Este fin de semana ha decidido tanto el título de LEC como el de la LCS. Europa comenzó con un mejor de cinco entre Fnatic y G2 Esports que otorgó el trofeo a los segundos, mientras Norteamérica tuvo que esperar unas horas hasta la final entre FlyQuest y Cloud9.
Los de Reapered habían dominado la temporada regular con un registro de 17-1, mientras el equipo más verde de la región había sorprendido con las actuaciones de viejos rockeros como WildTurtle, PowerOfEvil y Santorin. Los máximos favoritos cumplieron con las predicciones y se llevaron el trofeo.
Tres partidas sin mucha historia, a pesar de que la primera coqueteó con los 40 minutos de duración, que evidenciaron la diferencia de nivel que había en la Grieta del Invocador. Un 3-0 tramitado con una soltura que ni el SEPE un ERTE durante este mes de abril y que llevó a Cloud9 a conquistar el tercer título de su historia, y el primero en seis años.
Porque sí, aunque muchos piensen (acertadamente) que Cloud9 es un gran equipo en su región, sus dos títulos emanaban de sus dos primeras temporadas en LCS, la de verano de 2013 y la de primavera de 2014. Un total de seis años de espera y seis finales perdidas después, Cloud9 necesitó de una de las temporadas más dominantes del LoL occidental para llevarse el trofeo a casa.
Dicho trofeo, ante la imposibilidad de ser levantado en un estadio por culpa del dichoso Coronavirus, estaba en casa de los equipos preparado para ser entregado. La tragedia sucedió cuando Zven, el primer jugador en lograr el título de campeón europeo y norteamericano en League of Legends, se dispuso a llevarlo al cielo y acabó por romperlo al más puro estilo Sergio Ramos. Al menos se lo toman a risa.