El pasado 14 de mayo se anunció de forma sorprendente Paper Mario: The Origami King. Aunque había filtraciones que apuntaban a que un nuevo título dentro de esta subsaga de la mascota de La Gran N saldría este año para conmemorar el 35 aniversario de Mario, tanto la forma despreocupada en la que Nintendo liberó el tráiler, como el contenido del mismo hizo que más de uno mostrásemos atención.
Tras un Paper Mario: Color Splash lanzado para Wii U que acabó sepultado por el escaso éxito de la consola y un Sticker Star para 3DS que no convenció a los fans de la saga ni a la crítica, llega The Origami King. Parece que todo lo que toca Nintendo Switch es sinónimo de éxito, al menos comercial, y una remontada de Paper Mario es algo que muchos aficionados a las entregas de Nintendo 64 y GameCube deseaban con fuerza.
Nosotros ya te podemos contar nuestras impresiones de las primeras horas de Paper Mario: The Origami King. Hay mucha expectación, ya que la actualidad del mundo del videojuego durante estas semanas parece pertenecer a las nuevas máquinas de la competencia y a los eventos digitales, y la híbrida de Nintendo no se había pronunciado más que con un descafeinado DLC de Pokémon Espada y Escudo. ¿Está Paper Mario: The Origami King a la altura de lo esperado?.
Volvamos a ese primer tráiler. En él ya conocimos la posibilidad de que los habitantes de este Reino Champiñón de papel fueran transformado (más bien doblados) hasta adquirir volumen y ser piezas de papiroflexia. Sin embargo, el creador de todas ellas les imprime el carácter malvado y el odio por los seres de dos dimensiones. Es justo al principio de la aventura que vemos que las calles de Villa Toad están desiertas y momentos después constatamos que hasta la mismísima Princesa Peach está "origamizada" hasta el punto de engañarnos y hacer que nos lleven a las mazmorras.
De esta forma ya se nos presenta un nuevo equilibrio de poderes en el que los malos tradicionales de todo Mario que se precie comparten enemigo con nuestro héroe. Esto hace que todo cambie en el juego, ya que esto influye de manera decisiva tanto en las mecánicas jugables, con un sistema de combate nunca visto en la saga, como en el guión, uno de los aspectos estrella de los Paper Mario.
Olly, el autodenominado Rey del Origami ha dominado el poder de la papiroflexia y ya en las primeras horas de juego se nos revela que hasta el mismísimo Bowser está en un calabozo mientras sus esbirros son doblados de forma cruel. Si Peach ya es cuanto menos inquietante en nuestro primer encuentro, ese que relata el tráiler de lanzamiento, no se queda atrás la transformación de los Goombas duodimensionales en tridimensionales, las cuales presenciamos a través de las sombras.
Este coqueteo con el terror light le sienta como un guante a ese tráiler y a los minutos iniciales del juego, pero esto se desvanece a los pocos minutos; concretamente cuando ves a Bowser doblado en un cuadrado colgado de una pinza. En ese momento los diálogos empiezan a ser mucho más familiares para los fans de Paper Mario, así como nos empiezan a demostrar que ese factor extra que es que las alianzas estén cambiadas y de pie a que se produzcan diálogos muy meta que nos sacarán una sonrisa.
Como suele suceder en los juegos de Mario y dado que el fontanero sigue la estela de los héroes tradicionales del videojuego de ser mudos para que podamos identificarnos con ellos, tenemos un compañero charlatán como sucedió en Odissey con Cappy o, sin ir más lejos, en Color Splash con Baldo. Aquí contamos con Olivia, la hermana del villano, y único ser de origami que parece ser agradable con nosotros.
Desde el principio del juego, Olivia genera mecánicas jugables muy interesantes como es que dispongamos ocasionalmente de brazos extensibles controlables con los sensores de movimiento de los Joy-Con. Esto nos hace interaccionar de formas nunca antes vistas con el entorno, generando ese nexo de unión entre el 2D inherente a Mario y el 3D de los entornos, uno de los temas tratados en el juego. Pero además de esto, Olivia tiene unas transformaciones visualmente espectaculares claves en el transcurso del juego.
