El día antes de irme de viaje de estudios en la Universidad, me entraron 40 grados de fiebre y no pude aprovechar el dinero conseguido durante meses y meses de fiestas, venta de lotería y demás tareas tradicionales en estos casos. Por suerte, pude conseguir una parte de vuelta y, en un momento de despecho extremo, decidí gastarlo de golpe en una New 3DS y uno de los escasos juegos exclusivos de esta versión mejorada de la portátil: Xenoblade Chronicles.
Porque antes de la Definitive Edition de Switch lanzada hace ya un tiempo, hubo una versión para esta portátil. Aunque se dejaba jugar bastante bien, la verdad era que la resolución no era la mejor y que me costó mucho entrar en el título. A pesar de dedicarle no pocas horas, sentía que estaba jugando por puro enfado por no estar en Budapest de fiesta, y no tanto por pura diversión.
Eso me llevó a alejarme de una saga que, sobre el papel, tenía todo para engancharme. Una historia densa, personajes interesantes, conflictos que se toman su tiempo para desarrollarse y muchas cosas por hacer. Veía anuncios como Xenoblade Chronicles X y 2 desde la barrera, pero con esa añoranza propia de esa relación que lo tenía todo para ser ideal, pero que no te pilló en el mejor momento para comprometerte como ella se merecía.
El reencuentro especial
Si algo me enseñaron las comedias románticas de principios de milenio (idealmente con Cameron Díaz de protagonista) es que esta situación se salda con un encuentro fortuito muchos años después, posiblemente chocando en el supermercado y con las manos rozándose al ayudar al recoger su compra desperdigada por el suelo. En este caso, lo que me ha pasado es mucho menos idílico: simplemente soy el encargado de jugar a Xenoblade Chronicles 3 en esta santa casa que es MGG. Pero una cosa os diré, me estoy enamorando de la misma forma que Paul Rudd (el otro clásico de estas películas).
Para estas primeras impresiones he unas 6-7 horas a Xenoblade Chronicles 3, concretamente la parte que cumple el papel de introducción de la historia. Esto no es poca cosa porque Aionios, el mundo en el que se desarrolla esta historia, requiere de mucha construcción de mundo.
Lo que descubrimos en este prólogo es todo lo que se ha visto en los tráilers de historia y material promocional: un continente en constante guerra entre dos facciones, y unos soldados que disponen de un máximo de 10 años de vida repletos de batallas. Como pretexto, es de los más potentes que hemos visto en mucho tiempo.
A hombros de gigantes
Ya con este pretexto conocido, y con la secuencia inicial del juego, veo dos referentes totémicos dentro de los J-RPGs rimando con lo que plantea Xenoblade Chronicles 3. El primero es instantáneo, y no es otro que esa fantasía final de Hironobu Sakaguchi llamada Lost Odyssey. La obra de Monolith arranca con una cinemática y unos combates multitudinarios sobre un yermo rocoso, conociendo a Noah de la misma forma que conocimos a Kaim Argonar en el juego de 360.
La segunda es una referencia doble a Final Fantasy, concretamente a VII y VIII. Digo esto porque, a pesar de que Xenoblade Chronicles 3 cuenta con unos personajes adolescentes y un acercamiento bastante en la línea históricamente juvenil del J-RPG, la realidad es que hay unos temas enormemente maduros detrás de esa carcasa. En VII era lo que sucedía, con un grupo ecoterrorista acabando con una macrocorporación que está "secando el planeta", y en VIII se habla de la creación de ejércitos a partir del uso de jóvenes con talento para la batalla en los denominados "Jardines".
Eso es lo que me transmite Xenoblade Chronicles 3 con su tono, historia y desarrollo del primer capítulo. Los temas que se abren, además de los otros que se intuyen, son lo suficientemente interesantes como para que tenga muchísimas ganas de seguir jugando. Apenas he rascado la superficie, y tengo mucho interés por ver qué sucederá con las dinámicas que se generarán en el grupo ahora que ya cuento con los 3 de Keves y los 3 de Agnus.
El mérito del tutorial invisible en un juego complejo
A nivel de jugabilidad, no he visto mucho aún. Tenemos el mismo sistema de combate basado en autoataques y artes que es posible encadenar para aplicar estados alterados, mejoras o con condicionantes de posicionamiento en batalla, así como una navegación y recolección de recursos prácticamente idéntica a lo que hemos visto en la mayoría del tiempo que hayáis jugado a la saga.
Pero sí que es interesante el cómo nos van presentando y justificando todas y cada una de las mecánicas de Xenoblade. Al tratase de un juego tan largo, es de esperar que siga este proceso en las muchas horas que me quedan. En concreto, es reseñable cómo se van añadiendo capas a un juego en el que si nos soltaran a mitad, no sabríamos ni qué hacer... Pero que gracias a estas miguitas de pan con forma de cosas sucedidas en pantalla, pronto no nos damos cuenta de la enorme cantidad de conceptos que ya dominamos.
Por el momento no hemos podido profundizar demasiado en mecánicas clave como los cambios de clase y rol de los personajes, o los Uroboros, esas fusiones al más puro estilo Digimon. Concretamente este último punto sí que hemos podido comprobar que será clave a la hora de añadir una gran épica a las cinemáticas, y a la historia en general.
Xenoblade Chronicles 3 tiene todo para ser uno de los grandes juegos de este año, y nuestras primeras impresiones no pueden más que demostrar esto. El trabajo de Monolith es una ambiciosa obra que conoce los puntos fuertes de los anteriores juegos de la saga, pero también que se empeña en añadir mejoras de calidad de vida, más ritmo y, en general, de echar más carne en el asador.