VALORANT cuenta con unas premisas jugables más que interesantes, pero tiene un problema con sus rangos y rankeds. Sin duda el lanzamiento fue un éxito y el título de Riot Games funciona, pero ya se están empezando a ver reflejados los mismos problemas que League of Legends viene arrastrando hace tiempo con las clasificatorias.
Unos días después de la euforia inicial por el lanzamiento de las rankeds, el sistema competitivo por excelencia del juego está siendo objeto de críticas. Muchas de ellas, ya realizadas por la comunidad de League of Legends y desoídas por sistema cuando llegaban a la desarrolladora. Este deja-vù no puede despertar si no cierta inquietud sobre si la historia se repetirá y estaremos obligados a revivir experiencias tan nefastas como las de las rankeds de la Grieta del Invocador.
Rankeds mediocres y rangos poco claros
Empecemos por algo tan fácil de arreglar que parece impensable que haya llegado al juego final de esta forma: los emblemas de rango. Cuando la comunidad toma la iniciativa para arreglar un evidente problema de falta de claridad está claro que hay algo que no acaba de funcionar con las ligas. El hecho de que los diseños que indican en qué rango está cada jugador hayan llegado así al juego, por mucha beta cerrada que sea, es algo que no nos esperábamos de Riot.
Es difícil saber en que liga estas viendo el emblema al acabar cada ranked y, aun encima, han hecho exactamente lo mismo que se le critica a Valve en Counter-Strike: no decirle al jugador cuanto falta para subir o bajar de liga. Evitar la presión de las promociones o el descenso es una gran idea, pero la ejecución es un recurso barato que no hace ningún bien al jugador y simplemente sustituye un problema con otro.
Cuando ganas tres partidas seguidas con actuaciones estelares y no subes de rango, te enfadas. Cuando bajas sin saber muy bien por qué después de una serie de partidas en las que intercambias victorias y derrotas, te enfadas. Ambas situaciones son perfectamente comprensibles. Los videojuegos se han empeñado en ocultar información sensible a los porque creen que no somos capaces de gestionarla, pero el oscurantismo y la falta de claridad es todavía peor y no va a traerle nada bueno a VALORANT.
Nuevo juego, misma comunidad
Aquí es donde se pone interesante. Cuando la competición entra en juego llega el mal comportamiento. Los jugadores han comenzado a frustrase apenas unos días después del estreno del sistema clasificatorio y las partidas no tienen la calidad que deberían. A eso se suma el caos de MMR que hace que quienes lo merecen no hayan llegado a su rango y se vean obligados a jugar con compañeros y contra rivales objetivamente peores.
Al final, nos encontramos con lo de siempre: abuso verbal, acoso y trampas. El chat de voz es imprescindible, pero en no pocas ocasiones puede dar la sensación de que lo mejor es cortar comunicaciones y jugar con la desventaja de no tener información sobre los rivales. Además, tampoco han tardado en aparecer los primeros casos de discriminación por sexo en el juego, bienvenidos a 2020.
Es alarmante ver como apenas una semana después del lanzamiento de las rankeds resulta tan habitual encontrarse los mismos y viejos problemas que ya hemos experimentado en otros títulos. Es cierto que no solo sucede en los juegos de Riot, simplemente se acentúa al tratarse VALORANT y League of Legends de dos videojuegos con un éxito mayúsculo y una mayor cantidad de jugadores. En cualquier caso, o Riot empieza a ponerse las pilas o será la propia desarrolladora la que expulse de su juego a los que no queramos aguantar lo que nadie debería de querer aguantar.
Problemas de emparejamiento
“¿Por qué no puedo jugar con mi amigo que está en hierro pero no paran de emparejarme con rivales de ese rango?”. Así reza un hilo en Reddit en el que se aglutinan algunas de las quejas evidentes al sistema de emparejamientos de Riot. El matchmaking de las rankeds es tremendamente rápido, pero da lugar a diferentes problemas que se observan con un simple vistazo a la barra de marcadores.
Los emparejamientos se dividen entre diferentes rangos y crean sensación de injusticia. Si un jugador tiene una puntuación de emparejamiento (MMR) que corresponde a un rango superior, no tiene ningún sentido que no pueda disfrutar de su rango. Las desarrolladoras se han empeñado en convertir un simple icono en el símbolo de estatus que determina tu talento en un determinado videojuego, por lo que obtener el que mereces debería de ser un proceso ágil en el que no habrían de tener miedo en hacer que no saltaramos unos escalones.
A esto se une la hipotética valoración que Riot realiza sobre las partidas normales, que podrían tener una influencia directa en el escalón en el que comenzamos las rankeds. Una vez más, como los jugadores desconocen el sistema que rige este gran puzle que son los rangos, solo queda especular y tratar de determinar a tientas cómo funciona todo.
El problema de la sociedad
En el comunicado en el que Riot anunciaba que comenzará a investigar el problema y buscar soluciones, hubo algo que llamó la atención. Anna Donlon, productora ejecutiva y jefa de VALORANT, dijo: “No tenemos manera de arreglar los problemas generales de la sociedad, y algunos de ellos tienen raíces muy, pero que muy profundas”.
Ciertamente, la sociedad tiene problemas. Sin embargo, parece una excusa nefasta para la falta de previsión y la inclusión de mecanismos que hagan que esos problemas no se reproduzcan en el videojuego. Un título multijugador y sus rankeds no son un entorno hermético y cerrado, pero la permeabilización de la estructura social en la coyuntura de VALORANT es un problema que depende únicamente de Riot.
Como atenuante, VALORANT está en periodo sorprendentemente exitoso de beta cerrada. Hay mucho que aclamar del título. Mejorar en un contexto positivo y que todavía no ha llegado a lo alarmante es mucho más sencillo. La tarea será complicada para Riot, pero todos merecen una segunda oportunidad.