Las consolas de nueva generación saldrán esta misma navidad. Aún no tienen fechas, pero todos entendemos que noviembre será el mes que marque el pistoletazo de salida a esta disputa por los espacios en nuestras oficinas, salones y salas de juego. Microsoft realizó la presentación en sociedad de Xbox Series X a finales del pasado año aprovechando la gala de los Game Awards, mientras Sony nos mostró la apariencia de su nueva PlayStation hace unos días en un evento digital.
Pero más allá de formas, colores, mandos e incluso juegos, hay una incógnita que sigue sin resolverse: ¿cuál será el precio de Xbox Series X y PlayStation 5? La pregunta del millón sigue sin respuesta y eso está empezando a inquietarnos. Es cierto que tanto Microsoft como Sony han confirmado que no habrá retraso en la salida de sus máquinas por la COVID-19, por lo que quedan en torno a cinco meses para su lanzamiento y no sabemos los euros, dólares o libras que habrá que depositar en la tienda para hacerse con una de ellas.
Aunque la fecha no se vea alterada por la pandemia de coronavirus, parece obvio relacionar esto con este excesivo recelo de Microsoft y Sony a la hora de dar a conocer el precio. Los componentes de las consolas se han podido ver afectados, las previsiones de unidades ensambladas pueden haber bajado y las condiciones laborales de los trabajadores es posible que hayan tenido que ser reevaluadas.
Existe la posibilidad de que alguna de estas consolas se venda a pérdidas, también hay que tener en cuenta que habrá dos versiones de PlayStation y que Microsoft puede estar tentado a bajar el precio a cambio de lograr más suscriptores en sus servicios como el Gold y el Game Pass. Hay muchas variables a tener en cuenta para una empresa a la hora de poner un precio a las máquinas de las que vivirá su división durante los próximos años.
Y a todo esto hay que sumar el pavor que causa entre Sony y Microsoft salir al mercado con un precio superior a la competencia. La razón detrás de esto no es otra que lo sucedido en la pasada generación, en la que Xbox One salió al mercado a un precio superior a causa de un accesorio que cayó en el olvido como fue el Kinect. Un error estratégico que hizo que los de Redmond fueran a remolque durante los próximos años.
A la hora de analizar estos movimientos hay que tener en cuenta todas las variables pero, y arriesgándome a que alguien entienda esto como un texto populista, creo que tanto Microsoft como Sony deberían tener más empatía con los futuros compradores de sus consolas. A falta de cinco meses para la salida de las máquinas y con unas características técnicas que hacen pensar en un precio superior a la pasada generación, los aficionados a los videojuegos necesitarían empezar a planificar un desembolso como este.
Por si esto fuera poco, PS5 y Series X marcan de forma definitiva la necesidad de televisores 4K con los que disfrutar de una vez por todas de esta resolución en consolas. La tasa de implementación de este tipo de televisiones sigue siendo muy pequeña y muchos necesitarán comprar una de estos dispositivos para disfrutar de todo lo que las consolas ofrecerán. Y claro, no hay nada más triste que comprar una consola nueva y no estrenarla con un juego nuevo, por lo que habrá que sumar un extra adicional, incluso aunque sea la suscripción a un servicio como Game Pass en el caso de Xbox Series X.
De nada sirve deslumbrar con los gráficos, los tiempos de carga y las nuevas entregas de afamadas sagas, si los potenciales compradores tienen que hacer un desembolso tan enorme en un periodo de tiempo tan pequeño. Muchas personas han perdido su trabajo o reducido sus ingresos durante este confinamiento, eso no es culpa de Sony o Microsoft, pero sí es su responsabilidad dar facilidades a los interesados. Y no hay mayor facilidad que dar información lo antes posible.
Todo apunta a que será en julio cuando se sepa el precio de Xbox Series X y PS5, ya que la primera tiene programado para el mes que viene un evento en el que se mostrarán los títulos First Party que está preparando Microsoft. Tiene todo el sentido que tanto Sony como Microsoft tengan miedo de mostrar el precio antes que su rival, pero en esta lucha por retrasar el clímax que supondría desvelar esas tres cifras hay alguien que no está disfrutando, y son los posibles compradores de las consolas de nueva generación.