Fundar un club de esports es difícil en la medida en la que ser rico no está al alcance de todo el mundo. Sin embargo, el mérito de Bruce Wayne nunca estuvo en amasar cantidades ingentes de dinero. El millonario más famoso de Gotham no se convirtió en celebridad por abrir tiendas de ropa ni invirtió su riqueza en criptomonedas. Es cierto que “cada uno hace con su dinero lo que quiere”, pero tampoco voy a engañaros: siento debilidad por los que tratan de mejorar la vida de sus iguales y no por los que lanzan cohetes al espacio.
En los esports me pasa algo parecido. No me sale aficionarme a un equipo que simplemente ponga a funcionar su maquinaria económica para comprar una plaza en las máximas competiciones europeas de League of Legends y tampoco encuentro el mérito de que gaste dinero aquel que tiene de sobra. Prefiero las historias marcadas por casualidades, buenas intenciones y fracasos en las que la implicación es lo que marca la diferencia. Me quedo con la ilusión de quien lo hace porque quiere frente a aquel que simplemente puede.
El accidente de nacimiento de Case Esports
Case Esports se fundó en octubre de 2020, pero su presencia en la escena española de deportes electrónicos apenas fue notable. El club apostó por un único equipo de Counter-Strike formado por jugadores brasileños que competían en España. Demasiado alejados de su tierra como para ganar fans en Latinoamérica y también ajenos a un público nacional que no tenía grandes motivos para verse identificado con la organización. Aún encima, en medio de una de las mayores crisis que la competición de CS:GO ha tenido en nuestro país.
Para entender esta cuestionable decisión fundacional, hay que conocer el “accidente de nacimiento” de la organización. Case Esports es principalmente un proyecto nacido de la ilusión y la casualidad. Una idea que nace porque Casemiro es un jugador habitual de CS:GO que, como tu o yo, pasa su tiempo libre echando unas partidas con amigos y que se cimenta gracias a su condición de jugador del Real Madrid e internacional con la selección brasileña. Sin embargo, os equivocáis si estáis pensando solo en el dinero. Fue el estatus adquirido y no la cuenta bancaria la que le permitió recibir una visita muy especial.
Los jugadores de MIBR (acrónimo de Made In Brasil) visitaron la instalaciones de Movistar en el año 2018 tratando de prepararse para un torneo internacional de CS:GO disputado en Europa. Por entonces todavía eran la gran esperanza del país y se consideraban candidatos a todo. El contexto era perfecto: cualquier fan del Counter-Strike competitivo querría ver a las leyendas que ganaron dos major para su país y cualquier aficionado al fútbol estaría ilusionado ante la perspectiva de conocer a uno de los jugadores más relevantes de su selección nacional.
Esta es una de las grandes curiosidades del club. En cierto modo, podemos culpar a Movistar Riders de su nacimiento. Carlos García, director del club y mano derecha del jugador, reconoció que en esa visita de los jugadores de MIBR es “donde se da cuenta de que también le gustaría tener un equipo”. Ver la élite de cerca no es lo mismo que presenciar torneos, y el jugador tomó la clara determinación de que quería estar cerca de eso. No como un socio inversor ajeno a un equipo: si no como un propietario responsable de los aciertos y errores de aquello que fundara.
Aunque la idea ya estaba cristalizada, sacar adelante el proyecto fue mucho más complicado de lo que imaginamos. En favor de Casemiro juega que trató de fundar buenos contactos, combinando a Carlos García como su ‘hombre de confianza’ con la fusión con algún otro equipo. Hubo acercamientos y contactos con diferentes organizaciones del tier medio español, pero todas fracasaron. Lo malo es que complicó los primeros pasos de un club quizá demasiado sesgado por la experiencia personal, pero también simplificó las cosas: tendrían que hacerlo todo por ellos mismos.
El puto calor de Madrid
Que los esports nada tienen que ver con el deporte tradicional más allá del concepto de competición es una de esas ideas que casi todos aprendemos por las malas. Una lección que también tuvieron que interiorizar los dos fundadores del club. “La aventura empezó complicada. Yo venía del mundo del fútbol (agencia de representación) y no teníamos experiencia en los deportes electrónicos. Al final te das cuenta de que no tienen nada que ver con el tradicional. O cambias tu forma de pensar y de hacer las cosas o no llegas a lo que la gente quiere”, nos explicaba Carlos.
