La saga Call of Duty siempre ha sido comparada con las películas de acción más palomiteras. Las explosiones constantes, la increíble resistencia de los enemigos a las balas y la acción que siempre va a más invita a ello. No tiene nada de malo, y lo cierto es que el shooter es uno de los mejores juegos de su género sin haber salido nunca de la categoría arcade y convirtiendo esto en la seña de identidad de la saga.
Esta circunstancia es, de hecho, la que hace que en determinadas ocasiones el juego nos brinde verdaderos espectáculos visuales. Es uno de los títulos más divertidos de ver y el multijugador vive de esos momentos que suceden en una de tantas partidas en las que somos capaces de protagonizar una racha de bajas increíble o el mero azar es capaz de regalarnos un momento de tinte épico sin que estuviera planeado.
La jugada que os traemos hoy es una mezcla de esos dos elementos que hacen a Call of Duty: Cold War tan interesante. Primero tenemos una racha de bajas con cuchillo a la que el jugador iba a poner fin con una ejecución sobre un rival un poco despistado en las siempre traicioneras casas de Nuketown. Desproteger la espalda nunca es una buena alternativa, pero lo que pasó a continuación es todavía más increíble.
Como vemos, en medio de la cinemática de ejecución, una racha de bajas comienza a caer justo encima de donde está situado el jugador. Las texturas y las partículas de las explosiones se cuelan en el escenario dándole un tinte todavía más épico que deja boquiabiertos a los jugadores. Un momento perfecto casi imposible de controlar que acabó haciendo que una jugada que era buena se convirtiera en algo totalmente distinto y todavía mejor. Desde luego, una de las más vistosas que hemos presenciado en Call of Duty: Cold War