Tengo cierto miedo al agua. No es nada extremo, pero soy de esas personas aburridas, que lo pasan mal en las playas, donde apenas me cubro hasta las rodillas, y en las piscinas, donde no me suelto del borde. No sé nadar y creo que eso acrecenta mis sensaciones. No diría que es una hidrofobia extrema, pero sí me produce bastante ansiedad todo lo relacionado con el mundo submarino.
Lo que un videojuego me enseñó
Incluso ver documentales marítimos me hace sentir incómodo y que mi corazón se acelere. Me vi en Netflix "Lo que el pulpo me enseñó" y aunque siempre lo recomiendo, lo pasé francamente mal viéndolo cada vez que la pantalla se tornaba con el azul de debajo del mar y ese silencio incómodo, solo roto por la respiración mediante la bombona de oxígeno.
Con las fases acuáticas de los videojuegos, donde el futuro del personaje depende de mí, es incluso peor. Me superan este tipo de situaciones y me fuerzan a hacer un trabajo psicológico para superarlas, aunque sean puntuales como en Horizon Forbidden West. Imaginad lo que me cuesta plantearme ponerme a los mandos de juegos que solamente se desarrollan en el mundo submarino.
Cuando vi este juego me llamó mucho la atención, porque me recordaba a dos de mis juegos favoritos. Por un lado, a Limbo con sus tonos en blanco y negro tan característicos. Por otro, a GRIS por su diseño y dibujos hechos a mano. Así que tenía que enfrentarme a mis miedos y adentrarme en esta aventura. No me quedaba otra.
Silt es de esas aventuras indies que os pasaréis en un abrir y cerrar de ojos, ya que apenas dura dos o tres horas y las sensaciones que transmite son agradables y divertidas. Tomamos el control de un buzo que se despierta en un surrealista paraje oceánico en el que debemos explorar para desentrañar misterios perdidos. Una premisa inicial que se irá desarrollando sin palabras y que es de esas que merece la pena ir descubriendo.
Un aprendizaje submarino que me ha poseído
La particularidad de su desarrollo es que podemos poseer a las distintas criaturas que habitan en ese inmenso mundo que tenemos bajo el agua. Y necesitaremos hacerlo para resolver los pequeños puzles que propone, que combinan lógica con habilidad. Desde tomar el control de un pez martillo para romper una estructura a dominar un banco de peces para pasar por zonas escurridizas.
El concepto es simple y se va repitiendo a lo largo del juego con distintas variaciones y algo más de dificultad. Quizás, la mayor pega que le he podido sacar a Silt es que los enemigos nos hacen one-shot y, de un solo golpe moriremos, lo que nos hace repetir alguna de las fases varias veces. El problema es que muchos de sus rompecabezas se hacen mediante el formato prueba y error, ya que el juego no es nada explicativo. Pero, si obviamos esos momentos que son un poco frustantes, la experiencia es satisfactoria.
Y, sin que me lo propusiera, Silt ha sido bastante terapéutico a la hora de superar mis miedos. No voy a ir a tirarme a una piscina de cabeza, pero sí que puedo extrapolar el ejercicio mental que he hecho para jugar con esta aventura cuando esté en el agua. Porque los videojuegos también son una herramienta para superar miedos. No sé si lo conseguiré, pero sí que he dado un pequeño paso.