Para ser la fiesta de los videojuegos, los Game Awards de Geoff Keighley no suelen tratar demasiado bien a los premiados. Un porrón de premios anunciados en un preshow que nadie entiende porqué sigue existiendo, más tiempo a tráilers y anuncios de juegos, como el ya legendario Fast and Furious de Vin Diesel del año pasado, que a los propios ganadores agradeciendo su premio, así como faltas de respeto constantes tanto en nominaciones como en galardonados.
Este hecho es especialmente sangrante en el apartado de esports, el cual la gala se ventila de forma constante durante el preshow durante todos estos años. Es particularmente interesante ver como la presentadora, ya que este año ni el propio Geoff se ha dignado a presentar el preshow, tiene que recitar del telepronter un aluvión de nombres, nicks y demás conceptos del mundo del deporte electrónico como ese relleno de Naruto que ya conoces pero no sabes ni porqué estás viendo.
Los fallos en las nominaciones dentro de los esports llevan años dándose. Todos recordamos como en 2017 Lee "Faker" Sang-Hyeok se llevó el premio cuando apenas ganó uno de los dos splits en la LCK y fue superado por el Samsung Galaxy de Kang "Ambition" Chan-yong en las finales de Worlds. En 2018 Fortnite, sin escena competitiva aún estuvo nominado a mejor juego de esports, mientras que la sección de LoL de Cloud9 se llevó el premio a mejor equipo sin haber logrado ni un título durante ese año.
En 2019, los Game Awards pasaron por encima de la escena de los juegos de lucha, al no nominar a Arslan Ash, MKLeo, SonicFox o GO1; pero también por nominar a Jump Force a mejor juego de peleas. Pues este año tenemos cosas similares como la victoria de Danny "zonic" Sørensen, entrenador de Astralis, en mejor técnico del año. Sí, ese Astralis que casi se desmorona a mitad de año y que quedó séptimo en la ESL One de Colonia Online en la que sólo participaban equipos europeos. Y tampoco es que tenga sentido el bloqueo permanente a Rainbow Six Siege o Rocket League en las nominaciones a juego de esports.
Pero la mayor de las humillaciones ha sido que los esports hayan sido la muleta para anunciar un producto. Esto no es particularmente sangrante, porque la gala en sí está pensada para venderte cosas más que para dignificar el medio. El asunto es que el premio a mejor jugador de esports es directamente un insulto a los deportes electrónicos. Y en absoluto es algo rebuscado, o metafórico. Es algo directo.
El encargado de anunciar el premiado como mejor jugador fue Stephen A. Smith, un popular analista y tertuliano deportivo norteamericano que suele aparecer por ESPN. Su aparición fue para promocionar su nuevo show en estudio en ESPN+ y tuvo a bien decir que "cuando todas las ligas deportivas en el país cerraron, los esports siguieron adelante".
ESPN ha despedido a la práctica totalidad de su plantilla correspondiente a la sección de esports que llevaba varios años creando contenido de gran calidad. Jacob Wolf, uno de los insiders más respetados de la industria, no fue renovado y comentó en Twitter que puede ser cierto que los esports siguieran adelante, pero no en ESPN, que incluso canceló el show de agentes libres de League of Legends dos días antes de emitirse.