En mayo del pasado año, Fortnite hizo una apuesta decidida por el mundo de los deportes electrónicos. Tras ofrecer un premio total de 100 millones de dólares, firmaron a uno de los rostros más importantes del sector al llevarse a Nate Nanzer, comisionado de la Overwatch League. Nanzer había logrado levantar una importante competición franquiciada para el shooter de Activision-Blizzard y emprendía una nueva misión con Epic Games.
El puesto de Nanzer en la compañía era meridianamente claro con respecto a su cometido: "Head of Competitive", jefe de competiciones en castellano. De él dependería que Fortnite se asentara como un esport con todas las de la ley, así como de que se diera respuesta a las críticas de los jugadores profesionales con respecto a la integridad competitiva del videojuego.
Sin embargo, un año después y a través del Linkedin del propio Nate Nanzer, nos enteramos de que ya no es el jefe de competiciones de Epic Games (y por tanto de Fortnite). Su nuevo puesto desde el pasado mes de marzo es el de Head of Partnerships, responsable de acuerdos de Epic.
Desde hace unos días varios creadores de contenido y líderes de opinión en la comunidad de Fortnite han criticado las escasas novedades competitivas de estas últimas temporadas, así como el recurrente asunto de la integridad de sus competiciones a causa de elementos disruptores como los parches de contenido constantes o incluso llegando a acusar de usar los esports como una "herramienta de marketing".
A esto hay que sumar que cada vez más jugadores de postín están pasándose a otas alternativas como el recién nacido Valorant. Todo ello ha estado recogido bajo el hashtag #RipFortnite. Eso sí, con el confinamiento forzado a causa del Coronavirus, es razonable pensar que Fortnite está muy lejos de morirse y que la base de su pirámide demográfica está más que enganchada al juego.