La evolución de League of Legends a lo largo de los últimos años se ha caracterizado por un marcado aumento de la profundidad y la personalización. El objetivo de Riot Games con cada nueva Temporada ha sido que las partidas varíen más unas con otras. Ideas como la de las Runas Reforjadas, los Objetos Míticos o los Dragones Elementales han aportado a esta causa; aunque no siempre con los resultados que la desarrolladora habría esperado.
Los años ‘perdidos’ de League of Legends
Uno de los grandes problemas que se ha encontrado Riot Games a la hora de introducir estas novedades es que han ido llegando poco a poco. La reconversión de las runas y maestrías en el nuevo sistema debutó en 2018, el alzamiento de los elementos se dilató entre las dos siguientes campañas y los ítems míticos apenas han llegado al juego en este 2021. Los cambios,siempre son problemáticos en League of Legends y la forma en la que han interactuado no ha sido la más favorable en ninguno de los casos.
La compañía siempre ha estado entre la espada y la pared a la hora de tomar decisiones y la faceta de juego como servicio con una comunidad sedienta de novedades ha acabado generando un clima muy difícil de gestionar. Un contexto que se sumaba a la dificultad de llevar a cabo pruebas jugables de suficiente envergadura y que ha dado lugar a un batiburrillo de ideas interesantes pero inconexas. Una asignatura pendiente que no permite disfrutar de los méritos y acrecienta las sensaciones negativas.
El gran cambio de la Temporada 2022
En la primera ráfaga de información sobre la próxima temporada es mucho más lo que Riot Games dice cuando miramos al conjunto que si solo atendemos a las decisiones individuales. Por primera vez los diferentes aspectos del título parecen destinados a cambiar al unísono dando la oportunidad a la desarrolladora de solventar los grandes problemas a los que no supo dar respuesta cuando solo tuvo la oportunidad de actuar de forma pormenorizada.
La diferencia en esta nueva etapa que League of Legends abrirá durante el próximo año 2022 es que Riot Games tiene todas las cartas sobre la mesa. Cada decisión parece ser tomada en función a su efecto con respecto a un conjunto y atendiendo a como interactúan todos los sistemas entre sí. De esta forma, se han dejado las grandes revoluciones para otros apartados como la personalización, mientras que lo jugable se centrará en pulir errores previamente existentes.
Así, no deberíamos volver a tener un caso similar al del año pasado cuando Riot Games se olvidó de la desaparición en la práctica de los Activos Congelantes con el fin de sus objetos o los fallos de planteamiento que han dado lugar a algunos de los mayores desajustes del metajuego. Una oportunidad para trabajar desde la tranquilidad que aporta un contexto positivo y que, eso sí, llega con una contrapartida: ya no hay más excusas ahora que el destino de League of Legends está solo en manos de la desarrolladora.