Riot Games ha descubierto una de las realidades más duras de los juegos en línea en sus últimos lanzamientos. Los tramposos, apenas presentes en League of Legends, han sido capaces de colarse en Wild Rift y Valorant. Un problema en el que los hackers siempre van un paso por delante por muy restrictivos que sean los sistemas, pero en cuya solución ya están trabajando desde la desarrolladora. El objetivo no podría ser más ambicioso: acabar con el problema desde su raíz.
Jonathan Chao, director de jugabilidad de League of Legends: Wild Rift, ha pedido colaboración a la comunidad en sus redes sociales. Este trabajador de Riot estableció un compromiso personal con los jugadores en el que asegura que odia a los tramposos. Para ponerle remedio cuanto antes, dice necesitar tener toda la información posible de la procedencia de los hacks. “Si tenemos la fuente, será más fácil para los ingenieros detectar como hacen trampa los jugadores. Como en cualquier juego, no importa cuantos mecanismos antitrampas pongas, la gente siempre encontrará la forma”
El sistema de trampas más habitual y desagradable de Wild Rift es el “maphacking”. Este, básicamente, permite saber todo lo que esta pasando en la Grieta Salvaje. Ubicación de enemigos, campamentos de la jungla o cualquier tipo de información que se pueda extraer. Lo que hace es deshabilitar la niebla de guerra para obtener una visión completa y permanente de todo lo que sucede, aportando una ventaja incalculable que permite barrer al equipo enemigo a poco que tengamos una mínima experiencia en el juego.
Habrá que ver como le sale a Riot Games su cruzada contra las trampas. La desarrolladora siempre se ha tomado en serio el desafío, aunque todavía está muy lejos de lograr reducir a cero la cantidad de tramposos en sus títulos. La problemática parece no tener remedio, una carrera armamentística interminable que afecta a casi todos los juegos del mercado.