El terror es atemporal. De hecho, así lo quisieron transmitir cuando eligieron el diseño del payaso Pennywise en la nueva versión del filme, que adapta a su vez la novela de Stephen King. Sí, hay horror futurista, y actual. Puede haber zombis devorando a la civilización en las calles, o un resucitado Jason que despierta en una nave espacial. O dinosaurios. O criaturas diabólicas en otros mundos, véase Doom, véase Dead Space. O podemos pensar en la fecha en la que nos encontramos. Vamos a abstraernos de disfraces, de fiestas con chupitos que acabarán impregnando las cortinas si os pasáis y “descenáis”, como denomina un buen amigo de quien aquí escribe. Ese Halloween que ya no va sobre Michael Myers, sino que vuelve a sus orígenes si quitamos la contracción: All Hallows Eve. O lo que es lo mismo: Víspera de Todos los Santos, día que precede a su vez a Fieles Difuntos. Son días que, en la creencia nórdica (algo presente en más lugares, véase la adoración y el respeto que siempre se ha mostrado por los que ya han marchado en otros entornos) suponían una ruptura entre el tejido del mundo de los vivos y el de los muertos.
No podemos evitar pensar en grandes literatos como Edgar Allan Poe (entre muchos otros). Algo que nos remite al pasado. Y es que sí, el terror más castizo tiene ese aire clásico, ese romanticismo. Tranquilos, a continuación no os vamos a recomendar escuchar un disco de The Birthday Massacre mientras dibujáis y os colocáis una redecilla a modo de guante. Algo que, si hacéis, también nos parece soberbio. Viva la libertad de indumentaria y el estilo personal. Lo que os vamos a ofrecer, es volver atrás. Pensar en cómo los juegos, a su manera, son una forma de supervivencia del pasado. A día de hoy, cantidad de productos nos parecen desfasados (aunque encantadores). Cada juego es una cápsula del tiempo, y cada tiempo ha tenido su propio terror. Por nombrar un juego actual, Pokémon (ediciones Espada y Escudo) está de actualidad; si jugamos en veinte años, lo veremos tan adorable como las entregas de la primera Game Boy. Pero… ¿y si los juegos son de terror? No lo neguéis: el halo de horror retro es entre dulce/adorable y aterrador. Nadie puede evitar sobrecogerse al ver un Phantasmagoria, aunque sea por la estridencia. Igual que jugar en Navidad a James Pond 2 nos provoca una sensación retro-familiar capaz de endulzar al más pintado.
Así que no, no vamos a hablar de juegos de terror ambientados en el pasado, sino de juegos que, con el paso de los años, han ido tomando, en nuestra opinión, ese halo de horror diabólico. Títulos que parecen, poco a poco, convertirse en cuentos de ocultismo. ¿Os hace comenzar con algo que, visto en un pantallón de recreativa, aún provoca dolor a la altura de la boca del estómago? Preparad esas maravillosas pistolas, a las que nos aferrábamos como si nos fuese la vida en ello.
Los survival horror y su control errático
La casa de los muertos. ¿Qué demonios es eso? Pues eso mismo: House of the Dead. Un juego “simplísimo”, ¿eh? Y tanto. Pero efectivo hasta el extremo. Esos rostros verdes azulados y grises de zombis de ojos blancos que corren hacia la pantalla, mientras sujetan hachas, con el pelo desbocado… Esos zombis que nos golpeaban y mordían haciendo aparecer dientes rojos en la pantalla… esos bicharracos verdes que surgían del agua, y nos provocaban un sobresalto sobre todo si en la pantalla lucía un RELOAD que nos podía amargar la existencia. House of the Dead nos integraba en una mansión en la que, desde el mismo momento de comenzar, un órgano nos acompañaba, añadiendo esa sensación fúnebre y diabólica que se veía acentuada por el apartado visual, sórdido, tenebroso, simple y cuyos enormes píxels nos hacían salivar sobre todo en la versión de placa recreativa, donde la fluidez era muy superior a la de sobremesa.
Pero nuestro paseo por el terror del pasado no finaliza aquí. Y no, no vamos a hacer uso del clásico Splatterhouse (juego cuya banda sonora en la versión de la pasada generación era toda una delicia para los fans del metal). Nos vamos a un momento en el que aparece lo que podemos denominar el origen de la jugabilidad de los survival horror más conocidos (Resident Evil). Y no hablamos de la primera entrega, sino del primer Alone in the Dark, ya que la inclusión de las 3D con cámara fija y personajes con polígonos supuso una auténtica burrada para todo fan del terror. Sí, son personajes cuyo movimiento roza lo epiléptico. Enemigos que abusan del colorido. Pero a la vez era un juego que nos metía tan de lleno en una situación de impotencia total que llega a asustar. Y eso sin hablar del escenón en el que moríamos y éramos lanzados por un gran acantilado. Un título que exploraba por primera vez el miedo de una forma particular, en el que se configura el género survival horror y en el que, ante todo, pasábamos grandes sobresaltos gracias a la tensión constante. Una auténtica cápsula del tiempo.
Todos recordamos Eternal Darkness
Pero no vamos a mandaros a dormir aún sin hablar de uno más. De otro gran exponente. De lo que podríamos llamar un bonito recuerdo, a la vez que una experiencia intensa. Y no es otro que el mismísimo Eternal Darkness. Sí, muchos ya lo habréis pensado. No pasa nada. Pero ¿por qué Eternal Darkness? Porque no podemos hablar de cápsulas del pasado y de miedo sin pasar por esta maravilla a todos los niveles. Eternal es aterrador, los elementos del escenario se mueven; los bustos giran el cuello y nos miran. El título juega con nuestra cordura, y todo esto, viajando por el tiempo y reviviendo la experiencia de diversos personajes que se vieron influenciados por cierto libro que cae en nuestras manos. Con un aire tan tan Lovecraft que más de un fan podría sentirse tentado de dormir con el juego metido en la cama (Dios no lo quiera), este título marcó un antes y un después aunque muchos, al pensar en terror, sigan pensando sin parar en Silent Hill. O en Outlast. O en cualquier otro título.
Cosa que, por cierto, nos parece fenomenal. Hemos querido hacer este artículo pensando en el halo de misterio que rodea estas fechas. Siempre, con respeto por su apartado relativo a los que ya no están, pero a la vez, disfrutando de la manera en que nos sumergimos en lo lúgubre, en el ocultismo, en las criaturas que provocan ruidos tras los muros. Que cada uno disfrute del género con los exponentes que más le gusten. Pero aquí tenéis nuestra reflexión y recomendación. Porque el pasado parece, de vez en cuando, cobrar vida. O al menos, si nosotros lo removemos…