Los esports tienen mayormente un público joven. Según el último estudio de Newzoo, de todos los grupos poblacionales, encontrar un aficionado a los deportes electrónicos sería más sencillo en los hombres de entre 21 y 25 años. Para los que podemos incluirnos en esta submuestra, la etapa de vida de este fenómeno desde sus primeros coletazos hasta la actualidad puede parecernos eterna, pero lo cierto es que los apenas veinte años transcurridos son un periodo de tiempo ridículamente corto.
Si solo tenemos en cuenta la explosión de los esports y su llegada al mainstream la etapa de influencia de esta nueva forma de entender deporte y entretenimiento es todavía menor. Por mucho que miremos con romanticismo la época del x6tence de oro y algunas competiciones del Counter-Strike 1.6, no son tantos los que pudieron vivirlas en primera persona.
Es normal que nos parezca mucho tiempo. Si ahora estamos en ese intervalo de edades, lo más probable es que fuera nuestro pariente al cargo el que nos hiciera la merienda cuando xPeke levantaba su primer título mundial con Fnatic. Sin embargo, las cosas han cambiado y aunque los esports eran lo marginal de entre lo marginal, ahora están cerca de asaltar la cultura pop y convertirse en un fenómeno de masas.
¿Qué dice Esports Life Tycoon sobre los deportes electrónicos?
El lanzamiento de Esports Life Tycoon es una buena muestra del interés que genera la industria de los deportes electrónicos. Si no hubiera cierta demanda, bien por una curiosidad genuina o por la intención de revivir lo que vemos cada semana en las competiciones, el juego no existiría.
En una industria que cada año es capaz de batir los registros de audiencia del anterior y dónde la única pregunta de momento es por cuánto se superará esta vez, empieza a tener sentido alzar la cabeza. Uno no puede defenderse eternamente y el hecho de que se hagan obras basadas en el fenómeno de los esports empodera al sector y escapa a la eterna búsqueda de la palmada en la espalda.
La referencia en los deportes electrónicos siempre ha sido externa y peca de buscar un espejo en el que mirarse. Nuestros propios referentes han sido olvidados y, aunque está bien buscar modelos del deporte tradicional que puedan repercutir positivamente en la industria, empezar a hablar de los esports desde los esports es un acto necesario.
Aun así, Esports Life Tycoon es un videojuego
El mensaje que transmite la mera existencia de Esports Life Tycoon puede considerarse como un triunfo de la industria. Sin embargo, estamos hablando de un videojuego y este es su análisis. Mucho nos tememos que los aspectos positivos del juego van a tener que quedarse aparcados aquí ante las evidentes carencias que muestra un título que se queda en medio de dos caminos sin saber muy bien cuál debe recorrer.
Los grandes problemas de Esports Life se muestran a los pocos minutos de que comencemos nuestra partida. El editor de jugadores y la creación de la imagen de nuestro club de esports ofrece alternativas escasas. Mi idea nada más comenzar a jugar fue tratar de seguir los pasos de Carlos Rodríguez “Ocelote” y arrancar como el proyecto casi amateur que fue Gamers2 hasta conseguir establecerse como G2 Esports.
El proceso es imposible de seguir. Las limitaciones son múltiples y, de hecho, no nos permite hacer que un jugador sea propietario del equipo por mucho que hemos visto que es algo relativamente frecuente en la industria. Tampoco ayuda que no haya formas de exportar logos o crear camisetas de forma detallada para poder sumergirnos en el papel que queremos interpretar.
Si algo me vuelve loco de FIFA y Football Manager (aunque los dos se parezcan tanto como el huevo a la castaña) son las opciones roleras. Con el título de EA Sports es fácil meterse en el papel de crear tu equipo y, de hecho, el acto publicitario de Burger King es capaz de demostrarlo de forma sencilla. En el caso del simulador deportivo por excelencia, estamos en los banquillos y tenemos opciones infinitas para desarrollar nuestra carrera.