El plan inicial era “participar solo en CS:GO durante los dos primeros años”, pero la situación requería un urgente cambio de timón que comenzó con la expansión a FIFA. Era una expansión lógica que quería seguir tirando del vínculo jugador de fútbol con juego de fútbol y cuya pieza central fue el fichaje de Nacho Abella. Tuvo lugar en agosto y un pequeño detalle en las conversaciones entre el jugador y Casemiro (que quería conocerlo antes de ficharlo) marca el ‘cambio de chip’ que necesitaba el club.
“El primer día que lo conoce (Case a Nacho) es por videollamada porque Casemiro estaba en Brasil de vacaciones. La primera frase de Nacho es decirle ‘joder aquí hace un calor de puta madre, me estoy muriendo de calor’. Hombre, la cara de Casemiro es un auténtico poema. Se queda como… ¿qué me está contando este tío…? Luego me mandó un WhatsApp y me dijo… ‘¿tú estás seguro de que hay que ficharle?’. Yo le dije que sí.” La decisión de cambiar el rumbo del club ya estaba tomada, pero si necesitaban un ejemplo de que los esports funcionaban diferente, tuvieron ante sí la viva personalización de lo que era la industria.
Aunque no se escapan al concepto de “mercantilización del ocio”, hay un espíritu contestario en los deportes electrónicos. Junto al streaming, me gusta entender el concepto como el ansia de una generación por validar sus intereses y forma de vida. Un modelo algo más natural sometido a la política en sus más altos estamentos, pero que también bebe de lo mejor de la cultura de internet y trata de normalizar lo que siempre debió ser normal. La cercanía en la comunicación por encima de la regla como el abecé de las relaciones interpersonales.
Si había quedado alguna duda, ya estaba resuelta. La intención de Casemiro con Case Esports es más que ser una organización competitiva. No es casualidad que en la web oficial del club se muestre un apartado denominado “Misión. Visión. Valores.” en el que se trata de hacer un alegato social. Sin embargo, para transmitir el mensaje necesitas hablar el idioma de tu receptor y que te escuche allí donde esté. Una tarea que, volviendo a las palabras de Carlos “requiere unir jugadores profesionales y creadores de contenido que puedan transmitir ese mensaje”.
El primer paso de un nuevo Case Esports
Arrepentirse de algo no es más que revolcarse por el fango, y esa nunca fue la mejor forma de limpiarse. Tras los problemas iniciales y una vez comprendido qué había que hacer, Case Esports nació para el grueso de la comunidad española. Parte de transmitir el mensaje implica estar en los juegos mayoritarios. De nuevo encontramos la casualidad y la oportunidad. Premio a la insistencia para un equipo nacido al calor de la pandemia que encontró en la renovada apuesta de Riot Games por las competiciones nacionales la oportunidad de llegar a Valorant y League of Legends.
El club pisó el acelerador con las ideas muy claras y, aunque sufrió un pequeño traspiés al no haber alcanzado la oferta requerida para hacerse con la plaza de Superliga que ahora pertenece a KOI, sí lo tuvo fácil para llegar a la Segunda División. Un aterrizaje perfecto que retrasa los grandes resultados, pero facilita el proceso de aprendizaje. Más todavía cuando han sabido hacerse con los servicios de jugadores emblemáticos para los aficionados españoles: Miniduke y Javaa defienden al club en LoL, mientras que una figura eterna de los esports españoles como Neptuno lidera la sección de Valorant.
Todo quedó dispuesto con la selección de un equipo de creadores de contenido llamados a hacer retumbar un mensaje que consolide un proyecto diferente. “Primero nos asentaremos como un equipo de Madrid (…) iremos sacando proyectos de la oficina y queremos que la gente pueda venir a vernos. Todo esto irá acompañado de otros proyectos que aún no puedo concretar, pero que serán acciones que tratarán de tener un impacto social positivo”, nos explicaba Carlos sobre un Case Esports que mira al futuro mucho más allá de las metas deportivas.
Quizás sea faltarle a la verdad hablar de la "Historia que tu hiciste". Sin embargo, no cabe duda de que hay "Historia por hacer".