Tales of Berseria es mi juego favorito por cómo me identifique con Velvet, estoy enamorado de Genshin Impact porque soy un firme creyente de la supremacía de Keqing y sería capaz de donarle un riñón a Amicia de A Plague Tale si lo necesita. Los videojuegos que me gustan suelen hacerlo por sus personajes y League of Legends no es una excepción. Vivo con miedo a mirar cuántas horas le habré dedicado en más de nueve años jugando y no todo se debe a su modo clasificatorio.
Cuando inicio sesión en el cliente de Riot Games lo hago para jugar rankeds, pero sobre todo para volver a hacer combos espectaculares con Lee Sin, conectar a un nivel casi espiritual con Kindred o utilizar a Yasuo. Puede que los resultados en partida no sean los que espero y que mis compañeros no me consideren más que un tío amable incapaz de pulsar dos teclas a la vez. Sin embargo, poco importa el MMR cuando la intención es disfrutar de lo que hacen los campeones, como se comunican conmigo como jugador o lo que permiten expresar en la Grieta.
El problema que, probablemente a nadie se le escapa, es que para poder utilizar todos estos personajes hubo que desbloquearlos prácticamente a ciegas. Riot Games y muchas otras desarrolladoras saben que yo no soy para nada excepcional y centran en sus héroes las mecánicas de progresión o monetización. Es lógico y lo entiendo, pero lo detesto con todo mi ser. Algo que, por otra parte, me hizo celebrar la reciente colaboración anunciada entre la compañía responsable de League of Legends y Microsoft para unir todos sus videojuegos multijugador al Game Pass.
Adiós al sistema de League of Legends que más odiaba
Para orientarnos un poco, hay que recordar que Riot Games anunció su colaboración con Microsoft a través del Game Pass. Una asociación que ofrecerá a los jugadores suscritos al servicio la posibilidad de desbloquear de inmediato todos los personajes de League of Legends, Valorant y Wild Rift. Los miembros también gozarán de ventajas como una selección de minileyendas en TFT o la posibilidad de contar con algunas cartas importantes en Legends of Runeterra. En general, una experiencia mejorada que desbloquea los elementos más interesantes de estos videojuegos.
Este añadido me hubiera “salvado la vida” en mis primeros años con League of Legends. Quizá mi caso sea algo particular, ya que comencé a jugar después de ver competitivo y no al revés. Así fue como me aficioné a SK Gaming o al 34 United de Nainiwa. Por entonces yo estaba trabajando y estudiando, lo que me dejaba muy pocas horas de “grindeo”. Cuando llegaba a casa lo que quería hacer era saltar a la grieta para probar esos campeones que había visto en el autobús mientras volvía consumiendo datos como si no valiesen.
La decisión más lógica del mundo me parecía comprar campeones. Casi suena como un sacrilegio, pero era víctima del “pay to fast” antes de que el fenómeno siquiera tuviera nombre. Yo por entonces tenía dinero en la medida que lo necesita alguien que aun vive con sus padres, pero no tiempo. Revisando cuánto he gastado en el LoL, creo que no exagero diciendo que así se debieron ir más de 50 de los 300 euros que he gastado desde el lanzamiento del juego. Si veía a xPeke jugar a Orianna quería probarla y bastaba con que Ocelote enseñase su Karthus una vez para que la adquisición fuera instantánea.
Llevo nueve años jugando a títulos de Riot y, aun así, hay algo para mí
El problema es que, aunque disfrutaba mucho probando cosas nuevas, el proceso de elegir campeones era del todo errático, y lo sigue siendo. En cierto modo, no es diferente al de utilizar una aplicación para ligar. Tenemos una foto y un texto que nos da pequeñas pistas. Encontramos “red flags” y cosas que conectan con nosotros, pero tomamos una decisión desinformada y el 90% de las veces nos equivocamos. Cualquier acierto es fruto de la casualidad y una conexión que puede ocurrir o no, pero de la que apenas sabíamos nada hasta intimar un poco.
El proceso merece la pena porque la simple posibilidad de acertar puede cambiarnos. Puede que en este caso no sea una transformación vital, pero sí que nos hará más felices jugando a videojuegos. Aunque no me arrepiento de ni uno de los céntimos que gasté en League of Legends, lo cierto es que no es algo por lo que me gustaría que pasasen los nuevos jugadores. Por entonces había menos personajes y eran más baratos, pero en la actualidad la cifra ha ascendido a 160 y la última vez que echamos cuentas comprar todos los personajes ya valía más de 800 euros.
Incluso hoy tengo problemas parecidos con Valorant, un juego que me encanta al que no puedo dedicar tantas horas. Desbloquear personajes me lleva un buen rato y todavía no he podido probar las últimas incorporaciones más allá de las fases de beta a las que a veces nos invita Riot Games. Algo que cambiará gracias a la incorporación del videojuego al Game Pass y que espero con muchísimas ganas, ya que no quiero perderme lo que me puedan aportar Neon o Fade. Como un fan más, estoy ilusionado y creo que no se le ha dado a la noticia su verdadera dimensión.