscando entrar en los sentimientos de los personajes. Hay ambición narrativa más allá del guion que vemos en las cinemáticas; y eso es un salto diferencial para el género.
Un combate denso, pero que no abruma
Todo este tocho y aún no os he hablado de la jugabilidad de Xenoblade Chronicles 3. En parte, porque es bastante similar en su armazón a las de anteriores entregas de la saga. El mundo está dividido en zonas gigantes, hasta el punto de llegar a zonas elevadas que te permiten otear el horizonte desde el que partiste, y podremos entrar en combate con cualquier enemigo que veamos.
Nuestros personajes atacan de forma automática, siendo nosotros los que activamos las habilidades, llamadas artes. Gracias a un denso pero ameno tutorial que se extiende durante no pocas horas, vamos añadiendo capas al combate, hasta el punto de conseguir nuevos artes, la posibilidad de cambiar de clase y la mezcla de habilidades que nos permiten "fusionar" dos de ellas. También vuelven los combos desprotección-derribo-aturdimiento... Y se estrenan las transformaciones en Uróboros, uno de los platos fuertes del juego.
Porque la fusión de dos personajes en un gran ser hecho para el combate, es algo clave en la historia; pero también para la jugabilidad. Tienen habilidades potentísimas, así como una barra de sobrecalentamiento que nos limita el tiempo en transformación; por no hablar de la utilidad de fusionarte en el momento en el que uno de los personajes de la pareja está a punto de caer sin puntos de vida.
Podemos debatir durante horas de lo humano y lo divino de este sistema de combate, pero dejadme zanjar el tema con un argumento tan simple como efectivo. En las casi 80 horas que me han llevado a completar el juego, no llegué a cansarme del combate. Si veía que había algo de tedio, siempre podía cambiar las clases y probar cosas nuevas.
Volvamos a lo anterior que he dicho. En esas 80 horas, el juego tiene una estructura bastante clara: tras un tutorial, comprenderemos que nuestra misión es liberar a todas las colonias del yugo de los relojes de llamas, mientras avanzamos hacia Fendespada, ese enorme sable que se puede ver en el horizonte. Siempre tendremos en pantalla un objetivo hacia el que dirigirnos, mientras exploramos en búsqueda de nuevas colonias.
Lo natural es enfrentarnos a quien ha sometido a esa colonia y convencer a los habitantes de que lo mejor para ellos es romper dicho reloj. Tras esto, lo normal es conseguir una serie de mejoras pasivas para el grupo, nuevas tiendas y posiblemente un nuevo héroe que cumple las veces de séptimo personaje, y que desbloquea una nueva clase.
Y así será durante el grueso del juego. Podría ser tedioso a la tercera colonia, pero Xenoblade Chronicles 3 se las apaña para añadir variedad a un esqueleto jugable idéntico. Quizás el comandante de dicha colonia sea conocido de uno de nuestros protagonistas y nos cuente más de su pasado, puede que allí no estén sometidos a nada y ni siquiera luchen, o quizás estén a tope con que los liberemos, pero lo que necesitan es ayuda con otra cosa. Cada colonia se siente distinta, y eso es un logro que no deberíamos pasar por alto.
En un sentido más tradicional, tenemos una miríada de cosas por hacer: misiones principales, secundarias/encargos, las tarjetas de la colecciopedia que conocerás si eres seguidor de la saga y las misiones amarillas. Te imaginarás el funcionamiento de todas ellas menos de las últimas. Pues bien, las misiones amarillas son secundarias que rozan el ser principales: son, o bien misiones para liberar colonia y conseguir nuevas clases, o directamente misiones con un fuerte componente narrativo que nos cuentan cosas importantes de nuestros personajes y que les permiten progresar aún más en su clase original.
El estudiante de 9 al que se le pide más
Si habéis leído hasta aquí, os habréis dado cuenta de lo mucho que me ha gustado Xenoblade Chronicles 3. Y en general, así ha sido. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya cosas mejorables. Tantas horas jugadas nos pueden hacer caer en la trampa de hablar de repetición, cuando tiene mucho mérito el que el título aguante las mismas. Pero sí que hay asuntos que podrían haber sido resueltos mejor.
En particular hay una cosa que podría haber hecho brillar el juego mucho más, y es el jugar más con las reglas que se impone. La historia es interesante, el combate y el desarrollo también, pero Xenoblade Chronicles 3 parece tener miedo de hacer cosas distintas como separar al grupo durante un tiempo, de alterar las reglas de los combates para ajustarlas a lo que sucede en pantalla... Quizás es algo mío, pero me saca un poco de quicio cuando durante un combate apalizas a un boss, y en la siguiente escena prácticamente te han derrotado.
No quiero hablar de los momentos más tardíos, o del desarrollo jugable de la recta final, pero sí que he de decir que a pesar de quedar más que satisfecho con lo que sucede a nivel narrativo y cinemático, creo que el juego desecha algunas oportunidades de dar un salto de fe e hilar del todo el plano jugable con lo que se nos está contando. No es algo negativo del todo, pero es como cuando un profesor le exige al alumno de 9 un poco más que al que vive cómodo en el 7.
La ficha completa
- Título: Xenoblade Chronicles 3
- Desarrolla: Monolith Soft
- Distribuye: Nintendo
- Idioma: Textos en español
- Fecha de lanzamiento: 29 de julio de 2022
- Plataformas: Nintendo Switch
- Precio: 59,99 €