“Another day, another opportunity” comenta cada mañana Trae Young, base de los Atlanta Hawks, en sus redes sociales. Pues pocos jugadores de League of Legends pueden estar más de acuerdo con él que Lee “Faker” Sang-Hyeok. El midlaner de T1 esports lleva compitiendo a nivel profesional casi 10 años, en los que ha conseguido innumerables éxitos como los Campeonatos Mundiales de 2013, 2015 y 2016.
Esta noche, Faker y sus compañeros lograron volver a unas finales de los Worlds de League of Legends después de cinco años de intentonas. Con el State Farm Arena de Trae y sus Hawks como testigo, T1 dominó a un combativo JD Gaming, que se desdibujó tras un formidable primer mapa.
Pero si esto va de citas de jugadores de baloncesto, y como también dijo una vez el GOAT Michael Jordan: “He fallado más de 9000 tiros en mi carrera, he perdido más de 300 partidos y en 26 ocasiones lancé el tiro final y fallé. He perdido una y otra vez en mi vida, y por eso he tenido éxito.”. Faker sabe lo que es ganar, eso es obvio. Pero la gran paradoja es que para llegar a ser conocido como “Unkillable Demon King”, ha tenido que “morir” en no pocas ocasiones.
El talento se abre paso
Puedo soltar una parrafada sobre los drafts, composiciones y planteamientos de los dos equipos durante los cuatro mapas que duró la semifinal. Pero mejor nos quedamos con lo que dijo Bengi, entrenador de T1, en la rueda de prensa post partido. Resumiendo, sabía que su equipo era mejor porque lo estaba demostrando en los entrenamientos, y que la derrota en el primer mapa fue fruto de unos pequeños nervios.
Pero si se me permite decir algo, os contaré que esta semifinal fue bien distinta a los cuartos de final jugados tanto por T1 como por JDG. Ambos clubes venían de dos 3-0 inapelables, y en los que la diferencia de talento mecánico marcó la diferencia hasta el punto de descafeinar los encuentros. Pero lo que se vivió en el campo de los Hawks fue bien distinto. Desde el minuto 1 se apreció una finura en los movimientos de los campeones impropio del League of Legends que tenemos todos instalado en nuestros PCs.
Sé que es una tontería, porque ver un partido de LoL en directo apenas te da información gestual sobre los jugadores. Al menos no mucha más que ver un directo en Twitch. Sin embargo, tuve la misma sensación que cuando acudí al Bernabéu por primera vez; cuando aprecié en directo el talento de Luka Modric. Los buenos, son mucho más buenos en persona.
Quizás es la sugestión por ver a un par de decenas de miles de personas gritando con cada jugada, o puede que la hiperestimulación sensorial del estadio me embriagase. Pero es justo decir que cuando Keria hizo de las suyas con Renata, o Gumayusi ponía el pecho para sacar adelante una pelea, se apreciaba algo en el ambiente. Los andaluces suelen hablar del duende, aunque si estamos en la cuna del Hip-Hop, mejor si usamos el término flow.
Da culture
Migos, una de las bandas de rap más icónicas de la ciudad de Atlanta, cuentan lo siguiente en la canción ‘Fight Night’: “Certified everywhere, ain’t gotta print my resumé”; que en castellano es algo así como “Acreditado en todos lados, ni siquiera tengo que imprimir mi currículum”. Para alguien como Faker, parece que esta letra le viene como anillo al dedo. No le hace falta más que hacer un gesto, casi un saludo borbónico con la mano, para que todo un estadio se venga abajo.
Todos saben su historia, todos conocen sus victorias y derrotas. Podría retirarse hoy mismo y seguramente sea el jugador más galardonado de la historia de League of Legends hasta el día que Riot Games cierre el chiringo. Pero hay algo que diferencia a los buenos jugadores de los jugadores legendarios: el hambre.
Me apuesto un Chicken Sandwich del Chick-Fil-A a que Faker tiene esa misma obsesión por ser eterno, casi esquizofrénica, que todas las grandes leyendas del deporte poseen. Por cerrar el círculo, contaba Trae Young en una entrevista a Yahoo Sports en 2019, que guardaba todos los tuits negativos de fans, medios y opinadores para motivarse. Cada duda es una gota más de gasolina, pero no sé si Faker encontrará alguien sobre la faz de la Tierra que dude de él a fecha 30 de octubre de 2022.