Los esports no son simplemente jugar a videojuegos. Parece una afirmación fácil de comprender por cualquier seguidor mínimamente informado del sector que consume. Sin embargo, es un concepto que está siendo difícil de asimilar por muchos de los agentes más relevantes de la escena de Counter-Strike.
La particularidad de la competición en el título de Valve es que está completamente descentralizada. Apenas dos eventos anuales dependen de la desarrolladora, que deja hacer libremente al resto de empresas para seguir alimentado a unos espectadores con hambre de competición.
Sin embargo, esta situación está comenzando a generar más problemas que beneficios. Xyp9x, gla1ve y olofmeister se han tenido que apartar del CS:GO profesional temporalmente por no poder aguantar el ritmo. También dev1ce confesó que tras cada torneo termina vomitando. El ciclo nunca para.
Además de tener un calendario rotatorio donde el mismo día que una competición termina otra comienza, existe el inconveniente de que las organizadoras de torneos tienen muy poco margen para que se dispute el torneo. Esto lleva a situaciones en las que podemos ver a un equipo jugar dos mejores de tres en el mismo día, y los mejores de tres en Counter-Strike pueden llegar a ser muy largos.
Así le ha sucedido a Contact Gaming. El equipo se la jugaba por clasificar al CS Summit 6 en un partido a vida o muerte contra Fnatic. Después de jugar contra Complexity el primer mejor de tres, que tuvo dos prórrogas, apenas contaron con diez minutos de descanso para encarar otras tres horas de Counter-Strike. Para colmo, el segundo mapa de esa última serie también tuvo overtime.
Evidentemente, Contact acabó acusando el cansancio y se fue a casa con un Overpass en el que se mostraron inoperantes. Es probable que aun así no hubieran sido capaces de sobrepasar a Fnatic, pero la competición se desvirtúa cuando se elimina la igualdad de condiciones.
En cualquier caso, la Asociación de Jugadores Profesionales de Counter-Strike exige que haya tres horas de descanso entre cada mejor de tres. Una regla que parece que los torneos no quieren aceptar y la organización no es capaz de imponer.
Mientras esta situación continúe, más vale que nos acostumbremos a seguir perdiendo jugadores. Si no se cuida a los profesionales y se juega con su salud mental será complicado avanzar.