Poner estos dos juegos de ejemplo no ha sido aleatorio. El hecho de poder implicarse en ambos como un verdadero forofo y gestionando el club desde diferentes puntos de vista es la demostración incontestable de que el arcade no está reñido con la inmersión del jugador en la historia más o menos libre que se va desarrollando en la obra.
Los esports como rutina infinita
Sin embargo, el gran error que puede lastrar la experiencia personal de un tipo de jugador que, como yo, busca algo muy determinado cuando se trata de un juego de esta índole, podría ser tolerado. Es indudablemente un lastre, al tratarse de un añadido plausible que no haría ningún daño al cómputo general de la obra, pero perdonable si lo demás es capaz de rendir a la altura.
Mucho nos tememos que Esports Life Tycoon tampoco sabe rendir a otros niveles. El juego no acaba de conocer el fenómeno que pretende representar y tampoco ofrece opciones jugables interesantes. Que cada temporada tenga una duración escasa y nos enfrentemos a equipos chinos incluso cuando estamos en el pozo más profundo del sistema de ligas que ofrece es bastante poco creíble.
Cuando un videojuego se mira al espejo de la realidad, no podemos esperar una conversión perfecta, pero si Esports Life Tycoon se basa en League of Legends debería de ofrecer cierto realismo algunos de los aspectos básicos. La regionalización como paso previo a los eventos internacionales sería una buena ayuda para sustituir a las ligas, que van de bronce a división de campeones.
Además, la preparación de los partidos es simple y monótona. Del análisis vamos a la táctica y de esta al entrenamiento. Si nos sobra algo de tiempo, podemos dedicarnos a crear hype para aumentar el número de fans y contentar a los patrocinadores, que ofrecen sumas ridículamente altas aunque juguemos en la peor categoría del mundo.
No hay problemas económicos y la gestión del vestuario se hace comprándole el FIFA a Ocelote para que juegue sus horas libres o dejándo comer a Jwao el tupper que le mandó su madre, suponemos que desde Suecia (ambas son situacioens que nos sucedieron en partida). Ni charlas de grupo ni salidas para crear buen ambiente ni decisiones arriesgadas. Todo es un ciclo monótono que, además, cuando se rompe deja todavía más en entredicho la voluntad del juego.
Una lógica única para Esports Life
Da la impresión de que el problema en Esports Life Tycoon es que el juego no sabe hasta donde tomarse en serio a sí mismo. En ocasiones parece querer ser un simulador algo menos exigente que nos da opciones interesantes a la hora de elegir gaming house o mejorar nuestras instalaciones. Sin embargo, la progresión es simple y el resultado no acaba de cuajar en el contexto.
El hecho de que te llegue un correo electrónico de una aficionada diciendo que nuestro jugador dijo que “solo le firmaría un autógrafo en el trasero” y que tus dos opciones para subsanar la situación sean “Jaja, que bueno” y “Hablaré con él” es, como mínimo, capaz de sacarte de cualquier tipo de compromiso que tuvieras con este Esports Life. Todavía más grave si elegir la segunda opción es capaz de hacerte ganar miles de fans.
A excepción de los intervalos entre temporadas, donde podemos disfrutar de un periodo de fichajes y empezar a tomar decisiones relevantes, el resto del juego no tiene una lógica única. Solo existe una mezcla de conceptos algo difusos y parece ejecutado por alguien con poco conocimiento del sector y su público.
League of Heroes
Este cóctel explosivo con personajes que se cuelan en tu casa sin llamar al timbre y a los que atiendes amablemente en el despacho sin llamar a la policía se completa con una versión algo extraña de League of Legends que en el juego recibe el nombre de League of Heroes.
Lo mejor de la adaptación es que solo estamos obligados a simular dos partidos en vivo. La interfaz es confusa y la jugabilidad se resume en unas cuantas decisiónes dicotómicas. Podemos elegir si presionar una línea y calibrar la estrategia entre ataque y defensa, poco más. El sistema no acaba de funcionar y hace que "Resolver Partido", una opción similar a la simulación, sea la mejor alternativa.