Uno de los aspectos que ha hecho que League of Legends se imponga como uno de los títulos de referencia del mercado es su espectacularidad. Riot fue capaz de coger el principio de “fácil de jugar y difícil de masterizar” para que, una vez superada la barrera de entrada, su título nos aporte argumentos más que de sobra para continuar jugando. La culpa en buena medida es de las recompensas que aporta cuando somos capaces de ejecutar buenas jugadas en las que todo sale a la perfección.
Se trata de un camino complejo en el que hay que dominar todas las variables del juego y que pone a prueba muchas de nuestras capacidades. Los reflejos, la toma de decisiones y hasta nuestra capacidad para hacer cálculos casi subconscientes. El desafío de lanzar una habilidad justo cuando se acaba el Estasis provocado por un Reloj de Arena de Zhonya o pensar dónde acabar el destello para conectar con un gancho de Tresh pueden llegar a ser claves para acabar ganando una partida.
Sin embargo, entre tantas exigencias también hay espacio para las florituras. Récords hemos visto de todos los tipos. Desde la Pentakill más rápida hasta el que os traemos hoy, que no tiene oficialidad pero cuya superación nos parece un desafío harto difícil y va a requerir de mucha planificación: la baja más rápida desde que un rival reaparece hasta que volvemos a conseguir acabar con él. Uno de esos aspectos de League of Legends en los que prácticamente nadie se para a pensar.
Si en la jugada apenas sois capaces de ver al Shaco es porque aparece durante media décima de segundo incluso con el metraje ralentizado al máximo. Apenas cinco fotogramas en los que pasa de reaparecer a volver a estar muerto y gracias a un lanzamiento de habilidades perfecto que acaba con los 2650 puntos de vida que maneja el rival. League of Legends llevado a otro nivel para acabar una partida con sorpresa. Como diría Shaco: “Ahora me ves, ahora no me ves”
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