La saturación de los primeros días en World of Warcraft Classic sigue haciéndose notar durante varios días después de la apertura de los servidores. Aunque es posible jugar con cierta normalidad, sí que es preferible conectarse lo más pronto posible para asegurarse un puesto dentro de Azeroth, ya que el hype parece estar sobreviviendo incluso al todos los World First, tanto el de ser el primer jugador en llegar al nivel 60, como el de la primera hermandad en acabar con Ragnaros y Onixia.
El primero de estos hitos fue a cargo del gnomo maltés Lord Jokerd, un conocido de los servidores privados de WoW, que llegó a registrar 350.000 espectadores en su canal de Twitch cuando subió al nivel 60. APES, una hermandad europea, también del entorno de los servidores privados, consiguió ser la primera en terminar con el contenido PvE del juego, incluso por delante de Method.
En fin, esas cotas siguen muy lejos de nuestro querido enano cazador, el cual dejamos en Villadorada, camino del nivel 10 que le permitiría contar con la tan necesaria ayuda de una bestia. Este es el segundo volumen de nuestro Diario de WoW Classic.
Pues como muchos otros jugadores, ese nivel diez llegó de la mano de Hogger, uno de los primeros minibosses a los que se enfrenta todo jugador que esté rondando el sur de Ventormenta. Las misiones previas, que requieren de toda una matanza de Gnolls, fueron casi un suplicio a causa de la enorme cantidad de gente que buscaba sus drops. Sin embargo, fueron necesarias para ese nivel 10, el cual activa la cadena de misiones que termina en la habilidad para domesticar una mascota que nos acompañe.
Para un cazador basado en el arma a distancia, como somos nosotros, tener una bestia que sirva de parapeto tras la cual usar la pólvora aumenta la velocidad de leveo casi exponencialmente. De hecho, Hogger casi fue un trámite antes de dirigirnos a una nueva zona: Páramos de Poniente.
Los Páramos son una zona bien conocida para todo jugador de la Alianza, ya que es una zona de leveo muy transitada y el lugar en el que los bandidos Defias, con Edwin Van Cleef a la cabeza, tienen una de sus bases principales. Eso sí, nosotros nos centramos en acabar con todo bicho viviente y también con las misiones disponibles, entre las que está la de la Vieja Blanchy y su necesaria bolsa de 6 casillas (sí, ya no sabía donde meter tanto cuero).
Aunque lo más relevante que nos pasó en esta zona es que conocimos por el chat global la existencia de una hermandad de españoles, Log Horizon. Al haber sufrido tanto cambio de servidor a causa de las eternas colas de logueo, vimos esto como la oportunidad de poder unirnos a un grupo de compañeros que nos facilitara el tener con quién realizar tareas como levear, mejorar las profesiones e incluso adentrarnos en Minas de la Muerte, la inminente mazmorra.
Tras un leveo cada vez más lento en Páramos de Poniente y ante la escasez de misiones en la zona, se hizo necesario acudir a la zona de Crestagrana y hacer por allí unas cuantas tareas que nos auparan a la zona del nivel 20. Es ahí cuando se puede plantear la entrada a las Minas de la Muerte, la mazmorra en la que espera Edwin Van Cleef como último boss.
Usamos por tanto el chat de la hermandad buscando otros dos valientes que nos ayudaran en esta tarea tan compleja como es jugar nuestra primera mazmorra. Cabe recordar que en WoW Classic no existe un buscador de mazmorras y los cinco miembros han de entrar a la vez en el lugar, sin teletransporte. No os voy a mentir, hizo falta revivir en una ocasión a causa de mi araña, pero el resultado ha sido el de la foto superior, un éxito.
En vista de lo poco que ha durado el contenido PvE principal para los jugadores profesionales, el argumento de que WoW Classic es un juego más difícil que WoW Retail flaquea y mucho. Sin embargo, quizás sea el momento de cambiar de objeto de la discusión y comenzar a sacar pecho con que WoW Classic es más satisfactorio desde el plano social y que obliga a conocer a las personas que hay detrás de cada personaje.