Aunque el diseño de Mario es idéntico al de Paper Mario: Color Splash, los entornos han evolucionado sobremanera. La iluminación y el tamaño de los mismos ha dado un paso adelante que le sienta de maravilla al título, ya que hace que se sienta como un juego de aún mayor entidad, mientras la diversidad de localizaciones aumenta la percepción de gran aventura que Nintendo nos mostró en el tráiler.
Los entornos sirven además de excusa mecánica, empezando por una montaña estándar para familiarizarnos con el juego, para posteriormente tirarnos a la cara vehículos como una barca para cruzar un río y llegar a un peculiar parque de atracciones, u otros como el coche del desierto o el barco que hemos visto en el trailer. Y esto se complementa de una manera perfecta con los Toads ocultos en los escenarios.
Estos simpáticos personajes han sido doblados y apartados en casi todas las pantallas, necesitando de nuestra interacción para ser liberados. Algunos son tenderos o personajes clave, mientras otros son apenas un chiste visual con el que esbozar una sonrisa u obligarnos a explorar un poco más para dar con ellos. No son estrictamente necesarios para completar el juego salvo en ciertos casos, pero servidor no ha podido más que salvar a centenares de ellos por lo adictivo del planteamiento de este coleccionable. Uno que ya funciona con éxito en Nintendo desde los Kologs de The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
Y otra razón extra por la que funcionan estos Toads es por la pequeña frase que nos dicen tras ser salvados. El chiste mecánico que plantea su desbloqueo suele tener una guinda en esa frase, la cual hace referencia a la forma en la que han sido denigrados al ser doblados con forma de rana, insecto o cisne, o que simplemente cuenta algo tan gracioso que te hace reír.
Caretas fuera, no suelo ser un fan de hacer multitud de capturas mientras juego y sólo realizo las que veo interesantes para ilustrar los análisis. Pues con Paper Mario: The Origami King tengo no pocas decenas de instantáneas en las que capturo frases y chistes de los diversos personajes del juego. Las localizaciones son especialidad de Nintendo, pero en pocas ocasiones me había dado de bruces con un título tan maravillosamente escrito en cuanto al humor se refiere.
Los juegos de palabras están por doquier, pero ese factor extra de que los enemigos tradicionales sean ahora aliados contra un enemigo común hace que sean precisamente los Goombas, Koopas e incluso aliados temporales como un simpático Bomb-omb quien tienen los diálogos estrella.
Y uno de los puntos estrella del juego no es otro que el combate. El 3D impregna este apartado hasta el punto de convertir las peleas en un sistema de puzles circular, donde al girar coronas circulares y deslizar columnas pondremos a los rivales o en filas de cuatro o en cuadrados cercanos de 2x2; las dos formas de aprovechar el salto encima de los enemigos y los martillazos característicos de Paper Mario, así como conseguir un extra de daño al completar el desafío.
Esto tan simple, pronto se complica con puzles más complejos, la posibilidad de pedir ayuda a los Toads o con distintos tiers de armas, así como peculiaridades de los enemigos. Por poner un ejemplo, algunos tienen pinchos en la parte superior y tendremos que hacer uso de martillos o de botas especiales que resisten este problema. Un caso especial es el de los bosses, en los que pasamos a estar fuera del círculo y el enemigo en el centro, necesitando de construir un camino concreto a través del tablero
La progresión no está basada en niveles, si no que iremos consiguiendo mejorar tanto la vida de Mario como el daño base, mientras tendremos acceso a armas más potentes. Puede ser un problema para quienes buscaban la experiencia primigenia de Paper Mario, pero también hay que aplaudir un sistema que funciona. Quizás es algo repetitivo en ciertas mazmorras y hay ocasiones en las que explorar el mundo o incluso reclutar Toads nos haría más felices, pero el juego siempre se las apaña para ir añadiendo mecánicas a los combates justo cuando nos empezamos a cansar de ellos.