The Game Awards está lejos de ser una gala tan prestigiosa en los esports como lo es en el mundo de los videojuegos. Lo cierto es que prácticamente cada año hay polémica en todas las categorías en las que reparten premios. De forma sistemática vemos como las preferencias del público norteamericano se convierten en la referencia universal y quedan fuera de algunas categorías jugadores, juegos y equipos que podrían merecerlo.
La situación ha llegado hasta tal punto que es complicado decepcionarse. Sin embargo, las nominaciones de este año han sido especialmente preocupantes por la repetición de dos grandes ausencias que parecía que esta vez sí se habían ganado el derecho a estar representados. Antes de nada, vamos con los nominados, que son los siguientes:
- Fortnite
- VALORANT
- League of Legends
- Call of Duty: Modern Warfare
- Counter-Strike: Global Offensive
Sorprende ver en la lista a Fortnite, un juego que ha perdido jugadores y cuyos torneos profesionales han tenido algún que otro problema a lo largo de todo el año. Tampoco inspira demasiado VALORANT, juego con el que se cumple aquello de decepcionado pero no sorprendido. No nos malinterpretéis, el shooter táctico de Riot Games nos encanta, pero está en pañales en lo referido a escena competitiva y a la fecha de la nominación todavía no ha habido ningún torneo oficial organizado por Riot Games. Tampoco competiciones entre regiones debido, claro está, a la situación sanitaria actual.
El problema está tanto en los juegos que se presentan como los que faltan. Parece que Rocket League nunca podrá volver a colarse en la lista. Solo lo hizo una vez en el año 2017 y pese a una restructuración completa del formato y una adaptación a la situación del coronavirus que ya le gustaría a otros deportes electrónicos, no han hecho méritos suficientes para que The Game Awards los tenga en consideración.
Raimbow Six: Siege, directamente ni está ni se le espera. Se trata de un título minoritario que sigue peleando y se mantiene como uno de los deportes electrónicos incipientes. Un shooter táctico pausado que se queda fuera en favor de un Counter-Strike que vivió el peor año de su historia en términos competitivos con un bug que acabó con 37 entrenadores sancionados y un amaño que bien podría llevar a prisión a varios jugadores.
Es complicado saber que valora The Game Awards cuando habla de deportes electrónicos. Siendo una entrega anual de premios y queriendo esclarecer qué título ha tenido el mejor año, lo cierto es que choca que se pasen por alto situaciones tan evidentes como estas.