La vuelta de la competición de League of Legends siempre es una buena noticia. Sin embargo, la jornada inaugural de la Superliga de LVP nos dejó muy malas sensaciones debido a la actuación de algunos miembros indeseables de la comunidad tras el partido entre Vodafone Giants y G2 Arctic. Las críticas se las llevó a Oscarinin, que tuvo una de las partidas más desastrosas de su corta carrera y recibió todo tipo de insultos y amenazas por redes sociales.
Sería injusto contra cualquier jugador y especialmente doloroso contra el que en más de una cuestión se vistió de héroe de su equipo. Sin embargo, el top laner solo ha tenido que esperar tres días para que la Grieta del Invocador le devuelva una sonrisa de oreja a oreja con una actuación que, si bien no fue estelar, culminó con una de las jugadas que marcarán este split de la competición nacional: una imperial “quadrakill” que no llegó a más porque su support decidió ser el antihéroe que le bajase dos tonos para que acabara como la carcajada final de un mal recuerdo.
El movimiento es meritorio y muestra todas las virtudes de una campeona hasta ahora casi inédita en el circuito competitivo. Llegó, además, cuando el equipo más lo necesitaba y BCN Squad estaba empezando a arrinconar a sus rivales con un temible Kog’Maw que había completado la compra de objetos y tenía una escolta impagable. Sin embargo, los muchachos de la Ciudad Condal quedaron hechos un cuadro entre tijeretazo y tijeretazo del último campeón incorporado a League of Legends.
La primera lección que no deberíamos siquiera necesitar es que, aunque la crítica es legítima, la falta de respeto no está ni mucho menos justificada. Sin embargo, el bueno de Oscarinin también ha dejado otra moraleja. Ni el lunes era el peor jugador en la Vía Láctea ni hoy es un ser humano que ha trascendido los límites corpóreos: los juicios de valor en League of Legends requieren de algo más de dos partidos y de un análisis que vaya más allá del marcador.