Aunque ocurrió antes de que yo naciera, lo cierto es que crecí oyendo hablar sobre un truco de magia que se volvió muy popular. Un mago llamado David Copperfield (y al que yo envidiaba porque estaba liado con Claudia Schiffer) hizo desaparecer la Estatua de la Libertad. Obviamente, era un número de ilusionismo en el que sabes o intuyes cómo lo hizo, pero abrazas la idea porque el concepto y la ejecución resulta maravillosa.
¿A qué viene esto? Os preguntaréis. Es algo parecido a lo que siento con los títulos que tienen el ADN de Nintendo. Sé lo que hacen, porque aparentemente son trucos sencillos de diseño, en los que se aprovechan de la versatilidad y carisma de los personajes de su universo para intentar ensimismarnos con números que evolucionan un concepto. Pero, al igual que organizar una plataforma con soportes, cortinas y helicópteros sobre uno de los monumentos más emblemáticos de Nueva York, es algo que solo unos pocos elegidos pueden ejecutar de una forma tan excelsa.
Lo sentí cuando estrené mi Nintendo Switch, hoy hace cinco años, con Super Mario Odyssey y Zelda: Breath of the Wild; cada uno con sus cosas. Y lo estoy sintiendo ahora, un lustro después, con las primeras horas de Kirby y la Tierra Olvidada. Nintendo va tan sobrada que te casca un candidato a Juego del Año protagonizado por una pelota rosa que absorbe todo lo que se encuentre por el escenario, y se queda tan a gusto.
Porque lo nuevo de Kirby es un juego que, al menos de partida, se atreve con un contraste que ya hemos visto en sus materiales promocionales. Nos lleva a un lugar que, como su propio título indica, está olvidado. Abandonado. Normalmente, este tipo de ambientaciones suelen tener tonos ocres y apagados, lo que contrasta con el llamativo tono rosa del protagonista y el inherente colorido que suelen llevar sus aventuras. Aquí, se mantiene ese subidón de azúcar sobre ruinas, túneles angostos y centros comerciales abandonados. Un mensaje de optimismo sutil que, si bien pasa a plano secundario porque aquí lo verdaderamente importante no es la narrativa sino la diversión en cada una de sus fases, evidencia el talento que tiene Nintendo, concretamente HAL Laboratory en este caso, para dotar de alegría y de esa magia a la que antes hacíamos referencia a sus obras.
Heredando las virtudes de Cappy
Es evidente que Kirby y la Tierra Olvidada toma una inspiración evidente en Super Mario Odyssey, y tras jugar el primer mundo del juego, podemos decir que es lo más cerca que hemos estado de una secuela. Un tremendo halago que os puede servir como referencia a lo que os vais a encontrar. La versatilidad que aportaba Cappy al fontanero es la que tiene de forma inherente nuestra pelota rosa favorita con la habilidad que se antoja recurrente a lo largo de la aventura: la transmorfosis.
Todavía no hemos visto a Kirby convertirse en dinosaurio como sí lo hacía Super Mario gracias a su sombrero multidisciplinar. Aunque bien podría hacerlo. La mecánica de absorber propia del personaje nos hace ir probando por el escenario cada dos por tres a qué enemigo queremos tragarnos para tomar uso de sus poderes y usarlos a nuestro favor como haría Ditto en un combate Pokémon. Así, podemos ser un espadachín claramente inspirado en Link, un erizo que golpea con sus puntas o un mago que lanza hechizos de hielo y fuego, que ya quisiera George R.R Martin para sus libros inacabados.
De esta forma, podremos jugar prácticamente como queramos y las veces que queramos. Además, una vez tengamos las habilidades podremos mejorarlas en la Armería, dándonos nuevas opciones más poderosas a las que seguro que podremos sacar partidos en escenarios más avanzados, cuando todo se complique un poco más. Tampoco hay que olvidar que el juego cuenta con un "Partida a Dúo" con el que se puede disfrutar en cooperativo. El segundo personaje encarna a un Waddle Dee que, si bien no puede transformarse, puede lanzar poderosos ataques y hacer más llevadera la aventura. Yo lo he jugado con mi sobrina y su cara de ilusión me ha recordado a la que tenía yo con Kirby Adventure hace casi 20 años.
Por supuesto, las transformaciones no se reducen a esto, sino que varias de ellas están perfectamente encajadas para avanzar en el desarrollo y aportar frescura a un diseño de niveles exquisito. Así que, como habéis visto en los vídeos, podemos transformarnos en coche, en cono, en máquinas expendedoras y en un montón de sorpresas más. Es una pena que solo sea en momentos puntuales, porque son probablemente los elementos más hilarantes y divertidos del juego. Sí, de esos en los que se te pone una sonrisa en el rostro sin que te des cuenta.
Nos lo pasaremos mil veces
Kirby y la Tierra Olvidada está perfectamente diseñado para que lo juguemos varias veces. Primero de todo porque sus niveles son divertidos: así es en el mundo inicial y parece que así será en el resto del juego. Pero hay mucho contenido para explorar. Algunos niveles, como el del Centro Comercial, tienen varios caminos e incluso podemos perdernos. Eso puede hacer que no cumplamos el objetivo de rescatar a todos los Waddle Dee prisioneros que, en ocasiones, están en lugares recónditos que nos obligarán a probar mil cosas para encontrarlos. Cada misión tiene cinco objetivos y tres de ellos están ocultos para que, o bien los encontremos de casualidad, o al concluir la misión nos lo revelen para que le demos una segunda vuelta.
Al rescatar a los Waddle Dees, iremos desbloqueando nuevos contenidos, con lo que conseguimos tener una sensación de descubrimiento constante. Primero, son necesarios para ir desbloqueando los niveles venideros y el enfrentamiento final de cada mundo para poder seguir progresando. Así que, de esta forma, es aconsejable rebuscar y no dejar a nadie atrás. Un aliciente sin duda para los más completistas con una tarea que si bien no parece que será tan densa como la de conseguir las energilunas de Super Mario Odyssey, sí que nos tendrá un buen rato por los escenarios convirtiéndonos en todo lo que a Kirby le plazca.
Para reposar un poco entre misión y misión tenemos la Ciudad de los Waddle Dees, que parece que será el centro neurálgico para ir desbloqueando nuevos lugares que nos ayuden en el camino, como la mencionada Armería, un cine para revivir las escenas o la casa de Kirby para decorarla con las figuritas que nos iremos encontrando por los escenarios. Un lugar que seguro que esconde muchos secretos, aunque para conocerlos y revelarlos tendremos que esperar a la versión final.
Con todo esto, me queda la incógnita de saber si el juego mantendrá el nivel de su primer mundo. Probablemente, si la firma fuera de otro estudio, tendría dudas, ya que el ingenio y el esmero en el diseño de niveles que vemos en este Kirby es majestuoso. Con el sello de Nintendo, con esa magia característica, dudo que se venga abajo. De hecho, me muero de ganas por seguir jugando y ver qué sorpresas nos tiene reservadas esta adorable pelota rosa. La espera se va a hacer muy larga hasta el próximo 25 de marzo.