El evento de Sony en el que ha desvelado el precio y la fecha de lanzamiento de PS5 ha sido un cúmulo de sensaciones que todavía tardaremos unos días en digerir. De mientras, sin mucho pensar, algunos reservarán la consola por el ansia de cambio; y otros se lo pensarán mejor. Es un paso a dar tarde o temprano, pero no se trata solo del cuándo, si no del cómo.
Si analizamos el evento en sí, fue más que correcto. Tuvo todo lo que se puede pedir: gameplays de juegos anunciados, sorpresas agradables, el precio y la fecha de PS5 y una sorpresa final en forma de God of War 2. Pero lo que llegó después fue un despropósito propio de novatos en la industria. Y Sony no lo es como para cometer una comunicación tan confusa.
Anuncios que se podían haber mostrado en el evento, llegaron por parte de notas de prensa ramplonas, pantallazos con letra pequeña e incluso por exclusivas de "figuras" de la industria que se creen más importantes de lo que son. No es comprensible que sea Geoff Keighley quien confirme con un tweet que Demon's Souls será un juego de lanzamiento. Por no hablar del despropósito y la confusión con las versiones del propio juego de Bluepoint y de Final Fantasy XVI.
Luego ha llegado el dilema del incremento del precio en los juegos y en los periféricos. Llevamos meses sabiendo que esto iba a pasar; NBA 2K21 o Call of Duty lo habían avisado. Aun así, no deja de doler y esto ha provocado que mucha gente se baje del carro. Se puede entender que los costes de producción sean más elevados, pero también es pedirle a un consumidor que ahorre 80 euros para un videojuego, algo que no siempre es asumible para el usuario medio; especialmente como está la situación. Está claro que los videojuegos se pueden considerar como un lujo, pero si ya los empezamos a considerar como un privilegio, nos cargamos su esencia.
También podríamos hablar de la escandalosa conversión del precio en euros si la comparamos con yenes o dólares, pero es lo de siempre y poco vamos a solucionar.
Un incremento de precio que da para otro debate, y lo haremos. Especialmente teniendo en cuenta que Xbox ofrece juegos de lanzamiento con una suscripción mensual.
Basta con darnos una vuelta por los foros o por las redes sociales para ver que la gente solamente habla de los 80 euros que cuestan los juegos de PS5. Y que aun así las reservas de la consola se están agotando en todo el mundo. probablemente por la ley del rendimiento marginal decreciente. Pero esto no ha hecho más que comenzar y una mala comunicación puede ser mortal para una compañía.
Porque esto ya lo hemos vivido y sabemos que acaba en un volantazo. PS3 salió a un precio de 600 euros y no comenzó a despegar hasta que bajó de precio; en el camino, Xbox 360 y un brillante trabajo de Microsoft les comieron el terreno. Al comienzo de la siguiente generación, los de Redmond patinaron embriagados por el éxito, anunciando obligatoriedad de Kinect y que no era apta con juegos de segunda mano; otro nuevo frenazo en seco y ya hemos visto cómo ha sido la generación de Xbox One.
Hay que tener en cuenta que una buena parte de los consumidores no se informa de la actualidad de videojuegos y muchas veces se basan en lo que escuchan 'de oídas'. Durante mucho tiempo y hasta hace poco, todavía había gente que pensaba que en Xbox One no funcionaban los juegos de segunda mano, se pensaban que Wii U era mando con pantalla para Wii o no saben que Game Pass existe, por mencionar unos ejemplos.
Una buena comunicación es vital a la hora de que tu producto trascienda, y la confusión genera desconfianza. También el mal marketing. Da la sensación de que todo lo que ocurrió anoche tras el evento es fruto de la improvisación con el objetivo de dar una respuesta rápida a lo anunciado por Microsoft con Xbox Series X y Series S. Y al final todo ha sido un batiburrillo con cosas que no nos han quedado claras ni siquiera a los que trabajamos en esto.
Porque queríamos ver juegos, sí, pero también saber más de la supuesta retrocompatibilidad con los juegos de PS4 o del funcionamiento de PlayStation Plus Collection, que pasó de tapadillo. No todo vale.