La evolución de los juegos de fútbol da para un extenso reportaje, ya lo haremos. Pero vamos a centrarnos en FIFA, que se ha convertido prácticamente en la única opción del deporte rey. Al menos hasta saber qué pasa con PES y su posible regreso con más fuerza después de un año sabático para intentar hacer frente a EA Sports y su reinado total durante los últimos años.
Pero, más allá de la competencia con PES, el propio FIFA tiene sus guerras internas y sus cambios de dinámicas que han ido evolucionando durante los últimos años. Si nos vamos unos 10 años atrás, todo el mundo quería jugar a FIFA para las reuniones familiares o piques con amigos. De forma individual, los usuarios soñaban con coger el equipo de su ciudad y hacerlo crecer en el Modo Carrera, fichando a los mejores jugadores del momento y llevarlo hasta lo más alto, levantando la Liga y la Champions.
Pero ahora ya prácticamente nadie toca el Modo Carrera.
¿Por qué? Hay varias respuestas evidentes. La primera de ellas es el descomunal auge de Ultimate Team. Lo que nació en FIFA 08 como un DLC al que nadie hizo caso y al que muchos catalogaron como un timo -por aquellas estaban comenzando a nacer las microtransacciones- ahora se ha convertido en el principal motivo de compra para la gran mayoría de usuarios del juego de EA Sports. Por mucho que renieguen de los servidores.
Desde 2015, EA Sports ha ingresado más de 6.000 millones de dólares solamente con el dinero que genera Ultimate Team, de los cuáles cerca de 1.500 se han generado solo con FIFA 20. A falta de conocer los datos de lo ingresado por FIFA 21, seguramente serán similares. Un crecimiento progresivo cada temporada que se ha triplicado desde la edición 2015, donde 'solo' se generaron 500 millones. Es normal que la empresa norteamericana se centre en FUT, teniendo en cuenta estas mareantes cifras.
Básicamente, el éxito de FIFA radica en el 'pique' -queremos evitar la palabra adicción- que aporta el abrir sobres en Ultimate Team. Como cuando en el colegio cambiábamos cromos. Cada semana hay un evento nuevo, con objetivos y tarjetas especiales que nos animan a conseguir tareas que no se nos ocurrirían, solo para conseguir determinada carta que nos sirva. Aquí entraría en juego los aspectos psicológicos que provoca el azar de dicha modalidad. ¿Disfrutamos realmente intentando conseguir esas cartas o el juego nos pone la necesidad incontrolable de cumplir esos retos? Y mira que FIFA está en el punto de mira por esto.
Es cierto que durante varios años, EA ha tenido abandonado el Modo Carrera en pos de Ultimate Team. Es lógico si tenemos en cuenta todo lo que hemos dicho antes. Eso ha provocado que los usuarios se vayan despegando. Y también está el efecto dominó. Si la mayoría de amigos o familiares solamente juegan a FUT, acabaremos haciendo lo mismo por integración.
Pero es justo reconocer que EA Sports ha mejorado mucho en esta edición el Modo Carrera. Se han añadido opciones como la de simular encuentros, a lo Football Manager, y poder meternos a mitad del partido a jugar para intentar cambiar el rumbo. También se han añadido otros aspectos del fútbol real, como mejoras anímicas en los entrenamientos, más variedad a la hora de conseguir cesiones con opción a compra y la planificación a largo plazo con futbolistas de futuro.
¿En vano? No, tampoco es eso. Todavía hay usuarios que disfrutan únicamente del Modo Carrera y no tocan Ultimate Team. Pocos, pero los hay. No podemos saber las cifras, pero será un porcentaje menor. Pero FIFA va "sobrado" desde hace unos años con la falta de competencia. Eso, junto a los años que llevan perfeccionando la fórmula, aporta a la saga el beneplácito de ofrecer muchas opciones para todo tipo de jugadores. ¿Os acordáis de Volta? Nosotros tampoco, pero ahí está.
En todo esto también hay un detonante claro, que es el problema de competir contra la IA. Por muchos niveles de dificultades que haya, la actitud de los jugadores controlados por la máquina se vuelve predecible a las pocas horas. Y al mecanizar, es todo mucho más sencillo; se termina volviendo aburrido. Sin reto, el juego quedaría abocado a la estantería a los pocos meses. Al gancho que tiene Ultimate Team per sé hay que añadir el factor de competitividad que muchos usuarios tienen en sus venas. El querer ser mejor que el adversario. Y la adrenalina de que su comportamiento no se puede anticipar. Que sabemos cuándo la máquina va a hacer un recorte en la banda, pero un rival humano quizás nos haga lo contrario. Ese gen competitivo también juega a favor de Ultimate Team y de cualquier apartado online. El reto aquí es constante y novedoso con cada nuevo rival.
Pero el fútbol virtual, como el real, es muy cambiante. Un día estás arriba pero el conformismo te hace caer abajo. Y además, el mercado de los videojuegos es muy cambiante. Hace años la lucha entre FIFA y PES se centraba en intentar buscar la recreación más realista del fútbol, lo que decantaba la balanza para el lado del juego de Konami. ¿Simulación o arcade? Ahora da igual. Todos los usuarios están encantados por una apuesta más arcade repleta de regates y filigranas. Yo lo llamaría el poder de Ultimate Team.
Quien sabe lo que será mañana.