League of Legends lleva más de diez años en el mercado y está a punto de presentar a su campeona número 151: Samira. Sin embargo, con este nuevo personaje se ha repetido una tendencia que llevamos un tiempo viendo en el juego. La desconexión entre las últimas incorporaciones al plantel y los campeones clásicos es total hasta el punto de que no parecen pertenecer al mismo juego.
El ejemplo que se ha utilizado esta vez para dejarlo claro es la pasiva de Samira. Casi cualquier habilidad podrían haber dejado en ridículo a Udyr o Rammus, que en comparación con la campeona solo pueden correr y dar vueltas. Aun así, con la cantidad de texto de la pasiva y las funciones que tiene es suficiente para darse cuenta de las diferencias con respecto a Nasus:
Que un campeón sea más simple no lo hace necesariamente peor. Leona es, como se suele decir, más simple que el mecanismo de un zapato y se ha convertido en una de las elecciones más utilizadas en el competitivo de League of Legends. Sin embargo, hay una inconsistencia indiscutible entre lo viejo y lo nuevo que Riot debería plantearse cuanto antes.
Suele suceder que cuantas más posibilidades tiene un campeón más divertido resulta. No negamos que tengan que existir personajes sencillos y que no todos tienen que ser Samira o Yone. Aun así, quizás sea el momento de volver a paralizar el lanzamiento de campeones tras la llegada de la futura Seraphine y empezar a trabajar en reworks que adapten a los que peor han envejecido al nuevo League of Legends.
El tuit original con la comparación fue publicado por Christian Tiensuu